Francisco Pradilla (1848-1921) glosó en 'La rendición de Granada' la idea un tanto romántica y decimonónica del acontecimiento histórico del 2 de enero de 1492, poco parecida a la imagen real de la toma-entrega del último reino hispanomusulmán, el de los nazaríes a los 'ínclitos' Reyes Católicos. A este lienzo historicista donde todo parecido con la realidad sería pura coincidencia, le preceden unas largas y durísimas negociaciones.
Las Capitulaciones, los documentos de la rendición y sus condiciones, se firman en noviembre de 1491. Los Reyes de Castilla y Aragón le dan a Boabdil un plazo de sesenta días para que abandone y entregue la ciudad. Como prueba y garantía del cumplimiento, los Reyes Católicos piden como rehenes a 600 nazaríes, hijos de los caballeros más destacados de la ciudad. Boabdil adelanta su rendición y comienza a negociar las capitulaciones definitivas a finales de diciembre.Los rehenes son recibidos por Juan de Robles, alcalde de Jerez, el 1 de enero en la ciudad de Santa Fe, quedando a su custodia. El último rey nazarí está al límite, ya que su hijo se encuentra cautivo en la fortaleza de Moclín.
En la misma noche del 1 de enero, Gutierre de Cárdenas, comendador de León llega a la Alhambra y asegura militarmente la fortaleza antes de la entrega. Previamente, el ingeniero mudéjar aragonés Muhamad Palacios había creado un canal de acceso al edificio nazarí por detrás de la ciudad, por la zona del Realejo, en lo que en la actualidad es la cuesta del Caidero. Uno de los acuerdos consistía en que la entrada de las tropas católicas no debía soliviantar a la población nazarí.
Los primeros soldados del ejército de los Reyes Católicos se encuentran con Boabdil, que va a lomos de una mula, en la Puerta de los Siete Suelos. La escena que Pradilla intentó retratar en 1882 se produce en las inmediaciones de la ermita de San Sebastián, en el actual Paseo del Violón, pero la reina no estaría en el cuadro. Isabel de Castilla se encontraba en Armilla, donde esperaba con sus tropas al rey de Aragón. Isabel y Fernando abandonan el luto por la muerte del príncipe Alonso de Portugal, casado con una de sus hijas. La Alhambra se engalana para recibirles.
Son las tres de la tarde. Boabdil aparece a lomos de una mula. Se ha pactado previamente que ante el rey Fernando haría el ademán de bajarse del animal, pero que finalmente el monarca aragonés no se lo permitiría. Desde la Alhambra se disparan tres salvas. Como recuerdo de aquel acto, la catedral de Granada hace sonar a las tres de la tarde tres campanadas; además, el Papa concede indulgencia plenaria a quienes en ese momento recen por la paz y conservación del reino, así consta en las crónicas de Rodríguez de Ardila.
El cortejo
En el cuadro debería aparecer la imagen de Hernando de Baeza, quien fue el intérprete de aquella conversación. Existen dos versiones de las palabras dirigidas por Boabdil al rey católico. La primera, de Gonzalo Fernández de Oviedo, reza así: «Señor, estas son las llaves de vuestra Alhambra y vuestra ciudad. Id señor y recibidlas». La siguiente versión es la que recoge Rodríguez de Ardila, y dice: «Toma señor las llaves de esta ciudad, que yo y los que estamos dentro somos tuyos».
En la escena también debía aparecer el cortejo del rey Fernando, entre los que se encontraban Don Fadrique, el Adelantado de Andalucía, el Comendador Mayor de Calatrava y Fonseca, el encargado del utillaje de las tropas, así como un nutrido grupo de nobles y cortesanos.
Tras este acto, Boabdil no emprendió el camino hacia su refugio de La Alpujarra sino que viajó a Santa Fe, donde se encontraban los rehenes y también esperó a reunirse con su hijo. Días después inició el camino a su último retiro, allá en las montañas, y tras su última visión de la ciudad -otro tópico que nadie ha conseguido certificar históricamente- fue recriminado por su madre: «Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre». Este lugar es conocido con el nombre del Suspiro del Moro.
Mientras Boabdil abandona Granada, tras la entrega de las llaves al rey Fernando de Aragón, los más de 700 cautivos cristianos, medio desnudos y hambrientos son liberados de las mazmorras alhambreñas y se suman a los festejos con la tropa vencedora.
La Alhambra se entrega intacta. Los Reyes Católicos reciben gracias a Boabdil una ciudad fortaleza que no ha sido destruida, a diferencia de lo que ocurrió con Gibralfaro en Málaga y en otras posiciones hispanomusulmanas. Es el comienzo de la Edad Moderna, del renacimiento español y de las conversiones, persecuciones y posteriores incumplimientos de unas capitulaciones, que fueron firmadas para conseguir una convivencia que fue imposible.
DE JUAN LUIS TAPIA
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