El Gran Capitán.
Picando con el ratón encima de la última foto de la torre para ampliar, se notan clarísimamente los dos últimos cuerpos reconstruidos, incluidos los ocho arcos campaneros, su cimera y alto chapitel, utilizándose para ello, la piedra de la cantera original. Sólo el tiempo igualará, con su pátina piadosa, el desaguisado.
Picando con el ratón encima de la última foto de la torre para ampliar, se notan clarísimamente los dos últimos cuerpos reconstruidos, incluidos los ocho arcos campaneros, su cimera y alto chapitel, utilizándose para ello, la piedra de la cantera original. Sólo el tiempo igualará, con su pátina piadosa, el desaguisado.
Ya veo, que para el acertijo sobre el Capitán, no hacen falta encuestas y para la gente murguera de Granada, al menos, no ha habido dificultad. En efecto, no podía ser otro que “El Gran Capitán”, es decir, Don Gonzalo Fernández de Córdoba, cuyos profanados huesos descansan, al fin, en este Monasterio.
Pero ahora reto yo aquí al más latino que haya en La Murga y me traduzca, en menos que se persigna un cura loco, el epitafio que reza sobre su quebrantada lápida.
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