domingo, 29 de septiembre de 2019


ANTECEDENTES DEL AEROPUERTO DE GRANADA



CADA DE LOS 20

El aeropuerto de Armilla y el avión “Granada”.-

Ya vimos, en una primera aproximación, cómo el final de la década de los 40 había sido un calvario para la aviación comercial granadina. Seguimos relatando el desesperante devenir  de la creación del aeropuerto que pone de los nervios al lector más templado. Menos mal que la obra de la que libo, de José Luis Entrala, está impregnada de un fino humor y jocosidad, a la vez que que nos muestra el gran conocimiento de la sociedad granadina. 

       
“…Hizo falta una guerra para que Granada tuviera un aeropuerto, aprobado y construido a una inaudita velocidad.
En 1921 la gente de Armilla ya se estaba acostumbrando a ver volar los endebles aviones de la época que hasta se atrevían a tomar tierra en los llanos sin necesidad de pistas, radares ni ayudas de vuelo. Algunos de ellos eran aviones militares que hacían escala casi forzosa en su ruta a los campos de batalla del norte de Marruecos  donde España libraba  una feroz y absurda guerra colonial. En julio de aquel año llegó en estas condiciones, un avión Bristol de la “Compañía Española de Navegación Aérea S.A”, con capacidad para cuatro pasajeros, que provocó el siguiente comentario de la prensa:

De Havilland DH.9 de CETA (Compañía Española de Tráfico Aéreo) en 1922. El avión era un DH.9 militar modificado a base de sustituir el puesto trasero del observador-ametrallador-bombardero por dos asientos para pasajeros, cubiertos por una especie de caperuza con dos estrechas ventanas sin cristales.

Con motivo de este arribo a los llanos de Armilla, ha vuelto a hablarse del positivo beneficio que significaría establecer allí un aeródromo oficial, tanto por la situación geográfica como por las excelencias del campo.  Y seguramente si nuestro ayuntamiento -después de ponerse al habla con el de Armilla-  realizara esta gestión, tal vez lo consiguiera.
El periodista José Acosta (Ideal, 29.09.1963) recuerda que en ese verano de 1921 hubo una reunión en el Gobierno civil para tratar del aeropuerto. Allí estuvo el alcalde de Granada, Germán Gil de Gibara (el de las tres ges), que el doce de Agosto recibe la sorprendente propuesta de Don Antonio (o Antonino) Gil dispuesto a regalar sus terrenos en los llanos de Armilla. Se lo comunica el Alcalde al Ministro de Guerra y, a vuelta de correo, el General Echagüe, director de la Aeronáutica  Militar, acepta la oferta.

El biplano de Lucien Demazel que voló en el Hipódromo de Armilla 
el 28 de mayo de 1913. (Archivo E. Atienza, gentilrza de M. Echevarría)

Los acontecimientos se precipitaron y el 17 de septiembre se recibió un telegrama del ministro Echagüe pidiendo que se allanen los terrenos previstos para mandar enseguida una escuadrilla de aeroplanos y un parque de tiendas de campaña que alojarán a los soldados mientras se construyen los hangares y talleres necesarios. Don Germán Gil llama al arquitecto Cendoya que, con una cuadrilla de obreros municipales y ¡…en un solo día!, alisa el campo. El 27 llegan los dos primeros aviones militares, en escala de su viaje hasta la zona de guerra de Nador, y desde aquel momento el flujo de aviones es continuo aunque el Ministerio de la Guerra tardó hasta el nueve de diciembre en librar las las primeras 250.000 pesetas para las obras del aeródromo de Armilla, que ya se llaman así oficialmente. Con este cuarto de millón se construyeron cuatro hangares de 484 m², nave de talleres, garaje, vivienda de las tropas y de los oficiales. Incluso se especula con la posibilidad de adoquinar la carretera hasta Granada.



Inauguración del aeródromo de Amilla. El general Echagüe acompañado del capitán Manzaneque se aproxima a saludar a los pilotos que volaron en aquella histórica jornada de 20 de junio de 1922 (Archivo E. Atienza)

El Comandante Luis Dávila que ha sido nombrado jefe del aeródromo y no para de dar la vara a todo el mundo para que las obras se concluyan en el plazo fijado. Y, aunque parezca mentira, así ocurre. El 20 de junio de 1922 se inaugura oficialmente el flamante aeródromo, nadie decía entonces aeropuerto, con cinco aeroplanos volando majestuosamente sobre la vega. Los elogios llueven de todas partes y con el sentido de la exageración que caracteriza a los granadinos pasamos de la nada a disponer del mejor aeródromo de España (La Publicidad, 04.04.1922) edificado en un lugar inmejorable y que “ha dado una gran importancia a Granada.” El campo tenía una superficie de 900 por 500 metros, los hangares estaban terminados y hasta cuenta con un estanque de riego de 380 m² que se surte de un nacimiento de agua propio.

Varias décadas después la balanza se inclinará al lado opuesto y el aeropuerto, ya con ese nombre, será un desastre donde los aviones no pueden aterrizar cómodamente por lo inadecuado de su situación y lo inclinado del terreno.
El ayuntamiento de Granada se lo tomó con calma y dos años después no había firmado las escrituras de los terrenos regalados por Antonio Gil, ni los de otros vecinos (comprada y no pagadas aún). Pero el asunto no pasó a mayores,   Armilla siguió siendo camino y posada para los aviones que luchaban la cruel guerra de Marruecos y también para los primeros intentos de transporte de pasajeros civiles que empezarán muchos años más tarde. Además de acelerar al máximo la construcción del aeródromo, la guerra de África provocó un movimiento de solidaridad que se tradujo en la compra de un avión de guerra, bautizado con el nombre de “Granada”, mediante suscripción popular. Fue un idea de Don Bruno Portillo que el Centro Artístico acogió inmediatamente abriendo la suscripción donde las autoridades predican con el ejemplo: Diputación, 1500 pesetas. Ayuntamiento, 1.000. Gobierno civil 250. Arzobispado 250 (¡Para comprar un avión de guerra...!), y muchas cantidades menores de establecimientos como los hoteles Nuevo Oriente y Suizo y particulares como el actor Fernando Granada.... Visto el éxito se encarga el avión a la Havilland inglesa y la escuela de Artes y Oficios elaboró una placa de 70x70 con la leyenda “Granada al Ejército español”.

Magnífica acuarela de J. Abellán sobre el De Havilland


Pero no podía faltar la polémica que surge ante la propuesta de colocar en el avión la imagen de la Virgen de las Angustias. El pretexto es que se trata de una “guerra Santa” contra el islamismo marroquí, un duelo Dios-Alá que la Virgen debe presidir junto a la ametralladora del avión de combate granadino. Menos mal que se impuso la sensatez y la opinión de Fernando Gómez de la Cruz (director de La Publicidad) a riesgo de quedar señalado como impío ateo por el fundamentalismo religioso de la sociedad granadina de entonces. La Virgen de las Angustias pudo respirar tranquila en su camarín de la Carrera al no verse mezclada en los intereses económicos de la cruenta guerra de África.

 El 21 de febrero de 1921 se entrega al avión Granada al Ejército. Fue en acto agridulce porque el deseo de todos era hacerlo en Granada pero hubo que hacerlo en Madrid con la presencia de la reina Victoria Eugenia, la bendición del Obispo de Sión y posterior banquete en el Ritz.
Otra instantánea del  mismo avión

Hasta mediados de mayo no vieron los granadinos “su avión” que según las crónicas era “el más grandioso y soberbio de los que hay en Armilla” y tenía las siguientes características: Fabricado por la casa Havilland, con un motor Napier de 456 caballos, 1906 kilos de peso y velocidad media de 200 km/h que hoy alcanza cualquier coche utilitario. Su calidad de “guerrero” venía dada exclusivamente por una ametralladora situada junto al asiento del observador. Nada de bombas ni otras zarandajas.
 El piloto designado para el Granada fue el Capitán Sáenz de Buruaga que,  el 17 de mayo de 1922, llevó como pasajeras, en un vuelo de exhibición sobre la ciudad, a las hijas del Presidente de la Diputación que para eso era la institución que más dinero había puesto. Pilar y Manolita Hitos pasaron un día de locura entre la emoción del vuelo y  el contacto directo con uno de los héroes de la aviación española.

Fue entonces cuando se rindieron cuentas de la compra. Se habían recaudado 108.126,73 ptas. El avión costó en Inglaterra. 83.981,730 pts.  Como vino empaquetado y por barco, los gastos de transporte fueron de 5.000 pesetas, a las que se sumaron las 1.200,80 de los actos de entrega y bendición, y las 413 de la placa de la Escuela de Artes y Oficios. 

Observarán que sobraron 17.510,28 ptas. Con ellas la comisión organizadora decidió obsequiar a los 3.000 pobres más pobres de Granada con sendas raciones compuestas por dos kilos de pan, uno de arroz, bacalao y patatas, medio de garbanzos, y un litro de aceite…”


 Biblografía.- 1) José Luis Entrala: Granada: Un siglo de anécdotas.
                        2)  Revista Aeroplano
                        3)  Prensa local:"La Publicidad" e "Ideal"
                        4)  Enciclopedia de Aviación Militar española


Biplano "Bristol"  con motor Hispano Suiza de 300 HP  de la Compañía Española
 de Navegación Aérea de San Sebastián para sus viajes de pasajeros a Granada.




NITO




1 comentario:

KITIYI dijo...

Aunque leo esta entrada a destiempo, más vale tarde que nunca, tengo que decirte que me siguen gustando mucho tus historias. Un abrazo!