Al último invento del Sr. Alcalde, La Diablina, se le ha llamado de todo: Extravagante, útil solución, capricho, ecológica, trastico… La polémica está montada, murguero: Resulta que el Ayuntamiento, agobiado por los problemas que ha creado la peatonalización reciente de la Carrera del Darro, propone y estrena un microbús eléctrico que unirá Plaza Nueva con el inicio de la Cuesta del Chapiz. Granada es, en estos momentos, la primera ciudad española que instala este tipo de vehículos, muy habituales en Francia.
No contamina, no hace ruido y, lo más importante, no ocupa demasiado espacio. Con sus 1,5 metros de anchura, la 'Diabline', el pequeño vehículo eléctrico importado de Francia por el Ayuntamiento, comenzó ayer a recorrer la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes para intentar mejorar la comunicación del Albaicín tras la peatonalización de una de sus principales vías de acceso y la 'rebelión' de parte de sus vecinos.
El vehículo, que cuenta con 7 plazas y está especialmente dirigido a los vecinos mayores y con movilidad reducida, recorrerá los 703 metros que hay desde Plaza Nueva hasta el inicio de la Cuesta del Chapiz, con paradas en Bañuelo, San Pedro y Rey Chico. El alcalde de Granada, José Torres Hurtado, aseguró que con la puesta en marcha de la 'Diabline' -que será gratis hasta el 9 de junio- el barrio "queda perfectamente comunicado” (?)
Claro que, como a menudo ha sucedido y sucede entre nosotros, las nuevas ideas son acogidas con suspicacia y se les vaticina poca duración, como pasó en Granada con la luz eléctrica o el teléfono en 1902, por ejemplo... ¡Válgame Dios y qué flaca es nuestra memoria histórica…!
Recuerdo haber leído al cronista Juan Bustos, sobre otros problemas parecidos a los que suscita “La Diabline”, cuando la única solución para subir al Albaicín era: ¡A pie o en burro...!
A pie o en burro
Faltaban dos años para que, en 1904, empezaran a circular los primeros tranvías eléctricos. Y uno para que, en 1903, apareciera en las calles granadinas el primer automóvil, que sería un Renault de 18 caballos propiedad del duque de San Pedro, que lo había adquirido en París. Así que, sin tranvías ni automóviles, la gente iba a pie a todas partes, y sólo en ocasiones se utilizaban coches de caballos, cuya parada estaba frente a la Acera del Casino, con tarifa de una peseta el trayecto por el interior urbano.
Para subir al Albaicín o al Sacromonte, las personas de edad alquilaban, también por una peseta, las dóciles burras de una mujer a la que toda Granada conocía por el apodo de “Pepica, la de las burras”, que se ponía a diario con sus animales por los alrededores de la iglesia de Santa Ana. Los usuarios de las burras hacían el trayecto acompañados por algún chiquillo que, luego, a cambio de unos céntimos, devolvían los rucios a su dueña. ¡Y había que ver cómo bajaban los chiquillos por las cuestas, emulando a los caballeros que aún se desplazaban por la ciudad jinetes de sus caballos propios…!
NITO
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