A falta de algo mejor y no por escasez de ideas sino por cierto desánimo, os traigo hoy un trozo de mis Memorias Bicicleteras de hace ya algunos años.
Corresponde a la Ruta del Quijote que hiciéramos cinco amigos inseparables y integrantes de "Pedal Genil", (grupo pseudo-deportivo, especialista en el noble arte del pedalear-bebiendo) por estas nobles y resecas tierras, que ahora he pasado y repasado últimamente, pero con menos fuerzas y con esta misma calor de entonces:
"...Regresamos por Arenas de San Juan, donde se rezagan los tres "fieras" a comprar víveres en un colmado del que no querría salir Amezcua por nada del mundo ya que el dueño se mostró cortés y obsequioso. Mientras que, para no enfriar, Pepe y yo (que veníamos en las últimas) seguimos a marcha lenta de recuperación hasta Puerto Lápice. Intentando llamar por teléfono en esta localidad, fuimos alcanzados por "la intendencia", que venía echando chispas, pues había anochecido ya y nuestras bicis no llevaban luces (lo mismo que sus dueños). Ya reagrupados, y dejando la carretera general, nos internamos a oscuras por el carril pedregoso conduciendo a tientas y con extremo cuidado de no pillar alguna lasca ni caer en alguna trampa de arena que nos hiciera derrapar y diéramos con nuestros santos huesos en tierra:
"...díjole Don Quijote: Sancho amigo, la noche se nos va entrando a más andar y con más oscuridad de la que habíamos menester para alcanzar a ver con el día La Viña de nostramo el seor Baillo..."
Y de este modo, acompañados del relajante canto de los grillos que tomaban así el relevo a las chicharras que nos martillearon con saña durante todo el caluroso día, llegamos al refugio sin más percance.
"...No se si repetirlo, distraido lector. Y abra bien vuesa mercé las entendederas. Las chicharras primero y luego los grillos: Todo en una sola jornada... "
Jornada gloriosa para todos, especialmente para mí, pues al contrastar los cuentakilómetros del grupo, me di cuenta que este día habíamos pulverizado nuestro mejor record de 110 Km/día que hiciéramos en Santiago de Compostela. A saber: 150'1 Km/día. Toda una jornada de 12 horas y a 40, 42° C. la mayor parte de ellas.
Lo celebramos con una exquisita y nunca bien ponderada ducha "a la regadera" y una cena de camionero, ¿o sería mejor decir de galeote? Mediada ésta, ¡Vive Dios!, que, emocionado, propuse un largo y dulce brindis que hizo temblequear de miedo las botellas en la bodega.
Después de telefonear a nuestras mujeres, nos dormimos beatíficamente pero quizás sobrara cerveza, por lo que más de uno y a media noche, tuvo que descender la peligrosa "escotilla" de la buhardilla a oscuras y aliviar al raso su hinchada vejiga ante las silenciosas y rutilantes estrellas manchegas. Y entre esto y otros malos vientos de villana gente cuartelera, que hubieran arrancado las tejas del refugio de haberlas tenido, se pasó la noche en un suspiro".
NITO
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