Desde este mirador se divisaba Tenerife en el horizonte
Su uniformidad paisajística sólo se ve rota por los denominados roques o pitones que corresponden a antiguas chimeneas volcánicas por las que salieron lavas pastosas y por los acantilados que constituyen gran parte de los linderos del parque.
Rituales de jefes guanches
El guía nos llevó a un calvero, donde misteriosamente no crece ni una hierba y donde los "druidas" guanches hacían sus aquelarres junto a una piedra de sacrificio o ara. Entumecidos como estábamos, nos llevó allí mismo, a un restaurante-refugio y nos recomendó, además de un café, que probáramos el gomerón, chupito estomacal a base de miel de palmera y otros hierbajos: ¡Alucinante...!No acabaron las sorpresas: Bajamos a una altitud media por debajo de los nublos y con una radiante primavera, nos dispusimos a almorzar en un pequeño y acogedor refugio rodeado de feraces huertas aterrazadas entre limones, naranjos, almendros, papayas y aguacates.
A los postres, nos sorprendió el dueño y dos camareros con una demostración del silbo gomero que ante el peligro de la extinción de este peculiar sistema de comunicación, es asignatura obligada en los colegios.
Adiós a la Gomera
Llegados al puerto y tras dos horas de tiempo libre por la ciudad, embarcamos de nuevo y decimos adiós a tan maravillosa isla, auténtico Edén y a donde no me importaría ser desterrado.
NITO
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