martes, 5 de febrero de 2013

GUSTAVO DORÉ EN GRANADA



Nunca agradeceré bastante que en el hogar de mis padres y en la vieja y raquítica librería, estuviera siempre presente Gustavo Doré dando razón y fantasía a mi niñez desde el Quijote. Creo que fue herencia de mi abuelo. Poco después, cuando pude entender y pedir, me regalaron una Biblia escolar de ocasión, iluminada igualmente por Doré. Eran tiempos difíciles y de carestías raquíticas en aquel aislado Rif…


¡Ay, aquel grabador que hacía innecesarias las pobres fotos en los textos, ¡Aquel dibujante de atormentados cielos, de aquellas luces cenitales misteriosas, del que copiaron miles de artistas románticos…!

Varios lustros más tarde me encuentro inmerso en este revoltillo murguero en mi “inexplorada” Granada. Y como por afortunado encantamiento doy en descubrir que mi ídolo del buril estuvo, como un turista más por estos lares allá por 1860.


Entre los grandes artistas románticos del siglo XIX que se acercan a Granada y se convierten –con sus grabados, pinturas y trabajos- en cronistas de un tiempo y un espacio irrepetibles en trance de desaparición, destaca Gustavo Doré, el genial ilustrador, el supremo decorador de la Sagrada Biblia, de “La Divina Comedia”, del “Gargantúa” y del “Quijote” entre otras obras inmortales.

Cuando Doré viene a España en los años sesenta con el barón Charles Davillier, el prestigioso artista de Estraburgo está rotundamente consagrado en París y Londres. Pero su lápiz magistral alcanzará rasgos de autentico genio con las admirables ilustraciones que hará para el célebre libro “Viaje por España” de su noble compañero de aventura. Y entre todas, las láminas granadinas, captando un mundo impalpable que, gracias a ellas, se salvó de las veladuras del olvido.
Porque Doré tuvo el honor de ser el último artista del gusto romántico testigo de una Granada de calma antigua y silencios armoniosos que desaparecía para siempre. Gustavo Doré llegó oportunamente para escuchar un tiempo que se desvanecía, una historia en suspenso, casi irreal, de poderoso hechizo.

Aquel genio indiscutible del dibujo, uno de los artista mimados por el público, venía a España buscando elementos nuevos para su arte, como antes los había buscado en Escocia o en el País de Gales. En Granada, la inspiración de Doré se dejó llevar por su fuerza natural y logró dibujos de una impresionante belleza y calidad. La Alhambra, el Albayzín, el Sacromonte, diversos escenarios humanos de la ciudad, fueron idealizados y engrandecidos por su buril.
Pero Doré no se olvidó de las gentes, de los trajinantes, de los gitanos, de los mendigos, que pululaban por doquier. A estas gentes desventuradas, el artista las exagera en sus dibujos y grabados, las deforma, las caricaturiza.

Buscando su Oriente, Gustavo Doré (como los grandes artistas que le precedieron: Roberts, Vivian, Lewis…),  fue también un maravilloso turista, andariego, inquieto, incansable... Recorrieron la ciudad, la Vega y el Sacromonte. Llegaron a Sierra Nevada entrando por Güéjar Sierra y por la Loma del Castañar pasaron al valle opuesto, el de Monachil, y por San Jerónimo, la Fuente de los Neveros y  por los Peñones de San Francisco llegaron al Veleta, del que nos dejó dos hermosos dibujos: Un nevero y el Panderón del Veleta. En otras jornadas se encaminaron hacia Almería a través de la Alpujarra.

Fue unn viajero que no necesitó de cámaras ni de objetivos fotográficos para captar el aire de infinita melancolía de una ciudad en la que empezaba a ignorarse la voz antigua de la historia. Pero aún bastaba y sobraba con subirse en una silla  –como decía Fernández Almagro- para ver un paisaje.

NITO
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3 comentarios:

Manuel Espadafor Caba dijo...

El primer Quijote que yo leí estaba ilustrado por Doré y nunca lo podré olvidar. Sus figuras siempre las identifiqué desde entonces con los personajes de la mejor novela de todos los tiempos.
Enhorabuena por recordarlo en este magnífico blog.

Anónimo dijo...

No te esfuerces, Nito: Nuestro reino no es de este mundo.

Sólo serás comprendido entre los pocos que vamos quedando, capaces de admirar y de echar una semana sacando las veladuras de la luna sobre el brocal del pozo en nuestras clases de grabación y dorado. ¿Te acuerdas...?

JESÚS MALDONADO

KITIYI dijo...

Como de costumbre, un placer leer tus trabajos. Me recuerdas unas veces y descubres otras, pero siempre cosas de interesantes a muy importantes.
No me faltes ni una semana siquiera aunque yo no haga comentario, que no es ni importante ni interesante, pero no me faltes.
KITIYI.