La Murga divina: ¡Divina Murga...!
A fuerza de hacer de lo cotidiano costumbre, nos puede parecer que La Murga siempre estuvo ahí, entre nosotros.
- ¡Ah, pero ¿no fue siempre así...?!
La verdad es que algo sí que había: Basta con mirar mi querida y anaranjada "Olympia" (hoy apartada aquí en la playa, en el rincón de la nostalgia pero, eso sí, pulcra y engrasada como el primer día), y con la que a base de collages y mucho type, daba la vara (murga) con mis pequeñas memorias a todo aquel que quísome oír.
¿Y antes aún? ¿ antes del ordenador y de la máquina...? -Sí, antes de las estilográficas, y de los palilleros con sus plumines y antes de los bolis multicolores y estilógrafos, mucho, mucho antes, cuando me enseñaron los padres de mis amigos morillos a cortar un cálamo yo mismo de un trozo de buena caña común o cañabrava...
Cálamos de cañas y carrizos. Una con reservorio de lata.
Sueño todavía con la que me regalara el padre de mi amigo Maimún, tallada en nudoso y durísimo bambú, afiligranada ella y que duraba y duraba y no se despuntaba nunca. No era nada fácil trabajar ese material. Yo las empleaba siempre para dibujar, nunca para escribir pues "escribían muy gordo" para mis cuadernos escolares "occidentales", no como ellos que lo hacían en tablillas de madera enjabelgadas a modo de pizarras en sus escuelas coránicas.
Cálamo de bambú
Siempre estuvo en mí el germen de la escritura; como si estuviera poseido de lo que los antiguos llamaron "el cálamus currente": "El correr de la pluma", con presteza y de improviso, sin reflexión previa, a vuela pluma que diríamos hoy...
NITO
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