No más Hiroshima.
Hace sesenta y tres años... ¡Mira qué oportuno...!
Ante la oportunidad que me brinda tu entrada del día 9 sobre el acto en Lanjarón dedicado a Elena Martín Vivaldi, y ante mi torpeza para meterme yo misma en “La Murga”, te mando estas notas por si las ves oportunas para el blog.
¡Albricias, Nito…! No estés pesaroso: Si Lanjarón ganó por la mano a Granada, en lo de la Vivaldi, piensa en el santuario que nos han creado para nuestro recreo y solaz de ensoñación. Te propongo que sea éste un lugar de futuros encuentros poéticos cuando efectuemos por otoño la prometida semblanza a nuestra poetisa. Sólo nos faltaría que la sensibilidad de los lanjaronenses (“Cañoneros”) nos plantara un ginkgo biloba (a poder ser, bien crecidito…). Como cuando nos conociste, aquí en el Departamento de Lengua, seguimos luchando como siempre, por Elena.
Hace sesenta y tres años... ¡Mira qué oportuno...!
El ginkgo es un árbol muy resistente. No se le conoce ninguna enfermedad, soporta muy bien la contaminación, el fuego, las bajas temperaturas, la falta de luz e incluso la radioactividad.
El 6 de agosto de 1945 explotaba en Hiroshima, la Little Boy, la primera de las dos bombas atómicas lanzadas en Japón en la Segunda Guerra Mundial. Un ginkgo que se encontraba en los jardines de un templo budista, a 1 km. del lugar de la explosión quedó destrozado. Pero este superviviente del Pérmico no estaba dispuesto a morir. En la primavera siguiente, el viejo ginkgo brotó de nuevo. Hoy en día el árbol sigue vivo y a su pie se puede leer una inscripción que reza, "NO MAS HIROSHIMA.
El Ginkgo del holocausto, hoy
Por eso le añadimos hoy un nombre más a su ya larga lista de epítetos y apelativos a este árbol prodigioso: Árbol de la Esperanza. Esperanza de que ya nunca más Hiroshimas..
"La sensibilidad norteamericana" en Hiroshima
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Mari Carmen
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