“El gran medallón, en el que una concha venera –de las que solían llevar consigo los peregrinos del Señor Santiago-, cobija una cabeza clásica. A destacar igualmente los grandes candeleros y volutas y las ricas columnas estriadas corintias sobre ménsulas de hojarasca. En el dintel del balcón, las dos ménsulas son “muy de Siloe”, que las utiliza también en la iglesia de El Salvador. Un león con alas completa la hermosa decoración…”
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Terminado que hube de leer el párrafo anterior, del genial Juan Bustos, no ha de extrañarte, mi lector mimado, que saliera corriendo, cámara en ristre a la calle Cuchilleros. ¿Es posible que tales bellezas existan y yo sin saberlo…?
Y es que aún puede disfrutarse –si se sabe buscar-, del espectáculo de la vieja y tranquila ciudad que fue Granada, allí donde, casi por milagro, se conserva una gracia de líneas que no impide la percepción de las claves centenarias del patrimonio inmaterial ciudadano: Escudos, pilarillos y abrevaderos, patios con finas columnas escapadas del expolio permanente, rejas de hierros trabajados con primor…
Así fue como me topé (no exenta de una nota anecdótica), con la noble fachada de la finca solariega de la familia Pinelo, levantada en el siglo XVI, si bien el edificio fue muy transformado a comienzos del pasado siglo:
-Maestro, ¿me puede decir dónde está el “palacio” de los Pinelo en esta misma calle? –Le pregunto a un señor que acaba de salir de su casa, ajustándose las gafas.
-En esta calle no hay Pinelo alguno. ¿-No será Pisano, o Pisas…?
-Vale gracias. Seguiré preguntado…
La calle tendrá tres metros de ancha, y la casa buscada está justo en frente de la vivienda de este vecino.
Se me ocurren varias cosas que pensar, y no todas bonicas. Quizás mi error fue preguntar por “un palacio”.
La calle Cuchilleros, antaño, bajaba para unirse con la plaza de San Gil –al otro lado del Darro que antiguamente discurría descubierto por este lugar- a través de un puente denominado “de los leñadores”.
La noble casa solariega es de estilo renacentista, claramente influenciado por el círculo del gran Diego de Siloe. Sobre el balcón principal un buen número de elementos de notable relieve ornamental. Así, por ejemplo, el gran medallón, en el que una concha venera –de las que solían llevar consigo los peregrinos del Señor Santiago-, cobija una cabeza clásica. A destacar igualmente los grandes candeleros y volutas y las ricas columnas estriadas corintias sobre ménsulas de hojarasca. En el dintel del balcón, las dos ménsulas son “muy de Siloe”, que las utiliza también en la iglesia de El Salvador. Un león con alas completa la hermosa decoración.
Quede constancia de que está habitada
En casas así, llegadas poco menos que providencialmente hasta nuestros días, latió un día la vida de la ciudad vieja, desaparecida. Casas cargadas de tradición, con la peculiaridad de unos blasones artísticos que debieran ser nuestro orgullo y merecer nuestro cuidadoso interés.
NITO
3 comentarios:
Muy interesante esta entrada.Gracias por enseñarnos cosas de nuestra Granada.
Pásate por mi blog que tienes que recoger tres premios que te he otorgado ,si tienes cualquier duda ya contactas.Saludos
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Me ha gustado mucho tu artículo y en referencia a la anecdota del vecino que no tenía ni idea del palacio es curioso que con tanta casa nobiliaria, conventos,iglesias y palacios la gente no se para a contemplar tan rico patrimonio y me pasa con frecuencia cuando explico alguno de estos edificios que me dicen " pasando por aqui con frecuencia y no me había percatado de su existencia".
Una de las cosas buenas de la Murga es la difusión de nuestro Patrimonio.
Antonio Montufo Gutiérrez
Resulta que en Sevilla hay otra casa o palacio de los Pinelo y se dice que ese apellido proviene de un rico comerciante genovés del siglo XV ¿será de la misma familia de los de Granada? He ahí el cabo de un hilo para tirar de él. ¡Bravo por la Murga y su afán de indagar en la historia!
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