También tu puedes asomarte al antiguo Nº 32 de Reyes Católicos y contemplar un establecimiento de "rancio abolengo"y mirar.
Hoy, que las farmacias tienen un aire aséptico, transparente, con sus jabones adelgazantes, sus cremas de belleza, sus champús y sus alimentos para bebés expuestos atractivamente entre railites y cromados, esta vieja foto con más de cien años, nos devuelve a la botica del matraz y del mortero, con sus estantes llenos de tarros y frascos roturados con misteriosos y sonoros latines…
En la instalación de esta farmacia granadina, no se escatimó en el uso de materiales. La madera de las vitrinas era de la mejor caoba antillana, que para eso aún no se había perdido América del todo, los tarros que contenían los remedios curativos, los llamados “albarelos”, de porcelana y cristal de las mejores fábricas. Tallados y enmarcados en medallones, los grandes hombres discípulos de Galeno. Con sillas para que la clientela esperara la terminación de su receta y sobre el mostrador, la joya de la corona suntuosamente trabajada: La última novedad en máquinas registradoras, una flamante “National” de la Casa Dayton, de Ohio, la mejor de la época, con 6.000 empleados en el año 1.900. En los techos, hermosísimos frescos de Morón con motivos alegóricos a la farmacopea.
Eran los tiempos de una Farmacia colmada de tónicos y reconstituyentes, de polvos medicinales y aguas milagrosas (“del Carmen”, “Melisa”...); tiempos de pomadas, yerbas, parches, elixires y mezclas; tiempos de los vinos quinados, de los emplastes, de los purgantes y de los calomelanos.
Hay que señalar que sigue en manos de su actual propietario, don Diego Zambrano, tan perfectamente conservada como siempre apareció en los viejos clichés de la época salvo algunos detalles sin importancia: Los viejos candelabros de bronce a gas, funcionan eléctricamente. Lo demás, sigue impertérrito después de más de cien años, mostrador tarros y cristales... Hasta la máquina registradora –auténtica pieza de coleccionista- sigue funcionando y haciendo caja todos los días. No nos extrañe que, ante tanta vulgaridad y mal gusto que hoy nos rodea, esta Farmacia Zambrano, aparezca diariamente asaltada de turistas para fotografiarla. (Basado en un relato de Juan Bustos)
NITO
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