sábado, 30 de junio de 2012

LAS PASADERAS DE SAN PEDRO



A San  Pedro, que era calvo,
le picaban los mosquitos,
y su madre le decía,
ponte el gorro Periquito,
que te pican los mosquitos,
con el triqui triqui tron,
una pulga y un ratón
han salido de un cajón.

-oOo-
Qué duda cabe que Las Pasaderas eran el plato fuerte del programa de fiestas del barrio de San Pedro. Pero el 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo, la chiquillería esperaba con ansiedad gozosa aquel arroz tradicional, «probe pero güeno» con que eran obsequiados.
Apenas ya nadie las recuerda: Las «Pasaeras» era un juego que consistía en cruzar el cauce del río Darro sobre piedras enjabonadas o con sebo. Era como una cucaña, sólo para señoritas, se iniciaba la diversión a las siete de la mañana y otorgaban premios la Comisión de Festejos y el comercio. En 1972, último año de las «pasaeras», pusieron la fiesta a las siete de la tarde; ¡Innovadores!


El cura Bueno Pardo escribe: «El día de San Pedro va mucha gente a rezarle y mucha, mucha, muchísima a las enjabonadas pasaderas del río; a mojarse las mozuelas gentiles los zapatitos nuevos y las bordadas fimbrias de los limpios vestidos en la espuma de la corriente mansa, mientras que, atolondrada muchedumbre del masculino sexo, se entretiene en cazar «monas» por los alrededores pintorescos de las cercanas alturas»
Surroca dice que los mozos se dedican a cazar «moscas». El que tenía razón era el cura, pues los jóvenes, además de trincar mozas entre los árboles, agarraban «monas», jumeras increíbles. Afán de Ribera dedica a la Fiesta de las pasaderas más de diez páginas, en las cuales describe minuciosamente el jolgorio y su mecánica. En un momento explica: «¡Qué bulla y qué bullicio cuando alguna forastera, moza de servicio, más audaz que sus compañeras, intentaba la aventura, dando por postre un episodio de enseñanza libre de robustos cimientos y de ligas más o menos verdes o coloradas!» Al fin, todo el mundo acababa cantando lo de «A San Pedro, como era calvo, le picaban los mosquitos, y su madre le decía: Cómprate un gorro, Perico».


Hasta hace unos años se mantuvieron las pasaderas y hoy esperamos su rehabilitación, ya que se habla de «asociación de vecinos de San Pedro». Si renacen, estamos seguros que los organizadores sabrán respetar las tradiciones. La víspera de la fiesta, Los Serenillos, que tenían un quiosco al lado del Rey Chico, eran los encargados de abrir la poza y colocar los peñones para las pasaderas: eran siete, tres fijos al principio y tres, también fijos, al final, y el de en medio, que se movía. A las piedras se las untaba con jabón y sebo, con lo que resultaba muy difícil cruzar el río sin caer a la poza, incluso evitando la piedra móvil del centro. La diversión se iniciaba con el alba y los mozos esperaban el comienzo de ella tomando anís y buñuelos, aquellos que se vendían engarzados en un junco.


 En los últimos años de su celebración, con las limitaciones a que eran sometidas las jóvenes, las principales participantes, a la hora de cruzar descalzas las «pasaeras», fueron las «niñas de mal vivir». Y, entre ellas, se dice que aguantaron hasta que se extinguió la fiesta, la Puta Pelada y la Pelona de la Fuente, muy habilidosas en esquivar resbalones. Al medio día, se cercaba el paseo y se obsequiaba a los chaveas del barrio con arroz con carne. Lo preparaban los cocineros del Sacro Monte, que bajaban con toda clase de cacharros y peroles y lo servían las mozas del barrio, ataviadas con mantones de manila y peinetas. Ambiente muy de los años cuarenta.

El tradicional arroz, «probe pero güeno», se cocinaba friendo un pimiento cornicabra, que se sacaba después. En el aceite se echaban unas costillas de cerdo, que son las que dan gusto al arroz, y cuando tenía dos o tres vueltas, se le añadían el pimiento verde, el casquillo de cebolla, un par de tomates «maúros», todo ello muy bien picado. A esta fritada se le ponían dos o tres ajos, picante, perejil y pimiento seco, todo bien machacado. Después un poco de vino y azafrán y a la sartén, donde aguardaban las costillas. Se le echaba agua según la cantidad de arroz y se sazonaba. Cuando las costillas estaban «ternicas», se volcaba el arroz, pero que no fuese «muy malejo». Se apartaba «enterico» y se dejaba reposar.
Durante el día se repartía el agua del Carmen de la Fuente, transportada con borricos enjaezados.

NITO
BIBLIOGRAFÍA:
1 / “Ritual de la Cocina Albaycinera” de Mariano Cruz Romero, editada en diciembre de 1982 por Los papeles del CARRO DE SAN PEDRO (colección de monografías del Albayzín) por la editorial Azur, y en segunda edición corregida y aumentada en febrero de 2005  por Alquería de Morayma.

2/ “A orillas del Dauro” y “Fiestas populares de Granada (1885) de Antonio Afán de Ribera.
.

2 comentarios:

Mayte MCaro dijo...

gracias por este reportaje tan ameno, esperemos que efectivamente se recuperen tradiciones como esta!!1 saludos!!
mayte

Nito dijo...

Muchas gracias, Mayte. Todo un lujo para esta "Murga irredenta" el que nos leas de vez en cuando.
Un saludo cordial y que sigas ilustrándonos con tus obras.