jueves, 30 de junio de 2022

LA TROCHA DE JÚCARO

 


Quisiéramos traer a estas páginas, a un granadino, tan ejemplar y esforzado como desconocido e ignorado por sus paisanos: Don José Gago Palomo, teniente coronel de Ingenieros, licenciado en Medicina y en Derecho. Poco rastro queda, sin embargo, de su recuerdo en Granada; a mis manos llegó una foto que muestra su nombre filigraneado  en un empedrado granadino perteneciente a un parterre del carmen albaicinero que habitó. Hombres de su temple hicieron lo imposible por evitar la caida de nuestro Imperio Colonial.


 Biografía

Gago Palomo, José. Granada, (1849 – 1908). Ingresó en 1875 en la Academia de Ingenieros de Guadalajara, después de realizar previamente los estudios de medicina y cirugía en su ciudad natal. Salía de la citada Academia como teniente, una vez terminado el plan de formación reglamentario, el 22 de febrero de 1879, siendo destinado al Regimiento Montado del Cuerpo.

En junio de 1885 era destinado a Ultramar, al batallón de Ingenieros en las islas Filipinas. Durante el mando del general Weyler como capitán general de las Filipinas, se encargó al comandante en Ultramar Gago, la construcción de la “trocha” de Tukurán, que tanto sirvió en las operaciones posteriores de los generales Weyler y Blanco contra los “moros” (musulmanes nativos).

Por lo extraordinario de su labor, fue recompensado con la Cruz de María Cristina. En 1891, regresó a la Península.

En 1893 estaba prestando sus servicios en la Comandancia de Ingenieros de Granada y en 1894 ascendía a comandante de Ingenieros. En julio de 1895 cesaba en tal situación, siendo destinado a la Comandancia de Ingenieros de Sevilla, donde permaneció hasta enero de 1896 en que se le nombraba ayudante del capitán general de la isla de Cuba, el general Weyler, isla en la que desembarcaba el mes siguiente.

Poco después de hacerse cargo de su destino como ayudante, se le mandaba a la Trocha de Júcaro a Morón para los trabajos de fortificación necesarios. Bajo su dirección (su trocha de Tukurán le sirvió de experiencia para la del Júcaro), se construyeron cincuenta torres de mampostería (una por cada kilómetro de la línea), la tala de la manigua a lo largo de la citada trocha, con un ancho de trescientos metros, un campamento permanente cada diez kilómetros, la instalación de proyectores para alumbrado de la línea, así como un tendido telefónico, dos hospitales, una línea férrea paralela a la trocha y, finalmente, otros edificios auxiliares. Esta impresionante obra la terminaba el 21 de agosto de 1897. En dos ocasiones fue atacado por partidas de los insurrectos, logrando rechazarlos e incluso perseguirlos. Como recompensa por estas acciones de guerra y por las obras realizadas, se le concedió la segunda Cruz de María Cristina.

Retirado a petición propia del servicio, se establecía en Granada, donde se dedicó al estudio de la jardinería, reuniendo un gran número de datos y observaciones de millares de plantas, a las que estudió científicamente.

Don José Gago Palomo

 Gago, el diseñador de La Trocha

Estaban aún en el azaroso viaje marítimo cuando Weyler le develó la idea de levantar la Trocha. El Comandante, en 1898, había divulgado en la revista madrileña Memorial del Ingenieros del Ejército, un informe donde narró de manera minuciosa el desarrollo de la compleja empresa y su descripción técnica. Reproducimos este testimonio excepcional:


TROCHA DEL JÚCARO

Las trochas son sencillamente líneas de bloqueo, que se destinan a interceptar el paso de víveres, municiones y demás recursos que generalmente se emplean para atacar puntos aislados, obligándoles a agotar sus medios de subsistencia y defensa, sin permitirles reponerlos.

Hasta ahora a ninguna nación más que a China se le ha ocurrido presentar al enemigo una línea continua a lo largo de un territorio, porque los ejércitos regulares combaten en grandes masas y esa línea necesitaría un personal numerosísimo y una organización costosísima para tener en cada punto la resistencia suficiente para rechazar el ataque. En la guerra de Cuba el enemigo jamás se reunió en grandes masas, sino en casos excepcionales, para dar un golpe de mano y disgregarse después en pequeños grupos resueltos a no combatir, que pudieran vivir sobre el país y marchar sin impedimenta. No necesitaban, por lo tanto, líneas de comunicaciones.

Las trochas no sólo fuesen útiles, sino hasta necesarias en la guerra de Cuba, a no ser que España hubiera ocupado militarmente todo el territorio, para lo que hubiera necesitado un ejército enorme.


La organización de esta trocha.

A la llegada del general Welter no existían vestigios de la trocha antigua; sólo se encontraban a lo largo de la vía férrea, en dos o tres puntos a lo sumo, restos de cimentación de edificios de mampostería, de planta cuadrada del metro, 50 de lado, cuyo destino no se concibe fuese otro que el de los abrigos para escucha actuales, pero teniendo la mitad de superficie que estos últimos.

El plan del general Weyler abarcó dos clases de obras: las permanentes, que debían subsistir durante la paz, y las pasajeras, que sólo prestarían servicio durante la guerra.

Las principales entre las primeras y base de la defensa y vigilancia, eran las torres que luego describiremos, de las que debía construirse una en cada kilómetro de la línea. La guarnición de estas torres, en tiempo de paz, sería sólo de dos o tres hombres para su cuidado.

Cada 10 kilómetros se construiría un cuartel con carácter defensivo para cabecera de compañía, donde se alojaría la que tuviese a su cargo las diez torres correspondientes al tramo, y por último, en cada una de las líneas del Norte y del Sur se construiría un cuartel con alojamiento para dos compañías completas, que serviría de cabecera de batallón para alojamiento del que tuviera a su cargo cada una de las líneas.


Todas estas obras debían ser de carácter permanente y fueron designadas con el número del kilómetro en que se habían de emplazar, desde la torre 1 hasta la torre 68, por ser éste el número de kilómetros de la línea. Para emplazamiento de los cuarteles cabecera de compañía se eligieron los puntos medios de la distancia entre las torres.

Para completar la vigilancia se dotaría a las torres de una garita elevada, donde se colocaría un centinela, y se instalaría un aparato proyector de luz para iluminar la zona correspondiente a cada torre.

La llegada de tropas sería continua, hasta acumular las que fuesen necesarias, utilizando la vía férrea desde el momento en que el material de la vía estuviese disponible. Para imprimir la mayor velocidad a toda disposición y tener noticia inmediata de cualquier suceso, se proyectó también dotar a la línea de una red telefónica completa, estableciendo un aparato telefónico en cada torre, enlazando cada cinco de éstas con el campamento correspondiente y con el inmediato, permitiendo esta doble comunicación que quedase asegurada, aun cuando por un accidente cualquiera se interrumpiese una de ellas. Otra doble línea, con aparatos magnetos de mayor energía, dejaba asegurada la comunicación de todos los campamentos entre sí y con las poblaciones de Jácaro, Ciego de Ávila y Morón. De este modo el jefe de un tramo cualquiera tendría inmediato conocimiento de cualquier suceso y podría transmitirlo en seguida al comandante general de la trocha, cualquiera que fuese el punto de la línea donde éste se encontrase, y éste, a su vez, podría mandar a la vez desde cualquier punto de la línea todas las fuerzas de la misma, como si estuviesen a su alcance.


En los proyectores de luz se marcó la condición de que se había de leer un manuscrito a 500 metros del foco, distancia que se consideró como límite de acción; pues separadas las torres 1 kilómetro, correspondía la mitad de esta distancia a cada una.


"La Patria ha sido defendida con honor. La satisfacción del deber cumplido deja nuestras conciencias tranquilas, con solo la amargura  de lamentar la pérdida de nuestros compañeros y las desdichas de la Patria". 

ALMIRANTE CERVERA Y TOPETE.


FUENTES.- 

-Tomado de Memorial de Ingenieros del Ejército, año LIII, No. VIII, Madrid, España, 1898.

WIKIPEDIA

-MIS MEMORIAS DE GRANADA de Luis Seco de Lucena

-Compilación de José Antonio Quintana García: "Gago, el diseñador de la Trocha".



NITO

 

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1 comentario:

candel dijo...

Hola, Nito, me gustaría poder contactar contigo para consultarte una cuestión a una entrada que publicaste en tu blog sobre La Casa de Mitra. He tratado de hacerlo a través de Facebook, pero imagino que no te acercas mucho por ahí. Si pudieras pasarme un email o algo con el que hacerte la consulta, estaría muy agradecido. Es por un tema personal, por lo que preferiría no hacerlo por aquí.
Muchas gracias y disculpa las molestias.
Saludos.