miércoles, 16 de noviembre de 2011

LA TORTAJADA y La Belle Époque granadina


Una bellísima joven en el escenario parisiense del Empire, de plumas y crinolinas canta Miss Bouton d'Or. Es la noche de su debut y hay en el público expectación por conocer a La Tortajada, nueva en la plaza. De entrada, su belleza de mujer andaluza ha impresionado a los espectadores. Pero cuando la española levanta una auténtica marea de delirio es en el número de baile que sigue a su aparición. Cuando enmudecen las guitarras la sala puesta en pie aplaude y grita: "¡Tortajada! ¡Tortajada…!"



-Su verdadero nombre era Consuelo Tamayo. Tortajada era el apellido de su marido y su adopción respondía a esa inveterada costumbre del mundo del music-hall y de las varietés de escoger un nombre artístico original y sonoro. Sabido es que más que en el arte de aquellas figuras de la Belle Époque, importaba la fascinante y arrolladora presencia de la divette. La Tortajada cumplía cabalmente estos requisitos. Una mujer alta, de tez blanca, de pelo y ojos negros, de mirar incitante. Su morfología respondía al más acusado gusto de la época. Sus formas físicas eran de una orografía espectacular. Cintura afinada, hermoso escote y brazos bien torneados. El tipo de mujer que volvió loco aquel París, cuyos resplandores culturales y frívolos atrajeron a emperadores, reyes, grandes, duques y magnates del mundo entero.


 Cuando La Tortajada se presenta en el Empire de París, en 1882, tiene 15 años. El año anterior se había casado con el compositor catalán Ramón Tortajada, director del coro del convento de monjas, en Barcelona, donde se educaba Consuelo Tamayo. Descubrió en la adolescente corista una voz de excelentes registros y la animó a estudiar canto bajo la dirección del maestro Serra, en la ciudad condal. Más tarde dará clases de baile con el maestro Arriaza en Sevilla. Ramón Tortajada se dedicó a cultivar la mina artística que había descubierto en su alumna y, decidió explotarla. Bajo el señuelo de preceptor y protector, imagen paternal y amparadora de aquella adolescente de 14 años, la catapultó del convento a los grandes escenarios del mundo de las varietés. Tras unas actuaciones en Barcelona y Madrid la convenció para que se dedicase a las varietés.


París era la meta para las estrellas del mundo. La adolescente Consuelo no sabía gran cosa, pero su marido sí. Para su presentación en la Villa-Luz le compone Miss Bouton d'Or y la disfraza de vedette, con innecesarios corsés, sujetaligas, plumeros, pieles… Y nace La Tortajada. El empresario catalán Oller, creador en París de espectáculos de una magnificencia inusitada como el Nuevo Circo, las Montañas Rusas, el Moulin Rouge y el Olympia, contrató a La Tortajada, tras su restallante debut en el Empire, y su nombre fue pronto famoso en estos célebres escenarios. Fascinaba su juventud y su belleza, y entusiasmaban sus bailes y la cadencia de su voz andaluza. En poco tiempo su nombre se situó entre la media docena de figuras que se disputaban el centro parisién del music-hall. Su imagen ilustró en 100 diferentes imágenes las colecciones de postales, en donde la hermosa mujer iniciaba un strip-tease con un mantón de Manila. Por dos veces consecutivas dio la vuelta al mundo, actuando en los escenarios más célebres de Inglaterra, Berlín, Bélgica, Suiza, Italia, Rusia, Norteamérica, Transvaal… Fue recibida, agasajada y condecorada por el kaiser Guillermo II y el zar Nicolás II, e incluso el Papa Pío X le concedió una audiencia privada, y es que para las gentes devotas del espectáculo suponía un refrendo, algo así como la garantía del perdón de sus pecados.
En la biografía de La Bella Otero, de Arthur H. Lewis, se lee: Dos estrellas españolas oscurecían a todas las demás. Una fue la señorita Consuelo Tortajada, que cantó y bailó en el Alhambra durante muchos meses y la otra, todavía más renombrada, fue La Bella Otero. A diferencia de la Otero, esta bellísima española cosechaba triunfos de la crítica donde quiera se presentase y al parecer restringía sus actuaciones sólo al escenario".


El 1 de junio de 1901 reaparecía La Tortajada en el londinense The Alhambra, con la opereta melodramática en tres actos Los Contrabandistas. El diario Encore decía: "Nuevos giros se han introducido en The Alhambra. El más notable de ellos es La Bella Tortajada, la encantadora y completísima bailarina española que ha deleitado en anteriores ocasiones al público de Mr. Slater Dudas. Posee una extraordinaria voz que la emplea maravillosamente en la Aria de Contrabandista y Aria al sol y otras canciones. Aún más, hemos de destacar que posee una fuerza dramática grande que la hace maravillosa en la expresión de la pena, de la pasión, del odio y la desesperación. La opereta ha sido magníficamente presentada en escena por Mr. Phillip Wowden, con música de Ramón Tortajada, de gran fuerza artística descriptiva, considerándola como la mejor obra presentada en The Alhambra". Todos los periódicos ingleses enaltecieron el arte de La Tortajada.


La fantástica proyección de La Tortajada originó toda suerte de leyendas. Un día los periódicos publicaron que había sido raptada y llevada a África por un príncipe zulú. Otra vez que había sido asesinada por un príncipe vienés en Nueva York. 
En uno de sus viajes a España, Carmen de Burgos, Colombine, la entrevistó para su libro Confidencias de Artistas. La escritora pudo comprobar que no era fantasía, sino que sus aventuras exóticas y sus peripecias novelescas eran auténticas.
La Tortajada en sus viajes a España visitaba siempre Granada. Pero tan sólo una vez, en febrero de 1906, accedió a actuar ante sus paisanos. Fue en el teatro Cervantes, en una función destinada a fines benéficos. La artista puso como condición que la mitad de los ingresos fuesen destinados a las gentes pobres de Santa Fe.

La Casa Árabe en la Plaza de la Mariana

La Tortajada eligió Granada para su retiro. Pero Consuelo Tamayo no podía vivir lejos del lujo y la fastuosidad. Adquirieron un “palacete árabe”, que el gran actor granadino Francisco Fuentes se había hecho construir en la plaza Mariana de Pineda. Colombine nos deja esta descripción: "La casa de La Tortajada es una reproducción del palacio de Alhamar. Están allí sus salas de muros calados y azulejos, sus miradores y ajimeces, sus jardines construidos en el primer piso y poblados de mirtos, arrayanes y cipreses".
La Tortajada siguió viviendo en su palacete árabe, convertida en una señora devota y burguesa. En lujoso landó tirado por los potros más hermosos de Granada, iba a misa a la Virgen de las Angustias y paseaba su espléndida belleza morena, cubierta de soberbias joyas, como una reina destronada, bajo las miradas pasionales de los granadinos. Era un monumento viviente, ornato de la ciudad, y de su plaza de toros.
Sin duda el busto femenino más desarrollado y célebre de la Granada de 1902, debió de ser el de la célebre artista La Tortajada –“de pecho de pupitre”, llegó a decir el grave y sesudo Melchor Fernández Almagro –



Con el tiempo La Tortajada se convirtió en doña Consuelo. Iniciado el declive de su juventud, invulnerable al desengaño, abrió la jaula dorada de su casa al amor de un hombre joven que, como pájaro depredador, acabó de dilapidar su fortuna. En las manos de la artista quedaron tan sólo las pruebas de su fastuoso pasado: fotos, cartas, programas, condecoraciones, recortes de prensa… Sus familiares, buenas gentes de Santa Fe, le abrieron las puertas de su modesto hogar, donde doña Consuelo tuvo una vida larga y sosegada, tan larga que, cuando murió en 1957, muy pocos se acordaban de ella. Su nombre era un recuerdo deslumbrante de la Belle Époque. Consuelo Tamayo vivió rindiendo culto a su pasado esplendor físico. No se resignó a perder su belleza. Los parientes que la cuidaban nos contaron que nunca supieron su edad. Incluso cuando era ya una anciana, jamás se dejó ver sin maquillar. Su compostura personal era un rito cada mañana. Varada en el recuerdo de su fulgurante pasado, acabó sus días en Santa Fe. En su pequeño cementerio tuvo reposo aquel cuerpo de arrebatadores perfiles, que tantas pasiones había despertado en las cortes europeas.


En esta casa de la calle Castillo de Santafé, murió la Tatajada.

NITO

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8 comentarios:

Antonio Montufo Gutiérrez dijo...

Me ha encantado tu artículo, no conocía esta historia ni tampoco sabía que había vivido en el palaceta árabe de la plaza de la Mariana la Tortajada, recuerdo perfectamente el palacete y la forma tan trágica en que derrumbó debido a una explosión de gas por un manejo de bombonas.
Con artículos como este nos acercas hechos y personajes de la historia de Granada.

Carmen Lopez dijo...

Efectivamente Sr.Nito, después de su SINOPSIS PARISINA, se veia venir alguna historia relacionada con La Belle Époque... Conocia algo del personaje, pero no con tanto lujo de detalles y descripciones(sobre todo de la belleza de la dama). El que me llama bastante la atención es Don Ramon Tortajada, que parece que se dedicó a algo más que a cultivar la mina artistica de la muchacha.Como siempre ENHORABUENA.

Manuel Espadafor Caba dijo...

Muy interesante la vida y el ambiente de un pasado no tan lejano reflejado en sus personajes. Me pregunto si grabó algún disco de gramófono que en aquella época era la novedad, sería curioso oír su voz.

Nito dijo...

Gracias por vuestros comentarios: Me gustaría tanto haberos sorprendido… Por lo menos esa era la cara que pusisteis los que me acompañaron a la Bodega Castañeda, cierto mediodía, al señalarla yo como objetivo murguero.

Ignoro si llegó a grabar algún disco de pizarra. Hoy sería un tesoro.
Toda Granada oyó –en cambio- el taponazo butanero y el triste fin de “la casa árabe”.

Sin embargo nuestra amiga Carmen López me da pié a añadir algo más sobre el marido de la artista, D. Ramón Tortajada, al insinuar que “se dedicó a algo más que cultivar la mina artística de la muchacha”.
-Efectivamente: Se dedicó a varias cosas, aquí en Granada, pero no sé el sentido que quieres darle. A mí se me ocurren dos: Diremos que era un “bigardo” de tomo y lomo (Mora Guarnido le llama "maestro de la alta picaresca artístico-galante").
Y digamos que fue un catalán emprendedor.

Tanto daría de sí en La Murga este personaje, y tan limitado es el espacio en este Comentario, que se me está ocurriendo darle un sitio más amplio en donde no estorbe: Me refieroa:
ttp://www.lamurgadenito.es/comunicados/
¿Qué os parece...?
Os abrazo.

KITIYI dijo...

Cuando cayó la casa árabe? Es posible que yo la conociera o son imaginaciones mias? Enhorabuena por el artículo, digno de ser publicado en más medios, aunque este ya tiene bastante difusión.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Cuando veo los pocos comentarios que te envían tus seguidores a trabajos tan documentados, de tanto mérito y rabiosamente granadinos, pienso, sinceramente, que no te merecemos. En mi nombre, pido disculpas.
¿Sabremos, algún día, dónde te documentas, para sorprennos siempre?

ERMITAÑO BEBEDOR.
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Nito dijo...

Mi querido Ermitaño Bebedor:
"¡No le hurgues, que así es la rosa...!"
Uno tiene los amigos que tiene y que ha sabido ganarse.Pero tienen su libre albedrío.

Mis fuentes principales -como tú muy bien sabes- están en la calle y como mucho, en las hemerotecas, de las que libo sin cesar.

Juan Gómez dijo...

Amigo Juan: ya estoy aquí de nuevo. Veo que la cosa no decae, con nuevos e interesantes reportaje de sabio periodista. Bueno, creo que tenía que decir algo ya que habia compartido contigo aquella visita a "Las Castañeda" donde Doña Consuelo hermoseaba su notable busto en aquel cuadro en pura retirada por el paso de los años. Tenia que comentar, además que como muchos otros granadinos , pasó a la historia sin demasiado esplendor. Pero sé de buena tinta que suspiraba por esta ciudad a la que nunca habia olvidado. Si el zar ruso y el Kaiser aleman la habian condecorado ¿porqué en España no era reconocida?. La eterna pregunta: ¿Qué pasaba con nuestra gente?. ¿Porqué la historia ha sido tantas veces tan injusta?. Realmente ¿somos así?.
Bueno Juan, una vez más mi enhora buena.Seguimos al pié del cañón, aunque llevo un tiempo metido en asuntos musicales que no se aun como terminarán.Te mantendré informado.
Un abrazo
Juan Gomez