sábado, 1 de febrero de 2014

EL AVIÓN DE JÉREZ DEL MARQUESADO



El año en que Jérez del Marquesado salvó  a unos marines americanos.

La oportunidad de narrar los sucesos del “Avión de Jérez del Marquesado”, me la ofreció Ofecum" este Otoño cuando organizó para sus socios una bonita excursión por el denominado “Sendero Solidario El Avión".
Ruta entre castaños centenarios y terreno quebrado de singular belleza, de unos doce kilómetros y que “naturalmente” ninguno hicimos, ya que el tiempo disponible y los meniscos y rodillas artificiales, así lo aconsejaban…

El Picón de Jérez

Como siempre que hablo de “Los aviones de Sierra Nevada” echo mano del imprescindible libro de Michel Lozares Sánchez, de igual título y de la Prensa local y nacional. También aconsejamos la lectura entrañable del libro: “Las bengalas de Chorreras Negras” de Antonio Castillo y Carlos Jaldo.
Muchas sorpresas me deparó esta historia y que apenas si conocía: La primera fue el saber que el avión americano, un Douglas DC-4 “Skymaster”, estaba bautizado con el nombre de “Ciudad de Madrid” (curioso nombre, en verdad, para un avión militar yanqui); la segunda fue la copiosa información recibida en el “Museo del Avión” que es, fundamentalmente, el pub de la localidad. Otra sorpresa fue hacernos fotos en el monumento en alabastro que recuerda el evento en la plaza mayor.

¡Nada de helicópteros: Con los mulos romos y gentes de acero, bastan...!

Relato de los hechos.-
María Cobo de Ideal escribió en su crónica una síntesis del accidente con ocasión del 50 aniversario celebrado en el pueblo:
“El 8 de marzo de 1960, un avión militar norteamericano tuvo que aterrizar de emergencia junto al Picón de Jérez del Marquesado, a 2.600 metros de altitud. El piloto y otro ocupante se presentaron en el pueblo y se hicieron entender doblando una hoja de periódico con forma de avión. Lo estrellaron y entonces las 'fuerzas vivas' del pueblo entendieron lo que había ocurrido. Dio comienzo entonces un rescate histórico que cambió la historia de Jérez del Marquesado y que nadie por allí ha olvidado 50 años después.

La ficha del "Ciudad de Madrid"

Antonio Lorente y Manuel Porcel fueron dos de los que se lanzaron a la montaña a pesar de la tormenta que azotaba Sierra Nevada. Lucharon durante horas contra la oscuridad y la ventisca, pero conocían la montaña palmo a palmo: "Recuerdo haberlo pasado mal, a veces nos quedábamos enterrados hasta el cuello en nieve y nos teníamos que sacar unos a otros", dice Antonio.
Encontraron el avión semienterrado en la nieve en la Piedra del Lobo, justo bajo el Picón. "Cuando entramos, la escena era un poco dantesca. No estaban heridos de gravedad, pero daban alaridos de dolor".



Seis hombres llegaron al aparato y se dividieron, de forma que tres se quedaron a pasar la noche con los heridos y los otros bajaron al pueblo para indicar la posición del avión. Al hacerse de día, bajaron a los once marines que estaban en mejores condiciones y llegaron hasta el 'Posterillo', donde había algunos vehículos que los transportaron al pueblo. Pero aún quedaba una docena de hombres en el avión a los que había que atender. Decenas de personas subieron entonces a la sierra para seguir con el rescate, que se extendió durante varios días, hasta que los 24 ocupantes del avión quedaron a salvo.


Hasta el pueblo llegaron aquellos días las máximas autoridades de Granada, del Ejército y hasta del Ejército norteamericano, que como muestra de gratitud donó el avión al pueblo de Jérez, que se encargó de bajarlo pieza a pieza ya en verano. El embajador americano también visitó el pueblo, para lo que los vecinos engalanaron los balcones al estilo de la película 'Bienvenido Míster Marshall'. Después de aquello, los americanos quisieron mantener el contacto con los vecinos y enviaron víveres durante años. Mañana, cuando se cumplen 50 años del accidente, celebrarán una vez más la valentía de las gentes de Jérez que les salvaron la vida.


Del libro de Michel Lozares Sánchez

Venían de Capodichino, Nápoles (Italia), con destino a la Base Aeronaval (Cádiz), donde realizaría una escala antes de partir hacia la NAS Port Lyautey, en Kenitra (Marruecos).
A los mandos se encontraban el Comandante de la aeronave, teniente Frank Renigar, y el copiloto, teniente Clifford V. Jensen, con 2.371 y 8.860 horas de vuelo, respectivamente.
La ruta, según el plan de vuelo y a nivel 80, era: PonzaAlghero, Palma de Mallorca, Valencia y Rota. El tiempo estimado del vuelo era de 5 horas y 54 minutos, y a bordo viajaban 6 tripulantes y 18 pasajeros.
Tras el despegue, el viaje se realizó en condiciones de vuelo visual (VMC), excepto durante 30 minutos, que se hizo en instrumental (IMC) antes de alcanzar Palma.
A las 12:45 horas piloto y copiloto verificaron su posición al Centro de información de vuelo de Barcelona. Igualmente estimaron el límite de la FIR de Sevilla a las 13:09 horas a nivel 80 y estimaron su llegada a Rota a las 14: 20 horas, con permiso –claro está- del intratable coloso de Sierra Nevada, donde se estaba tramando una fuerte tormenta.
El vuelo se realizó alternativamente en condiciones VMC e IMC y con ligeras turbulencias. El comandante encendió las luces de “Fasten Seatbels” (abróchense los cinturones) y salvo el mecánico de vuelo, que estaba ajustando el suministro de alcohol a las hélices, todos cumplieron la indicación.
A las 13:45 horas, el avión, volando en condiciones IMC a través de una fuerte tormenta de nieve, se vio atrapado en una corriente de aire descendente, lo que originó una rápida pérdida de altura de unos 400 pies. Acto seguido, la tripulación pudo observar las montañas tanto por debajo como por encima de ellos. Inmediatamente el copiloto elevó el morro del aparato y aplicó máxima potencia a los motores, pero con la velocidad real que llevaban, estimada en unos 80 kts, asumió que el impacto contra el terreno era inevitable y decidió cortar magnetos parando así los motores.
Gracias a la pericia demostrada por los tripulantes, el avión remontó lo suficiente para no impactar frontalmente, tocando suavemente de panza en la falda del Picón de Jérez -3.088 metros de altura-.
Tras la colisión, el aparato de deslizó por la nieve ladera abajo, sorteando milagrosamente las rocas y perdiendo en su trayectoria dos de sus cuatro motores y parte del ala izquierda. Tras deslizarse unos 1.200 metros, el DC-4 “Skymaster” se detuvo en el mismo borde del tajo “Chorreras negras” a una altura de 2.400 metros.
A partir de ese momento, todas las comunicaciones con el avión se pierden. Control de Rota llama a Sevilla, a Nápoles. Interviene el Servicio Aérea de Rescate de Kenitra, quien avisa a la USAF de Alemania…
A las 19: 01 horas, tras haber sobrepasado el tiempo máximo de autonomía del R5D, Port Lyautey alertó a todas las unidades del SAR, requiriendo disponibilidad de búsqueda aérea a primeras horas del día 9.
A las 20:25 horas la Estación Naval de Rota notificó haber recibido un mensaje de control de Sevilla comunicando que las autoridades españolas de Guadix habían sido alertadas por dos tripulantes del aparato, y que el mismo había caído a 25 millas al este de Granada.
El informe de investigación del accidente emitido por la USN concluía que: “La principal causa del accidente fue un inadecuado plan de vuelo. La causa subyacente fue negligencia por parte de ambos pilotos. Poco más puede decirse respecto al error humano. Este insólito accidente es ciertamente atípico de la alta cualificación mantenida por los comandantes de los aviones de transporte”.



El rescate

Tras perder el contacto con el “Ciudad de Madrid” y mientras se activaban las alertas de búsqueda, allí, en la nevada cara del Picón de Jérez, comenzaba una historia propia de los mejores guiones de las películas de Hollywood.
Tan pronto se detuvo el avión en las Paratas de Chorreras Negras, la mayor parte de los tripulantes salieron al exterior para inspeccionar el estado del aparato, volviendo al interior tras ver que no existía peligro de incendio. Tras los primeros y lógicos momentos de confusión y nervios se comprobó que, afortunadamente, todos estaban vivos, aunque más o menos la mitad de los supervivientes necesitaban atención médica urgente, atendiéndose en la medida de lo posible (el aparato no contaba con botiquín médico de emergencia) a los heridos más graves

¡Milagroso que no siguiera resbalando...! (Ver círculo).

Gracias a que el fuselaje quedó intacto, los tripulantes pudieron protegerse en su interior de las bajísimas temperaturas y fuerte vientos en el exterior. Una hora más tarde, a las 14: 45 horas, dos de los pasajeros ilesos, Casimer Peter Kania y John Shulick, tras ver a los lejos y entre la niebla las luces de una población, se ofrecieron voluntarios para buscar auxilio y emprendieron su camino montaña abajo; tan solo diez kilómetros les separaban de la salvación, aunque ellos lo desconocían. La tripulación, mientras tanto, hizo uso de la radio de emergencia cada hora, sin recibir respuesta alguna, y lanzó varias bengalas al aire con la esperanza de que alguien pudiera divisarles.
Kania y Shulick se encontraron, en su errática bajada, con el pastor Manuel Jiménez cerca del Cortijo Justicia, a un par de kilómetros de donde se hallaba el avión. Imaginamos el susto del pobre hombre al divisar a unos “extraterrestres” que surgían de la niebla, vestidos de blanco y armados, que le gritaban en extraña lengua…


Válvula de paso del sistema de combustible expuesta en el Pub El Avión
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De 'Viven' a 'Bienvenido Mr. Marshall'. Cincuenta años más tarde.

Este rescate recuerda al ocurrido en los Andes en 1972. Un accidente que inspiró la película 'Viven'. Sin embargo también trae a la memoria otra cinta cinematográfica, ya que como si se tratase de la película 'Bienvenido Mr. Marshall' los vecinos recibieron a los dos únicos supervivientes que ya quedan entre aplausos, con banderas estadounidenses y ofreciéndoles lo mejor de la gastronomía del lugar.

En la chapa del balcón se lee: "No pisar" (NO STEP). ¡Y es que del árbol caido...!

Los actos conmemorativos de este rescate se prolongarán hasta el 7 de septiembre y entre ellos destaca la inauguración del "Sendero Solidario El Avión".
Esta ruta, de dificultad media-alta y unos doce kilómetros, ha sido diseñada con el mismo recorrido que los hombres de esta tierra hicieron para rescatar a los marines en la madrugada de una intempestiva noche de marzo de 1960.


Cincuenta años después ya solo quedaban  Francis John Rupp y Frank Zaio
Rescate "milagroso"

Milagroso, sí. Pero varias veces milagroso: Pese al siniestro de la aeronave, los 24 ocupantes, todos los marines norteamericanos, sobrevivieron al grave accidente. Resultaron algunos ilesos y otros heridos de muy diversa consideración, pero todos se salvaron.
Milagroso fue que el avión no continuara resbalando ante el precipicio (hubo que apuntalarlo en cuanto los rescatadores entendieron que no podrían ser evacuados todos los pasajeros el mismo día).

El  E.M. del Aire ordenaba la adquisición del material procedente del Skymaster

Y, sobre todo, milagro fue que los americanos se toparan con una raza especial de hombres, duros y correosos, valientes y generosos. Con absoluta ausencia de equipamiento, en la oscuridad de la noche, con nieve y fuerte ventisca, el pueblo de Jerez del Marquesado se movilizó solidariamente. Con gran esfuerzo y arriesgando sus vidas, se consiguió rescatar y evacuar a todos los ocupantes con vida.

El  "Museo del Avión" en Jérez 

NITO
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2 comentarios:

Manuel Espadafor Caba dijo...

Solo tengo una palabra que decir en este comentario: ¡EMOTIVO!

Unknown dijo...

Después de varios años de investigación, se ha podido demostrar documentalmente que es el único accidente aéreo en la historia de la aviación civil y militar, que no se cobra ni una sola víctima mortal.