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El vuelo (1)
Despegamos del Aeropuerto de San Pablo, con rumbo a Gran Canaria, una sofocante tarde sevillana con cielo no muy limpio por los vapores del Padre Gualquivir y con Vueling, compañía aérea con la que no había volado antes. Compañía joven, con personal también joven y encantador y con modernos y bien cuidados Airbús 320.
Desembocadura, Sanlúcar y Chipiona en el cabo
Tras un despegue "al límite" (que ya me hizo sospechar en un capitán joven y con ganas de divertirse), y tras nivelar, vino un ceñido viraje a estribor para tomar rumbo. Pronto desfilan los meandros del río y su inigualable marisma junto a la desembocadura. Divisamos, casi escondida tras su Barra, a la marismeña Sanlúcar y algo más allá, junto al cabo, luce la marinera Chipiona. Siguiendo el litoral hacia levante, vimos la franca ensenada de Rota.
Nos adormecemos ante la monotonía del azul oceánico, hasta que tras hora y media de vuelo, un minúsculo y solitario peñasco, que yo tomé al principio por un barco, me hace dar un sobresalto: Haciendo cábalas estaba sobre la ruta que hacíamos, pues creía que costearíamos sobre Marruecos, como ocurriera en mi primer vuelo al Archipiélago, cuando avizoré una paradisíaca isleta separada de otra masa de tierra que se avecinaba, por un luminoso y estrecho canal (El Río). Sencillamente estábamos en la vertical y a nueve mil metros de altura sobre La Graciosa y Lanzarote. Aquí se me disparó la emoción y los recuerdos: Hace 20 años estuve en esta isla invitado por mis amigos Germán y Liduvina, "conejeros de pro". Fuimos en compañía de mis entrañables Juan y Mari Puri que hacían como de introductores de embajada. Es decir: Un futuro puñado de buenos murgueros.
Roque del Oeste, La Graciosa y Lanzarote
Pasan rápido, como en un atlas abierto, aquellos parajes que me son conocidos; de repente casi me acuerdo de todos los nombres de pueblecillos y accidentes geográficos notables y que creí olvidados; de repente me acuerdo del maestro de La Graciosa, el inefable amigo Domingo; de repente, en fin, me acuerdo que el luminoso canal (El Río), que separa ambas islas, fue el que dio al traste con las ansias marineras de mi amigo Juan Maldonado. ¡Ya os contaré...!
El sur de Lanzarote y Laguna litoral de Janubio. Aparecen por la ventanilla el islote Lobos y El Norte de Fuerteventura.
La laguna litoral de Janubio 20 años antes. En ella encontramos gran cantidad de olivina. En realidad es un cráter entre el mar y la tierra; su color verde esmeralda es portentoso.
Mis recuerdos se interrumpen al aparecer por la ventanilla un nuevo e ignoto paisaje: Fuerteventura. Algún día vendré para "firmar" en ella, (mear, que dijo Don Camilo José Cela).
De nuevo la soledad inmensa del mar y... ¡Abróchense los cinturones, Srs. pasajeros, que vamos a aterrizar en el Aeropuerto de Gran Canaria (antes Gando)!
Tengo muchas horas voladas. En toda clase de "cigarrones". Pero os prometo que nunca me vi en un Airbus bajando en picado y colgado de sus aerofrenos. Cuando salía de un ceñido viraje, encima mismo de las pistas, "un bache" nos da una sacudida de cuidado. El pasaje aulla de miedo. El capitán se disculpa y... ruedas en tierra. Aplausos del personal.
Nota al margen.- Yo tengo la inveterada costumbre, de despedirme de la azafata o del sobrecargo, a la salida, con un afectivo ! Gracias. Buen servicio...! (Ya sabéis, cosas que heredé de mi padre, militar el tío...) -Pero mira por donde, hoy nos despide el mismísimo cabr... digo capitán, en la puerta. Como os dije: Unos 30 años.
-Buen servicio mi Comandante. El vuelo ha sido muy divertido. -Le suelto al pasar.
-Perdón, señor: ¿Por qué lo dice...? -Me espeta.
-Por nada, ya sabe: Argot entre pilotos...
Y allí quedó, agarrado a la pasarela de su avión, hecho un taco y con la boca abierta..
Extremo sur de Fuerteventura
NITO
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