jueves, 12 de marzo de 2009

AUMENTAN LOS REYES GODOS

Aumenta la terrible lista de Los Reyes Godos

Ahora viene el libro Corpus Nummorum y nos trae la certeza de que la lista de los reyes godos era más amplia que la que miles de niños españoles aprendieron de memoria en la escuela. Así, Iudila, Sindila, Suniefredo y Ardo, no figuraron nunca en la letanía que recitaron de carrerilla durante generaciones. En estas vanalidades encontradas en un suelto de “El País” pensaba yo , cuando me acordé de un viejo y divertido articulo de Antonio Burgos del que entresaco algunos párrafos.

Se había constituido la ONU, había sido promulgada la Declaración Universal de los Derechos Humanos y habían llegado los americanos a Torrejón, Zaragoza, Rota y Morón: Era evidente que la dictadura de Franco se estaba reblandeciendo. Razones todas éstas por las cuales nos libramos de tener que aprendernos, uno por uno, todos y por su orden, como hasta hacía apenas unos años, la lista completa de los Reyes Godos, con pedrea, aproximación y centena.

Nos teníamos que aprender de memoria, de carretilla, las obras de misericordia, los frutos del Espíritu Santo, las tres capitales de Aragón, las valencias de flúor, cloro, bromo y yodo, la declinación del singular y del plural de rosa-rosae, la fórmula del ácido sulfúrico, la métrica de la octava real... Pero nos habíamos librado de la terrible lista de los Reyes Godos. Bastaba con aprenderse como un resumen de lo publicado de aquel culebrón de la Historia, como la solapa del libro de la Edad Media. Era facilísimo aprenderse el pasavolante que nuestros ya abiertos y casi permisivos planes de estudio le pegaban a la lista de los Reyes Godos, aquel regate que parecía de Di Stefano o de Puskas. Por lo facilongo que era, nunca se nos olvidó. Miren lo que decía:

"Los Reyes Godos fueron 33, pero los más famosos fueron 4: Ataúlfo, Recaredo, Wamba y Don Rodrigo"...

antifaz copia_editado-1_01


¿Y los demás? A los demás, que les vayan dando. El terror fue para las promociones anteriores de alumnos de Primaria y Secundaria, de monjas y curas y de institutos. Leovigildo no existió para nosotros, y por ello fuimos aproximadamente felices. De Suintila no sabíamos absolutamente nada, a pesar de lo cual podíamos llevar al cine a aquella niña tan guapa de las Esclavas Concepcionistas cuyos amoríos se disputaba media clase. Los Reyes Godos estaban en las estatuas de la Plaza de Oriente, ay, dolor, pero eran como esculturas innominadas, como monumentos al soldado desconocido de aquel tebeo de moros y cristianos, de malos y buenos, de invasores y resistentes, como "El Guerrero del Antifaz", en que nos habían convertido la enseñanza de la Historia de España. Es más: nunca llegamos a saber exactamente si los puñeteros Reyes Godos eran de los buenos o eran de los malos. Puestos en el tebeo de la Historia, hasta había un oso, como Yogui, un oso que le había dado un abrazo mortal a uno de los Reyes Godos. Pero como ya nos libramos de aprendernos la lista completa, nunca supimos a quién se pasaportó el oso. ¿Fue a Favila, fue a Witiza, o fue a Manolete en Linares acaso?

Los mayores, los del plan antiguo, presumiendo, nos decían:

- ¿A qué no te sabes la lista de los Reyes Godos?

- Sí, Ataúlfo, Recaredo, Wamba y Don Rodrigo...

- No, la lista completa...

- La lista completa no va a examen. Si ni siquiera viene en la letra chica...

Nuestras promociones escolares de los 50 demostraron que con sólo cuatro Reyes Godos se podía vivir perfectamente. Que aunque ya nadábamos en una relativa abundancia con la leche de los americanos y el queso de color rosa que repartían en los colegios, se podía aplicar la cartilla de racionamiento con efectos retroactivos a la lista de los Reyes Godos.


NITO

1 comentario:

Manuel Espadafor Caba dijo...

Los niños de aquella época quizás no se nos metía en la mollera todos esos reyes, pero nos sabíamos de carretilla los nombres de los equipos de fútbol, entre otras cosas porque teníamos pegadas las estampas de sus cabezas sobre los botones con los que jugábamos en plena calle.
Manuel Espadafor