Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas.
Cien millones en palas, picos y azadones.
Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de sus enemigos tendidos en el campo de batalla.
Ciento setenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas por el continuo uso de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.
Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas en día de combate.
Millón y medio de ídem para mantener prisioneros y heridos.
Un millón en misas de gracias y Tedeum al Todopoderoso.
Tres millones en sufragios por los muertos.
Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías.
Y cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.
NITO
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