Allá va la ronda
de las chicas guapas;
dicen que hay bautizo
en la Plaza Larga.
Llena de confites,
la bandeja pasa,
los vasos de vino,
la sangría helada;
copas de aguardiente
que saltan las lágrimas
y para calmarse
la fresca alcarraza.
Siempre hubo gentes audaces, inteligentes y trabajadoras que en aquellos tiempos difíciles, con economías de subsistencia, le supieron sacar partido a las modestas materias primas, que la parca naturaleza les ofrecía.
Siguiendo la tradición y durante el mes de San Juan, mes misterioso y propicio donde los haya, tenía lugar la recogida de hierbas y frutos capaces de ser transformados en bebedizos, untos y demás remedios para la alegría y salud del personal.
Nuestro emblemático barrio del Albaicín, como cualquier otro barrio, contó siempre con personajes singulares, como Manolo “Mudéjar”, el vecino que más sabía de aguardientes.
Mirad lo que he encontrado en “Los Papeles del Carro de Santiago” de Mariano Cruz (Ritual de la Cocina Albaycinera), sobre dicha agua de fuego y otras costumbres a punto de desaparecer por la moda cambiante del baño en el mar, en pelota picada, al filo de la media noche y a la luz de las hogueras…
Aguardiente de nueces: Es necesario coger las nueces la víspera de San Juan, ya que entonces están en su punto. Se utilizan tres nueces sin quitarle la cáscara verde, en pedazos, por cada litro de aguardiente seco (corriente). Este lo hay en la Taberna de Manzanares, «El Descanso», porque se halla en todo lo alto de la Cuesta de la Alhacaba. Se bebe cuando está oscuro como el vino tinto. Este licor se aconseja a las mujeres que padecen trastornos menstruales y de ahí que, en el Albayzín, se dice que cuando las hembras toman este aguardiente, los hombres pueden descansar y estar más rato en las tabernas.
Aguardiente de moras: por su buen paladar se consume mucho en el Barrio. Las moras deben ser de zarzales apartados de los caminos, que son las que no cogen polvo, pues si se lavan pierden casi toda su enjundia. El aguardiente debe cubrir las moras. El licor se prepara en septiembre-octubre.
Aguardiente de hierbas: Se elabora en junio, cuando aparece la manzanilla, aunque se utilizan cuatro hierbas más, a partes iguales. Las plantas son, pues, manzanilla de la sierra, hierbabuena o hierba luisa (de los huertos y cármenes), mejorana (de por encima del Avellano o de por el cortijo de Las Monjas, en los altos de San Gabriel) y flor de malva, algo menos de la cantidad que pongamos de las otras hierbas. Estas se han de depositar en el aguardiente siguiendo el orden: primero la manzanilla y la mejorana, que sueltan pelusas; luego las otras hierbas, que harán de filtro. El aguardiente las cubrirá totalmente. Se usa como remedio para los dolores de barriga y las digestiones pesadas.
Otros aguardientes: de uva (de piel dura); de cereza (de corazón de cabrito); de pasas, pero sin despojarlas del rabo; de pepino, criándolo en la botella y cuidando que el cristal no haga de lupa y lo queme.
El día de San Juan, por la tarde, se celebraban reuniones en los huertos y cármenes para comer cerezas con pan de aceite.
A “El Mudejar” se le puede considerar el gran maestro del aguardiente, cogedor, fabricante, catador y bodeguero. ¡Cuántos días del año, en su mesa camilla, gustando y divagando de lo divino y humano!
NITO
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2 comentarios:
Cuánto me acuerdo de aquella uva de Almería de embarque, dura y crujiente, era especialmente buena para guardar en aguardiente, desgraciadamente ya no se encuentra en el mercado y solo en algunos parrales de consumo casero.
que buen blog
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