lunes, 4 de julio de 2011

LA COFRADIA DE LOS AMIGOS DE LA OLLA


O los refrigerios en sábados veraniegos: La sangría y la limonada.
Desde mediados de los años setenta, existía y no sabemos si aún existe, la Cofradía de los Amigos de la Olla en el Albaicín. ¡Quiera Dios que sigan con este simpático rito y de paso les de salud y larga vida a todos sus cofrades!
Por entonces la componían unas docenas de vecinos que, aparte de deleitarse en cualquier buena ocasión con comilonas adecuadas en los mejores alrededores granadinos (Fuente del Hervidero, nacimientos del Beas y del Darro), se reunían religiosamente todos los sábados del verano a las ocho de la tarde, previa estruendosa llamada con cohetes para despertar de la siesta a los dormilones.
















Nos cuenta Mariano Cruz Romero en su libro “Ritual de la Cocina Albaycinera”, de la que copio esta deliciosa entrada for the face, que la procesión de la Gran Olla, porteada con angarillas adecuadas, salía del bar Ocaña, siguiendo la calle del Agua, Plaza Larga, Arco de las Pesas, Ermita de San Cecilio y Plaza de San Nicolás para aposentarse ceremoniosamente en el maravilloso Mirador de San Nicolás, itinerario que se sobrellevaba con estaciones «refrigerantes» y cohetería.


En el Mirador compartían el fresco con el refresco hasta media noche. La Gran Olla se llenaba de «sangría» o de «limonada» según santoral y hay razones más que suficientes para los expertos en estos «brebajes»:

Sangría: vino tinto de Valdepeñas, azúcar, melocotones e hielo, dándole su punto. Los albaycineros no le echan canela, que produce dolor de cabeza, ni licores, pues los aguardientes los beben por la mañana para matar el «gusanillo».

Limonada: vino blanco, azúcar, plátano, manzanas picadas e hielo, dándole su punto, que consiste en cáscara de limón rallada con terrones de azúcar. Luego se le exprime un poco limón. Hoy se pone el vino blanco en la nevera para que no se agüe tanto con el hielo…

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Seguro que un relamio poeta, sea de donde sea su patria y condición, definiría la sangría más o menos así:

Son gotas de sangre, dulce, afrutada,
cual pócima de verano que engaña,
de entrada sigilosa, refrescante y rauda,
que altera tu sangre en corrientes de lava.
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Pero que el castizo del Barrio no dudaría ni un momento en definirla, para convencerte, de este modo:

Si la bebes con prudencia
y mucha moderación,
durmiendo luego la siesta,
te beneficia un montón.
Es buena para el catarro,
para la tos repentina,
para ciáticas, lumbagos
y entuertos de barriga.
¡Te digo que es buena pa tó!
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NITO

4 comentarios:

Manuel Espadafor Caba dijo...

Yo escuché a un albaicinero decirle a otro: Compadre, cómo me quito del vino. Muy fácil -le contestó-, échale "malacatones".

Anónimo dijo...

¡Buen filón de costumbrismo has cogido, Sr. Nito, con tus notas sobre el más añorado de los barrios granadinos...!
Espero y deseo nos sigas refrescando la historia de nuestra niñez de aquella Granada ya ida en el tiempo.
¡Repite, por favor!

ERMITAÑO BEBEDOR

Ysthar dijo...

Que buenas recetas de sangría y limonada (esta última no la conocía) Y que buena receta tu artículo, tan entretenido y refrescante contra el aburrimiento del verano.
Muchos besos

Antonio Montufo Gutiérrez dijo...

La verdad es que con estas calores da gana de estar todo el día enganchado del coro al caño y del caño al coro, entiéndase del la limonada a la sangría.