De nuevo en el puente de mando de La Murga, aunque me veáis en el ala del Boeing de Air Europa, con el que hicimos una toma totalmente sin visibilidad y lloviendo, aquí en Granada. Mallorca en invierno y fuera de las rutas trilladas por el turismo, superior. Su montaña y sus recónditos puertecillos pesqueros y deportivos, de lo más recomendable. Su sobrasada no tiene rival y su vinillo algo flojo.
Y en sus monasterios y cenobios donde el azar me llevó, entre naranjos y almendros en flor, descubrí a la Mallorca profunda y exotérica: Nada menos que me fue presentado la obra y el espíritu de Raimundo Llulius. Ya os contaré.
Nito
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