Si tus pasos te
encaminan alguna vez por este rincón
granadino, no olvides la cámara, dilecto murguero: Este edificio te proporcionará
unos encuadres deliciosos a la par que un feliz ocio. Juan Bustos, mi cronista moderno preferido, tenía especial predilección por esta casa, a la que llamó “casa de calidad”.
Disponte a leerlo con gozo:
“Este es un notable edificio
de calidad, que llama fuertemente la atención, tanto por la originalidad de su
conjunto como por la abundancia y belleza de a sus elementos: maderas,
azulejería, hierros, motivos ornamentales… Se levanta en la calle Marqués de
Falques y es una interesante muestra de
la arquitectura doméstica granadina en una época aún relativamente
próxima a nuestros días, los años 20 del siglo pasado.
La atractiva fachada es de evidente
vistosidad. Asimétrica, con composición de huecos verticales, está rematada
airosamente por un avanzado alero
típico, tradicional en las casas de la ciudad durante siglos, y que aquí tiene el detalle de de sobresalir
sobre los cierres graciosamente. Puede apreciarse, cómo el claro dentado
de las rejas, imprime una forma movida
al borde del alero. Es muy destacable
la decoración de formas renacentistas de la primera planta, donde los
huecos de los balcones están guarnecidos
por dos pilastras corintias que adornan buenos relieves platerescos,
tomados del estilo de Diego de Siloé posiblemente, por haber algunos similares
en la Catedral y en San Jerónimo.
La cerrajería de forja de
los balcones es excelente. En la segunda planta, los balcones, tienen a ambos lados
elementos decorativos manieristas, similares a los de la magnífica casa que hay
en la calle Jardines, esquina a Verónica de la Magdalena, provenientes del
diseño de la fachada de la Audiencia y simplificados. Sobre ellos un espléndido
alto relieve, con unas cabezas de guerreros, héroes de lejanos siglos, que
emergen de unos medallones flanqueados por mitológicos grifos o quizá dragones
provistos de sus clásicas alas
legendarias. La última planta
posee huecos con pilastras laterales que sostienen la cornisa
y se rematan por arcos rebajados, moldurados con relieves superiores,
con cabezas más pequeñas que las de la planta inferior. Es muy sugestivo el
balconaje de forma curva. Para completar el atractivo de la rica fachada, una
ornamentación de azulejos le da una nota colorista muy original.
En los bajos de la finca se
encontraba una vieja farmacia granadina,
la farmacia Nacle, que aún conservaba en su entrada (hasta hace muy poco
tiempo), algunos detalles de buen gusto
comercial antiguo en puertas y cristales. Antes de su instalación aquí, la
farmacia estaba en Gran Vía 33 y Marqués de Falces, otra bellísima finca de la
que hablaremos en otra ocasión.
Primer emplazamiento de la Farmacia Nacle, en Gran Vía
Merece la pena reproducir el anuncio que este establecimiento publicaba en la revista “Reflejos” en 1924, cuando aún las farmacias reclamaban la atención del público y hacían publicidad de sus servicios: “Farmacia y Laboratorios del Dr. Nacle, Catedrático de Química Orgánica de la Universidad. Medicamentos de absoluta pureza. Completo surtido de específicos nacionales y extranjeros. Se sirven pedidos por correo a los clientes de provincias”. Un documento curioso, en su sencillez, de la vida cotidiana granadina de hace noventa años”.
Fantasía sin límites y ginkgo biloba. Gran Vía 33
NITO
1 comentario:
Como estos edificios echaron abajo en los años setenta del pasado siglo otras casas de la Gran Vía, cambiándolos por otros mamotretos que rompieron la armonía y uniformidad de una época con mejor gusto.
¡Buen trabajo!
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