Adiós a Manuel Espadafor, escritor y gran impulsor del
jazz en Granada.
Nunca pude
imaginar que mi Blog (ese que tanto te gustaba), me serviría para despedirme de tí, mi querido amigo Manuel. Quien iba a sospechar de este
luctuoso final: Te deseo el más luminoso de los destinos. Adiós, al hombre bueno y
honrado, artista enamorado de todo lo bello. Hasta la Eternidad, Manuel.
“ET IN ARCADIA EGO”
A Manuel Espadafor
A la sombra de la Alhambra escribió Manuel,
su pluma surcando notas de jazz en la ciudad
dejó un legado de letras impregnadas de pasión,
mientras el tiempo se lleva su melodía al más
allá.
Fotografías guardan los rincones que amaba,
las montañas y la nieve, refugio de su ser.
En cada imagen, su espíritu se desliza,
entre luces y sombras donde se solía perder.
Aprendiz eterno, alumno
de la sabiduría,
supo compartir su conocimiento con esmero.
En cada página, en cada nota de jazz,
Granada late al compás de su sincero empeño.
Recuerdos danzan al son de la triste despedida,
melodías en silencio tejen su adiós sentenciado.
Manuel, en nuestras almas tu presencia perdura,
como el eco lejano de un jazz nunca olvidado.
NITO
SEMBLANZA
La Prensa local granadina publicó esta triste noticia:
Manuel Espadafor Caba murió este pasado lunes, 30 de Septiembre
de 2024. Nacido en Pinos Puente, comenzó a trabajar desde muy joven, lo que no
le impidió cultivar sus grandes pasiones a lo largo de su vida. Aficionado a la
escritura, publicó varios libros, siendo especialmente conocido por 'Un
“Siciliano en la Alhambra”, “El retorno a la Alhambra”, Basadas en sus crónicas
de la época, también escribió 'Granada, con Jazz de Fondo', entre otras obras.
Empresario de profesión, amante del montañismo y la
fotografía, sus imágenes, especialmente de Granada y sus montañas reflejan su
profundo amor por la ciudad, sus ornamentos y sus paisajes. Era, además, un
apasionado de la música clásica y el jazz, con predilección por artistas como
Duke Ellington, John Coltrane y Miles Davis.
Aunque tuvo que dejar de estudiar temprano,
nunca dejó de aprender. Fue autodidacta y, cuando se jubiló, fue alumno de la
primera promoción del Aula Permanente de la Universidad de Granada. Más
adelante colaboró en compartir este enriquecimiento cultural a través de OFECUM
(asociación cultural de voluntariado nacida del Aula de Mayores de la UGR) con
la creación, entre otras cosas, del calendario cultural de dicha
organización y la Redacción de la Revista de Información Cultural de dicha
asociación.
Su nieta Mar ha escrito una
enternecedora carta de despedida:
Hoy las hojas de otoño caen en Madrid, desde donde
escribo esta carta, con ese dorado luminoso que solías fotografiar. Ahora las
veo caer, y en mi cerebro también suena de fondo aquella canción francesa* que
tú recordabas al verlas. Pienso que la fotografía marcó parte del ritmo de tu
vida, quizás para capturar lo que no querías olvidar. Desde luego lo marcó
cuando fotografiaste a quien sería el amor de tu vida antes de conoceros. Esa
instantánea fue el comienzo de una historia que, sin saberlo, seguiría durante
más de 60 años, y de la que me gustaría recordar tres momentos: el primero,
cuando antes de casaros, recorriste en tu vespa roja los 125km que separan
Granada de Serón en pleno agosto para ir a verla; el segundo, cuando escribiste
271 páginas de un libro dedicado a la memoria de su madre; y el tercero, uno de
los últimos cálculos que compartimos juntos: los 22.630 desayunos que le
llevaste a la cama a lo largo de los años.
Antes de conocerla, yo creo que había otra gran pasión
en tu corazón: Granada. Pienso que lo era porque para ti Granada era una
sinfonía de paisajes, sonidos, reflejos e historias. A veces la capturabas en una
fotografía con una luz fría, limpia, tras una subida a la Cortijuela. Otras
veces la pintabas con flores de colores y la Alhambra, inevitablemente,
encajada de fondo. Pienso que, para ti, Granada sonaba a Coltrane y Miles
Davis, y que sonaba a veces también a través de tu saxofón. La veías en sus
fuentes, y en las historias que aprendías, imaginabas y escribías de cada uno
de sus rincones.
Pienso también que tu vida fue una búsqueda incansable
de belleza, de ternura y de conocimiento. A través de tus palabras, tus
pinturas, y tus fotografías, nos dejaste fragmentos de esa búsqueda. Y ahora,
ese es el legado que todos los que te conocimos nos llevamos consigo.
Espero que cada uno lea esta carta y recuerde
sus propias fueilles mortes. Yo te recordaré en cada autorretrato en
superficies reflectantes, en cada conversación en italiano o en Granada, con
jazz de fondo.
Tu nieta, Mar Cañizares Espadafor.
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