lunes, 4 de agosto de 2008

UN CAMINO HASTA LA NIEVE

UN CAMINO HASTA LA NIEVE
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Escribe Francisco Pérez-Rejón Sola.- Uno se pregunta, al cabo de tanto tiempo transcurrido ¿por qué estos ignorados hombres han permanecido en el olvido? ¿Es que su aportación a la sociedad de aquella época no era importante?
Sinceramente creo que sí lo era, pero la historia siempre se repite y este peculiar trabajo, tan honrado como el primero, estaría mal visto. Casi sin quererlo, me viene a la memoria aquellos otros hombres que en Belén contemplaron el nacimiento de Jesús. Los israelitas tenían como proscritos y muy mal vistos los oficios de pastores, comerciantes (por aquello del fraude) y otra serie de ocupaciones. Quiso Dios. que el Salvador naciera junto a los humildes, por eso estas personas, despreciadas para el mundo, fueron los primeros invitados al acontecimiento, (aparentemente simple), pero de tan vital importancia que ha cambiado por completo el rumbo de la vida de los hombres.














¿No se estremecerían muchas veces los débiles cuerpos de nuestros Neveros al pasar junto a los ventisqueros, parapetados, en diversas épocas, de desafiantes cuchillos de hielo? Creo que ni sus pardas "pellizas", ni su raída manta a cuadros -aunque permaneciera tibia del calor recibido en el lomo de los mulos- serian suficientes para desafiar el gélido aire norte que día a día quemaba y endurecía sus curtidos rostros. Me imagino todas estas montañas sin descubrir por el hombre...

El camino de acceso a ellas lo trazarían muy diversos animales cuadrúpedos: lobos, zorras o cabras monteses bajando hasta los verdes pámpanos de las viñas del Contadero y que, viendo a los agricultores con sus perros, se escaparían huyendo por la cresta de las Terreras. Más tarde serían las reses bravas bajando al son de los cencerros en las largas trashumancias hacia otras tierras mas cálidas y, por último, se haría camino a golpes de herraduras de mulos y alpargatas de los Neveros.
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Pablo Bueno, nos cuenta "que el Camino de los Neveros con­serva esta denominación porque durante siglos fue recorrido por arrieros que subían desde Granada a los ventisqueros del Veleta en busca del hielo y nieve para el consumo de la ciudad."

Como noticia curiosa reseña como en 1870, según concesión por parte del Estado, mediante venta, otorgó la propiedad de toda la nieve de Sierra Nevada en ambas vertientes al señor García del Real, por la cantidad de 125.550 pesetas de oro. Después la propie­dad paso a los señores Peña Fernández, a cuyos herederos compró el ultimo propietario, don José Carrera Mata, en el año 1914, por la cantidad de 30.000 pesetas, quien efectuó la explotación de esta in­dustria hasta el año 1922, fecha en que instaló en Granada una fábrica de hielo. Y continúa diciendo:

"Constituye el Camino de los Neveros, una vía de penetración en Sierra Nevada, no solo atractiva e interesante, sino que también es el más corto para alcanzar, a pie, sus más altas cum­bres, así como las vertientes alpujarreñas, a través de los Tajos de la Virgen, a 3.160 metros de altitud.

Se inicia en Granada, saliendo de la ciudad por la Avenida Cervantes, en la orilla izquierda del Genil, encontrándose al fi­nal de dicha vía urbana con el Callejón de los Neveros y el Ca­mino Bajo de Huétor; puede seguirse por cualquiera de los dos hasta las instalaciones del Polígono de Tiro Olímpico en las Co­nejeras, en donde propiamente se origina el Camino de los Ne­veros. En sus comienzos, flanqueado a ambos lados por diver­sas urbanizaciones y grupos de chales, es realmente una carre­tera asfaltada en sus primeros tres kilómetros, desde la Avenida de Cervantes hasta las instalaciones de la Jefatura Provincial de Tráfico. Los siguientes tres kilómetros hasta el Contadero, son de tierra, aunque bastante aptos para vehículos.



-En esta primera parte tenemos dos importantes descensos, seguidos de otras tantas subidas. El primero de ellos al pasar Los Rebites, cercano a dicho Polígono de Tiro Olímpico. Frente a las instalaciones de la Jefatura Provincial de Tráfico, nueva su­bida, en la que recuperamos con creces el desnivel que perdimos, para terminar en otro descenso, mucho más pronunciado, dando vista a nuestra izquierda al valle del Genil y al pueblecito de Cenes de la Vega.
En dirección al citado pueblo contemplamos una multitud de barrancos que en las primeras horas del día o en las últimas de la tarde, destacan por estar el sol bajo y producir contrastes de luz y sombra que denotan su accidentada topografía, apreciándose en las arcillas y conglomerados miocenos una faja de erosión que abarca desde Jesús del Valle, en la cuenca del río Darro, por detrás de dicho pueblo de Cenes, hasta Monachil, situado a nuestra derecha.

A la altura de Cenes terminan los descensos. A los cuarenta minutos de camino, desde Las Conejeras, el camino se estrecha de forma natural, es El Contadero. Comienza ahora una vereda en pendiente y, en lo sucesivo, toda la altitud que vayamos ganando, ya no la perderemos. Al cabo de otros veinticinco minutos nos encontramos al pie de la impropiamente llamada Cuesta del Desmayo, denominación que corresponde a otra pendiente que encontramos al subir el Dornajo; al final de la misma, el camino se torna llano hasta que llegamos a la Fuente de los Castaños."
Hoy esta descripción ha cambiado sustancialmente. Principalmente en los comienzos de esta importante vía, la reciente urbanización, al final de la Avenida Cervantes, que se conoce como "EI Serrallo", con una amplia avenida. A su entrada, el nuevo Instituto "Bola de Oro". Continuando dicha avenida hasta enlazar con el propio Camino Real de los Neveros a la altura del Tiro, justo donde comienza el término municipal de Huétor Vega. Abajo, por la derecha, se encuentra la moderna a Ronda Sur y los túneles que atraviesan La Loma y enlazan la autovía con el nuevo acceso a la Alhambra y a la Sierra.
Hay que destacar las espléndidas vistas que se contemplan desde este lugar: el Palacio de Deportes, los nuevos accesos a los pueblos de la Mancomunidad del Río Monachil, los dos túneles de la nueva autovía con dirección a la Alhambra y a Sierra Nevada. A la entrada de Los Rebites, justamente a la vera del Camino, el nuevo depósito de agua potable construido por el Ayuntamiento de Huétor Vega en 1994 y, de frente, el gran depósito que albergara las aguas del Canal de Loayza y la situación envidiable del pueblo de Huétor Vega, lugar donde vivían la mayoría de nuestros Hombres Neveros. Pero esto es otra historia.


Richard Ford, escritor y viajero inglés, que residió en España de 1830 a 1833, escribió varios libros relacionados con nuestro país. Dice, que por Los Rebites, era su itinerario preferido para subir a la Sierra, y añade: "La mayor parte del camino se puede hacer en caballerías, porque los neveros, que van todas las noches por nieve, han trazado con sus mulas un camino".
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NITO
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