Entre las cada vez
más escasas muestras de interés arquitectónico de una época concreta –comienzos
del siglo XX- que van quedándonos en Granada, destacamos este notable edificio
de la Gran Vía, esquina a Tinajilla.
No es un caso único
en esta Avenida el gusto por rematar las esquinas cuando no es posible utilizar
el ángulo recto. Crean así sus arquitectos unas bellas esquinas atrevidas y
originales (véase el edificio esquina a Azacayas).
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Nos dice Juan
Bustos Rodríguez en su Granada, laberinto de imágenes y recuerdos:
“Su cierre en piedra artificial (cemento) y sus barandas en hierro forjado, con
diseño y ornamentación modernista, caracterizan su estilo, que fue el adoptado
en tiempos de la burguesía progresista de nuestra ciudad –con la del resto del
país- hacia finales del S. XIX.
Era aquélla burguesía
la que estuvo ligada a un excitante tirón industrial que, por lo efímero,
apenas dejó más recuerdo que sus frustradas expectativas de desarrollo.
Pero volviendo a la finca,
resaltaremos su abundancia en elementos
de interés, empezando por los propios de la ornamentación vegetal y floral que
decora la vistosa fachada.
Es interesante, así
mismo, la ligazón del cierre a los balcones laterales, dentro de una
composición unitaria de la fachada, que desestima la simple superposición de
elementos sueltos.
Original también el dintel trilobulado encima de los
balcones, que en su moldura recuerda formas góticas, estilo artístico con el
que tantas relaciones formales tubo, en definitiva, el estilo modernista.
De gran visualidad el
remate superior, con cornisa discontinua, con molduras y modillones, culminando
con barandillas de huecos arcos en su parte inferior y remates de la parte de
obra que continúan a modo de grandes pilastras.
Acaba tan deliciosa
ornamentación una serie de motivos vegetales y florales. En la planta baja
pueden observarse los arcos que eran propios durante una época en los huecos de
fachadas para los locales comerciales”.
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En la casa, por
cierto, tuvo lugar un episodio dramático cierta vez. En los terribles años 40.
Unos rateros fueron sorprendidos en plena fechoría, se armó el consiguiente
revuelo entre los inquilinos, se corrió la voz de que podían ser los célebres
hermanos Quero, los últimos resistentes al régimen del 18 de julio que eran
buscados por todas las fuerzas de seguridad, se presentó la policía y los
pobres desdichados –que no eran ninguno de los Quero- murieron acribillados.
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En estos ejemplos de
´”esquinas atrevidas” que posee la Gran Vía, se ha huido de la fractura rotunda
del ángulo recto, aliviando su rigidez con gracia y originalidad manifiesta. En
la época en que se levantaron estos edificios, aún no había muerto la
Diversidad; aún no había aparecido ese horrible y mal llamado “sentido
práctico” que está acabando con nuestra elegante arquitectura en la ciudad.
NITO
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2 comentarios:
En tu última foto y en el balcón de la esquina del segundo piso (el que tiene el cartel de “se alquila”) me asomaba con frecuencia para ver jugar a los alumnos del Instituto Padre Suárez. Esta entrada me ha evocado muchos recuerdos.
Vengan acá esos recuerdos, siempre y cuando estos sean gratos. Si algunos fueran negativos: ¡Al olvido con ellos...!
También es casualidad atinar yo con tu antigua casa de tantas como tiene la Gran Vía.
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