“Espada, mujer y
membrillo, de Toledo deben ser”.
(Refrán, sólo a medias verdadero...)
LA LEYENDA.-
Paseábase el rey
Fernando el Católico una mañana por la Carrera del Darro en compañía de un influyente Venegas al que había pedido
le mostrara lo más sobresaliente y digno
de ver de la ciudad, sobre todo lo concerniente a la industria estratégica,
como eran la seda y a la forja de armas.
En esto que llegaron
a la altura del puente del Aljibillo (o
de Ibn Rasiq), frente a la puerta baja de Guadix, extramuros de la ciudad, donde, al arrimo de las fraguas allí existentes,
se hallaban establecidos los armeros más
notables de la ciudad y que allí mismo ejercían su oficio con maestría singular.
Puente del Aljibillo
La curiosidad primero
y el asombro después, hizo que el rey se fijara en las pruebas que un maestro
espadero, de nombre Ahomar, sometía a un acero recién templado y que no eran
otras que las de torsión y flexión del mismo.
Consistían las tales
pruebas en introducir la espada violentamente en la canal de un conformador de
dura madera –a modo de estuche o vaina- cinchado
de bridas de hierro que recibía a la hoja de acero en su totalidad
sometiéndola a unos esfuerzos extremos
que la deformaban de su original forma. Después se desenvainaba con igual
fuerza debiendo recuperar su forma primera sin quebranto ni deformidad.
Presumiendo de su
acero toledano, el rey quiso probar la bondad y temple del suyo. Embistió con
decisión su estoque en el orificio del
rudo y extremo conformador y… ¡Consternación…! ¡La espada toledana quedó
quebrada dentro…!
El asombro quedó
reflejado por igual en los tres personajes: El rey por creer que poseía el
acero mejor forjado de Castilla. El Venegas pensando en cómo arreglar el
desaguisado ante el mosqueado Fernando. Y el temeroso espadero exclamando para
sí mismo: ¡Alá me proteja…!
Espada jineta de Boabdil
TEMPLANDO
ESPADAS
Se
ha hablado mucho de la magnificencia de las aguas y de las arenas del río Tajo
en Toledo para templar aceros donde se piensa estaba la clave de la calidad.
Pero
-salvando lo que atañe a su mítico oro-
qué poquito, por no decir nada de nada, se ha dicho de las aguas del
Darro y sus arenas para esta cuestión de la forja y temple. Y lo que casi nadie
sabe: La presencia en estas arenas (de
color gris brillante), de antimonio en su justa proporción, parece
ser el causante de que se forjaran y templaran en Granada las espadas mejores
del mundo durante los siglos de la dominación árabe. Estas espadas fueron
exportadas a todas partes.
Lo que mayor interés despertaba en el mercado
internacional de caballeros de capa y espada, era una buena hoja que llevara
bien visible la marca y cuño de su forjador. Por esta razón fue grande el
número de espaderos europeos que adquirían las hojas de Granada y Toledo para
adaptarlas a sus guarniciones, o que enviaban aquí sus cazoletas y gavilanes
para que fueran montadas con hojas “a la morisca”.
Eran
muchos los espaderos que tenían punzón y cuño propio con el que marcaban su producción respondiendo
con ello de la calidad de su obra; y muchas veces, además de punzonar con su
marca, grababan su nombre en las hojas prestigiando con ello a la espada y a su
poseedor.
La marca "del periillo"
LA HISTORIA
En el capítulo XVII
de la segunda parte del Quijote se lee: “…Tú
a pié, tú solo, tú intrépido, tu magnánimo, con una sóla espada, y no de las
del perrillo
cortadoras…”
Como sabemos, las espadas del perrillo son las que tenían como
marca en su hoja un perro corriendo marcado con unos sencillos trazos. Esta marca seguía apareciendo punzonada y rellena
de cobre, en hojas de espadas españolas del siglo XVI, con guarnición de lazo.
Pertenecía esta marca
al espadero toledano Julián el Moro, conocido también como Julián del Rey. Procedía
este espadero de Granada, de donde fue traído a Toledo por el rey Fernando el
Católico, quien había sido su padrino de bautismo cuando el espadero se
convirtió al cristianismo. Se mezcló Julián con los espaderos toledanos entre
los que fue muy bien acogido, ya que su fama le precedía, pues de todos era
sabido que fue el artífice que labraba las armas del Boabdil, entre la que
destacaba su famosa espada jineta, existente hoy en el Museo del Ejército de
Toledo.
Moderno espadero probando la calidad de su acero
LA LITERATURA
Espada, mujer y membrillo, si han de ser buenos, de
Toledo deben ser.
¡Menudo aserto...! ¡Valiente
desatino…! -De membrillos nada digo, pues nada entiendo. En cuanto a lo de la
mujer y la espada... ¡Seguro estoy que el autor de tal refrán no conoció ni
vivió en Granada!
Sé cierto que decir puedo,
y mil veces referillo:
espada, mujer, membrillo,
a toda ley, de Toledo.
Nuestro
agradecimiento a Cervantes que enriqueció no sólo nuestra lengua sino tantos
otros aspectos de la Historia. Él vivió, como todos sabemos, en la Posada de la Sangre en Toledo donde
escribió “La Ilustre Fregona”; y
habiendo sido soldado en la batalla de Lepanto, visitaría sin duda, los talleres y tiendas de los
espaderos situados en las calle de las Armas, vecinos suyos, y charlaría con
ellos y probaría sus espadas, y él, que de este tema entendía un rato largo, se
convencería de que, con ser buenas las de Ayala, Sahún o Sebastián Hernández,
las mejores eran las que todo el mundo tenía como tales: “La del perrillo”
Tan
importante y conocido fue el cuño del perrillo que los más hábiles espaderos
alemanes de Solinguen y Passau,
adoptaron como marca identificativa “el lobo” con lo que no sólo competían con
el toledano sino que llamaba a confusión.
Pronto,
los potenciales clientes, aprendieron a distinguir la genuina toledana de Julián
del Rey (el Ahomar de nuestra leyenda), por un sencillo detalle: El “perrillo”
corría con el rabo inhiesto, cosa que no hace el “lobo” (que siempre corre con
el rabo agachado).
Espada jineta de combate
Aunque son muy frecuentes los casos de
imitaciones comprobadas de marcas españolas por los espaderos alemanes, la
existencia de estas dos marcas tan similares, y la falta de documentación
completa de las marcas originales españolas, crea un problema en la
identificación de las espadas de ambas procedencias.
Tanteando un estoque
NITO
4 comentarios:
¿Resistiría la comparación un acero toledano o nazarita con un acero de Damasco…?
Es un tema que me llamó siempre la atención: Sabemos que siempre hubo relación entre los espaderos del Al-Andalus y los de Damasco.
Aquí se investigó la composición del acero damasquino, sus superficies veteadas con preciosas irisaciones formadas por toda la gama de grises y su facultad de fuerte sin quebrarse ni doblarse.
-Buen reportaje, pero sobre todo, muy entretenido.
PEPE MARÍN
Estimado Pepe Marín:
Sí, resistiría la comparación y es más, la superaría.
Tengamos en cuenta que la técnica del acero de Damasco fue traída a España por los musulmanes y aquí siguió evolucionando a la par que Damasco decaía. Digamos que en el S. XVII el acero toledano o granadino era insuperable.
Tecnológicamente se basaba en el famoso Acero de Damasco, una combinación de hierro y acero. Hierro para darle robustez y flexibilidad, y acero para darle filo. Pero, mientras que el acero de damasco distribuía el hierro y el acero de forma más o menos aleatoria a lo largo de la hoja, formando las famosas "betas" o "damasquinos", el acero toledano, concentraba un ánima de hierro, recubierta por completo de hojas de acero, una combinación imposible de conseguir si no se templa a la temperatura apropiada (38ºC) en una solución salina específica.
Un abrazo.
Quisiera saber cual fue la espada que fernando le quebro la haja.le agradaceria sudos pedro
Hola Buenas tardes quisiera saber cual fue la espada toledana que al rey fernando le quebro la hoja.saludos
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