Yo sabía de su gran calidad humana, de su gran cultura literaria, y también de su sensibilidad. Pero nunca sospeché que fuera tan sensitivo y espiritual, y tan poeta para sus íntimos. Ocurre muchas veces en la vida: Pasas y repasas cerca de las personas, te rozas con ellas y qué pocas veces calas en sus almas. A pesar de que fuera muy cercano a la familia, a pesar de que, en eventos familiares, no pasaras de conversaciones triviales… Y ocurre que hoy su hija me honra y me enternece, permitiendo que lea sus escritos… ¡Mi querida Carmen, mi querida murguera…! ¡Gracias! Con tu permiso quiero hoy honrar su memoria en nuestro modesto blog, de la única manera que sé: Publicando este bellísimo soneto, que él dedicara a su amada esposa ausente.
NITO
LA ESPOSA AUSENTE
No estás aquí. El cielo de la tarde
se ha vestido de gris en la montaña,
y un lucero surgido entre la braña,
guiña en cohete de infantil alarde.
No estás aquí. Y los rincones mueren
de soledad, de pena de no verte,
mientras el tiempo con su brazo fuerte
arroja horas que al caer me hieren.
No estás aquí. Me duele tu ausencia
en las pupilas de los hijos míos
que reclaman ansiosas tu presencia.
En los ecos sin voz, siempre vacíos,
huérfanos de tu luz y de tu ausencia,
y en la amargura de mis labios fríos.
Francisco Camacho Morales
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