domingo, 28 de octubre de 2012

LA CASA DE LA PERRA GORDA


Un inmueble señero
El inmueble, ubicado en el número 23 de Gran Vía, tiene sin duda un gran valor arquitectónico y está muy unido a varias generaciones de granadinos que en el mismo, tramitaron sus prestaciones en la Seguridad Social. El proyecto data de 1925 y  pertenece al arquitecto José Fernández Fígares, pero hay que decir que hubo varios más que trabajaron en él. Uno de ellos fue Leopoldo Torres Balbás. Su inicio se llevó a cabo por la Caja de Previsión de Andalucía Oriental, de ahí los tres escudos que aparecen en la fachada (Granada, Almería y Málaga) y se inauguró en el año 1932.
Es importante, así mismo, destacar la intervención en su interior del artista Hermenegildo Lanz realizada en los primeros años de la década de los treinta y de la que sólo permanecen algunos elementos originales como la escalera de acceso al patio de operaciones, en curva y situada en una de las esquinas.
Originariamente el edificio estuvo coronado con una escultura alegórica representando a la Previsión Social, obra del escultor Pedro Loyzaga y que fue eliminada en 1980.

También teníamos la "Perra Chica" ó cinco céntimos

Es, por tanto, uno de los muchos edificios que merecen nuestro especial interés en esta controvertida avenida y que han llegado hasta nuestro tiempo. Ésta edificación, es conocidísima por toda la ciudad con el nombre de “Casa de la perra gorda”, apodo que le sobrevino por su vinculación a la naciente Seguridad Social, que empezaba a implantarse, lenta y pobremente, en la alterada España de los años 20 y 30 del siglo XX.
Año 1931: Aún faltaba un año para la "entrega de llaves"

Coincidió aquella época con la del mayor esplendor y carácter de las edificaciones de la discutida calle. Ángel Isac define muy bien el episodio:
“Iniciada por arquitectos y maestros de obras formados en el ambiente del academicismo, como Juan de Montserrat, Modesto Cendoya, Wihelmi, Giménez Arévalo o Díez Alonso, la arquitectura de la Gran Vía se prolongaría, en proyectos de Ángel Casas, Pascual Bravo o José Fernández Fígares, con versiones sintomáticas del panorama arquitectónico contemporáneo, hasta finalizar la década de los años 20”.
José Fernández Fígares fue el arquitecto de la popular “Casa de la perra gorda”. Un edificio singular de carácter monumentalista, que recuerda a otro del mismo autor, en la plaza de la Trinidad esquina a la calle de las Tablas. En la “Casa de la perra gorda”, destacan los elementos clásicos aumentados de escala y utilizados en forma decorativa, simétrica. Con la intención de impresionar, el arquitecto adopta tecnologías constructivas modernas y elementos formales vanguardista que compone con los clasicistas, pervirtiéndolos.
Ménsulas que no sostienen nada, incluso placas recortadas de la tradición barroca canesca (una suerte de cogollo vegetal que se distingue de las tradicionales hojas de acanto y de las guirnaldas y sartas de frutas habituales en el barroco del Seiscientos).


En los bajos de la “Casa de la perra gorda”, la sede del Instituto Nacional de la Seguridad Social, una excelente obra decorativa -que ha sufrido alteraciones hasta hoy-, realizada en su mejor momento de capacidad creativa por el pintor vanguardista Hermenegildo Lanz. El artista vio premiado su proyecto en un concurso. Un proyecto diseñado sobre la base de una avanzada e importante ornamentación funcional, denominada por unos “Art Decó” y por otros cubista, en la que destacan los espacios redondos y el uso integrado de la luz y de materias y formas muy modernos.


El arquitecto José Fernández Fígares, poco después de ver ejecutado su proyecto de la “Casa de la perra gorda”, se convertiría en hombre decisivo para la realización de una iniciativa de la Caja de Previsión Social de Andalucía Oriental, entidad dispuesta a construir en Granada una de aquellas “ciudades jardín”, que tanto se prodigaron en España durante la Dictadura y, con menor abundancia luego, en los revueltos años de la República.
La obra de José Fernández Figares para este proyecto fue la de los Hoteles de Belén.


La rehabilitación.-
Lo que quizás no sea tan de dominio público es que la Administración de la Seguridad Social y el Ayuntamiento de Granada discutieron la rehabilitación del inmueble durante cuatro larguísimos años, desde 1999 a 2003, tras lo cual acordaron las condiciones en que se había de efectuar la misma y que pasaban por el respeto al valor singular del edificio. Las obras comenzaron a principios de 2003 y terminaron en 2007 : Otros cuatro años.
Durante la ejecución de los trabajos fue preciso prorrogar hasta en seis veces el plazo, como consecuencia de los retrasos provocados por las obras de urbanización de Gran Vía puesto que éstas impedían el acceso de materiales y equipos auxiliares al edificio.
Con respecto a las modificaciones que ha sufrido el proyecto, éstas fueron consecuencia de la aparición de factores imprevistos en la estructura del edificio que, según lo dispuesto por la Comisión de Cultura, era preciso conservar cuando inicialmente estaba prevista su demolición
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Bibliografía utilizada:
Miguel Allende: Ideal
Miguel Sangüesa: Alzada  Nº 72
Juan Bustos: Granada

NITO
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lunes, 22 de octubre de 2012

GRANADA TAURINA

 José Moreno del Moral (“Lagartijillo Chico”)

“Eran tiempos taurinos con público de trabajadores con gorra y blusa de dril en las localidades de sol y señoritos de cuello almidonado y sombrero de paja en las barreras de sombra, mientras en el ruedo, firmes los pies en el suelo, el diestro deshojaba en pétalos encendidos la flor de los naturales”.
Agustín de Foxá

LOS ANTECEDENTES; LAGARTIJILLO CHICO Y LA NUEVA PLAZA.
 Aunque existen datos fechados en el año 1609 de alguna corrida celebrada en la plaza Bib-Bambla, donde en tarde sangrienta de veinte toros murieron más de treinta personas y casi setenta resultaron heridas de gravedad. (Este pequeño apunte curioso lo reseña el historiador y tratadista Fernández Burgos), diremos que la genuina y auténtica historia taurina moderna de Granada comienza con la vieja plaza del Triunfo, construida por la Real Maestranza de Caballería detrás de la de Madrid (1754) y la de Ronda (1761), pues hasta esa fecha del siglo XVIII, no existía un espacio o edificio propio y concreto para llevar a cabo el arte de la tauromaquia. En esta primera plaza de Granada, moriría el genial Antonio Romero.

La vieja plaza del Triunfo

El matador de toros José Moreno del Moral (“Lagartijillo Chico”), nacido en 1884, fue una de las figuras más sobresalientes de taurinismo granadino del siglo pasado, perteneciente a una de las pocas sagas toreras que tuvo Granada, a la que no hay que confundir con los “Lagartijos” de Córdoba. Entre su alternativa, en la Plaza de Madrid, el 13 de septiembre de 1903, y su retirada en 1915, como consecuencia de una gravísima cogida sufrida en Cáceres, este diestro recorrió en triunfo los ruedos españoles.



“Lagartijillo” –que murió el 29 de mayo de 1941-, tuvo fama de excelente estoqueador, lo que acredita su valor y sus probadas facultades.
Ya retirado de su profesión, el diestro, que siempre gozó de grandes simpatías en la ciudad, volcó sus afanes y entusiasmos en la construcción de una nueva Plaza de Toros, cuya historia, podría decirse que surgió por una cuestión apasionada.
La verdad es que la construcción de la Plaza de Toros de Granada es una historia como la que no se ven más, donde la palabra, el orgullo y los sueños se jugaban y se jugaban en serio. Contra viento y marea. Hoy, historias como esas parecen de cuentos de hadas.
Un grupo de amigos, encabezado por “Lagartilillo”, había ganado el concurso público, en el año 1927, para la explotación de la actividad taurina en Granada. Este se daba a conocer el 10 de febrero de 1927. Poco después, la prensa granadina daba a conocer el resultado, favorecedor para los que lideraba Lagartijillo, el 1 de marzo de 1927. Pero los propietarios de la entonces Plaza del Triunfo, rectificaron el 5 de marzo y dieron la explotación de los espectáculos a Rogelio López Cravioto, Manuel Gómez Vílchez y Manuel Fernández, para disgusto de los ganadores del mencionado concurso.



Y así fue como, fruto de su amor propio, José Moreno del Moral, (Lagartijillo), el Marqués de Dílar, el Conde de Guadiana, José Castinello y Celestino Echeverría, deciden hacer su propia plaza basándose en un proyecto del arquitecto Ángel Casas, que había presentado en 1912 para que la ciudad contara con un gran coso, aunque no se llevara entonces a cabo.
El 3 de julio de 1927 se presenta el concurso para la construcción de la Nueva Plaza. El marqués de Dílar don Rafael Díaz Rogés, presenta el 13 de julio de 1927 el proyecto, con el compromiso de realizarlo en menos de un año, asumido por la constructora de José Jiménez Callejas, el Pajarero. Y se cumple. Empezadas las obras, sigue el modelo de la Plaza de las Ventas de los arquitectos Ayuso y Capra. Construido en el bello estilo neomudéjar, considerado el estilo característico de España


Esta obra de Ángel Casas, se inauguró el día de la Virgen de las Angustias, un 30 de septiembre de 1928, celebrando corrida en honor a la Patrona de Granada, con ganado de Concha y Sierra para los diestros Manuel Jiménez Chicuelo, Félix Rodríguez (al final sustituido por Armillita Chico), y Juaquín Rodríguez Cagancho.
Según el mayor entendido en tauromaquia, el inmortal José María Cossío, es una de las mejores de España, con palco central para la Real Maestranza de Granada lujosamente decorado, dependencias que pueden servir de modelo a otras plazas y una excelente instalación hidráulica para todos los servicios

La popular tertulia taurina "La Oración de la tarde", reunida en torno de su
socio principal, el exministro Natalio Rivas y los matadores Joselito y Belmonte.

Lo cierto es que su categoría es de 2ª no por el edificio en sí, sino porque no cuenta con un mayor número de corridas al año; aunque eso se puede arreglar. Tiene enfermería, Capilla (dedicada a la Virgen de las Angustias), sala de toreros… Es el segundo anillo de coso más grande de España, con capacidad para 14.500 espectadores. Sus dependencias son inmejorables: Diez chiqueros, patio de arrastre con desolladero y carnicería para la venta de carnes, casa para el conserje, corrales, caballerizas para 100 caballos. La revista “Vida Gráfica” anunciaba que tienen los alrededores una gran amplitud capaz para que puedan esperar muy cómodamente hasta 600 automóviles.


Trece años después del acontecimiento moría el pundonoroso “Lagartijillo Chico”, aún joven. Con él desaparecía para siempre la saga de los “Lagartijos” de Granada.


Foto Google-Maps


NITO

sábado, 13 de octubre de 2012

LA CASA NATAL DE ÁNGEL GANIVET

En la calle San Pedro Mártir, 15. -Foto de Google-Maps-

Al tiempo que escribo estas notas, no sé si aún seguirá existiendo este inmueble en pleno casco urbano: Tal es su estado de ruina inminente. La verdad es que no tiene ningún valor monumental (ni por dentro ni por fuera), pero si tiene, en cambio, un valor histórico y sentimental enorme y que Granada debiera poner en él, al menos, una nota de sensibilidad, una sencilla placa de mármol que dijera: “En esta casa nació Ángel Ganivet”, nada más que eso, pero nada menos.


Lo cierto es que en esta casa nació y pasó sus primeros nueve años Ángel Ganivet hasta que se trasladó a la casa de su tío cuando quedó huérfano, en la Cuesta de los Molinos. La casa presentaba a principios de este verano, el lamentable aspecto que muestran las fotos. ¡Otro edificio más protegido por el PGOU y con un valor histórico que puede correr el mismo destino que la Casa Cuna!
Ángel Ganivet es uno de los granadinos que más ha destacado por su amor a Granada y por sus agrias críticas a la destrucción de la Granada medieval y monumental.

 Alumno del Instituto Padre Suárez

Ahora me cuadra más lo que contaba Ángel Ganivet en su sabrosísimo relato «Una derrota de los greñudos» donde nos narraba su participación activa de niño, en una sin par batalla a pedrada limpia en las márgenes del Genil, librada entre chaveas del Realejo y del Matadero. Ahora comprendo que no tuviera que desplazarse desde tan lejos (Cuesta de los Molinos, donde siempre creí que había vivido). ¡Tenía el campo de batalla aledaño a su domicilio...!


Por cierto que, en una de estas batallas, una pedrada en la cabeza, lo dejó medio muerto y a pique estuvimos nosotros de quedarnos sin su "Granada la bella". Y que gracias a la cicatriz que le quedó, pudo ser reconocido y certificado su cadáver cuando, muchos años después (veintisiete desde su muerte, para ser exactos, volvió repatriado a Granada. Este reconocimiento corrió a cargo del catedrático de la Facultad de Medicina  Don Fermín Garrido y entonces Rector de la Universidad, viejo amigo y condiscípulo suyo.

El cortejo fúnebre se detiene, emocionado, ante el  monumento a él dedicado.

A título anecdótico-sentimental añadiremos que cuando la comitiva fúnebre, que subió a pié por los bosques de la Alhambra hacia el cementerio, pasaba junto al monumento realizado por el joven artista, Juan Cristóbal que, desde 1921, ya conmemoraba el permanente recuerdo de Granada a Ganivet, realizó una espontánea parada, sin saber muy bien qué hacer, un respetuoso silencio de profunda emoción sobrecogió a todos.



NITO

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domingo, 7 de octubre de 2012

CASA DE LOS PINELO


El gran medallón, en el que una concha venera –de las que solían llevar consigo los peregrinos del Señor Santiago-, cobija una cabeza clásica. A destacar igualmente los grandes candeleros y volutas y las ricas columnas estriadas corintias sobre ménsulas de hojarasca. En el dintel del balcón, las dos ménsulas son “muy de Siloe”, que las utiliza también en la iglesia de El Salvador. Un león con alas completa la hermosa decoración…”

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Terminado que hube de leer el párrafo anterior, del genial Juan Bustos, no ha de extrañarte, mi lector mimado, que saliera corriendo, cámara en ristre a la calle Cuchilleros. ¿Es posible que tales bellezas existan y yo sin saberlo…?
Y es que aún puede disfrutarse –si se sabe buscar-, del espectáculo de la vieja y tranquila ciudad que fue Granada, allí donde, casi por milagro, se conserva una gracia de líneas que no impide la percepción de las claves centenarias del patrimonio inmaterial ciudadano: Escudos, pilarillos y abrevaderos, patios con finas columnas escapadas del expolio permanente, rejas de hierros trabajados con primor…


Así fue como me topé (no exenta de una nota anecdótica), con la noble fachada de la finca solariega de la familia Pinelo, levantada en el siglo XVI, si bien el edificio fue muy transformado a comienzos del pasado siglo:
-Maestro, ¿me puede decir dónde está el “palacio” de los Pinelo en esta misma calle? –Le pregunto a un señor que acaba de salir de su casa, ajustándose las gafas.
-En esta calle no hay Pinelo alguno. ¿-No será Pisano, o Pisas…?
-Vale gracias. Seguiré preguntado…
La calle tendrá tres metros de ancha, y la casa buscada está justo en frente de la vivienda de este vecino.
Se me ocurren varias cosas que pensar, y no todas bonicas. Quizás mi error fue preguntar por “un palacio”.


La calle Cuchilleros, antaño, bajaba para unirse con la plaza de San Gil –al otro lado del Darro que antiguamente discurría descubierto por este lugar- a través de un puente denominado “de los leñadores”.
La noble casa solariega es de estilo renacentista, claramente influenciado por el círculo del gran Diego de Siloe. Sobre el balcón principal un buen número de elementos de notable relieve ornamental. Así, por ejemplo, el gran medallón, en el que una concha venera –de las que solían llevar consigo los peregrinos del Señor Santiago-, cobija una cabeza clásica. A destacar igualmente los grandes candeleros y volutas y las ricas columnas estriadas corintias sobre ménsulas de hojarasca. En el dintel del balcón, las dos ménsulas son “muy de Siloe”, que las utiliza también en la iglesia de El Salvador. Un león con alas completa la hermosa decoración.

Quede constancia de que está habitada

En casas así, llegadas poco menos que providencialmente hasta nuestros días, latió un día la vida de la ciudad vieja, desaparecida. Casas cargadas de tradición, con la peculiaridad de unos blasones artísticos que debieran ser nuestro orgullo y merecer nuestro cuidadoso interés.



NITO