viernes, 2 de noviembre de 2007

Contemplaba perplejo desde el Cerro del Aceituno, a la caída de una tarde atornasolada y que acabó lloviendo a mares, las ruinas de la para mi desconocida, Iglesia de San Luís, (erigida parroquial en 1501) cuando me vino a la memoria algo que había leído y ya tenía olvidado.
Dice la leyenda que este templo estaba adornado de los cuadros y esculturas más bellos y de los que no ha quedado resto alguno, salvo la estatua en piedra de S. Luís, única imagen salvada de la destrucción y hoy en el Museo de la Catedral.

La mas interesante de estas era la del Cristo de la Luz, que la tradición refiere que se descubrió al hacer los cimientos de la Sacristía, en el fondo de una mina, de la que, al ser golpeada por los obreros, salió una voz quedecía: "Cavad y encontraréis la luz", hallándose entonces un Crucifijo bellísimo, resplandeciente y alumbrado por una lámpara maravillosa al que, desde entonces, se rindió fervoroso culto, constituyéndose para ello una Hermandad que en 1733, construyó la capilla a él dedicada. La devoción popular consagraba a este Cristo un setenario, conocido por los "siete reviernes", o sean los siete viernes posteriores a la Cuaresma.

Nito

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