Sin embargo, para presumir de originales y para no repetirnos todos los años con lo mismo, quisiera glosar hoy a otro santo igualmente “granadino” y que tuvo antaño rica tradición popular en nuestros barrios. Me refiero, naturalmente, a San Sebastián.
Tres días después de los lujos de la Olla de San Antón (fiesta familiar), el 20 de Enero Granada celebraba una “fiesta joven y para jóvenes” en honor de San Sebastián.
“San Antón, saca los viejos al sol y San Sebastián saca las mocitas a pasear…”
Allí estaba el cantor del pueblo
Tenemos testimonio del alcance de estos festejos, en barrios como el Albaycín, gracias a los anales reflejados en los antiguos Papeles del Carro de San Pedro, donde Mariano Cruz Romero, en su “Ritual de la Cocina Albaycinera”, con maestría y tipismo nos ilumina cómo se divertían nuestros jóvenes antecesores: Es decir, nuestros padres y abuelos.
En este tratado se nos refiere, a guisa de programa de fiestas, el decir de Don José Surroca, en su Granada y sus Costumbres -1921- : “San Sebastián saca las polluelas de paseo; por la tarde merienda en el campo, con mecedores, baile y coplas al son de guitarras y bandurrias que tocaban los novios o los amigos de las mozuelas”.
En definitiva, se volvía a repetir lo de los columpios o mecedores de San Antón en la Golilla de Cartuja, pero esta vez para la gente joven (mozuelas y mozuelos en edad de merecer). No se perdía el tiempo con aperos, ollas o guisos complicados. Se merendaba con viandas fáciles de preparar, ya que el mayor interés radicaba en otras intenciones. La base de esta merienda era el agradecido cerdo: Cabeza, salchicha, morcilla, mantecas y pringues. La longaniza mejor gruesa, pues se mantiene más jugosa. En algunas ventas especializadas, este embutido lo liaban en papel de estraza, mojado en agua y lo echaban a la lumbre para asarlo. También queso de cerdo, bien picado y que no lleve pelos.
“Venta del Loro” por Juan Muñoz, 1982
En aquellos tiempos, de primeros del S. XX, las ventas más concurridas en estas fiestas eran las del Tío Miguel, la Tasca de Tres y Medio, Cuevecilla, Casa de la Pastora…, siendo las últimas en subsistir la Venta del Loro y La Mosca. La costumbre en todas estas ventas era pedir “una maceta con tapaera” que consistía en el vaso de vino con morcilla, longaniza, y queso de cerdo.
Los mecedores se colocaban donde quiera que hubiese un buen árbol en prados, paseos, alamedas, cármenes y ventas, al tiempo que la gente joven sacaba a relucir las viejas canciones picantes y desenfadadas propias de la festividad del santo:
“La niña que se mece
y no le chillan,
es porque tiene sucias
Las pantorrillas”
“En los olivares,
niña, te espero,
con un jarro de vino
y un pan casero"
“A los meceores
me tengo que í
a que me dé el aire
en el colorín”
“A los albaycineros
no les deis agua,
porque con el bigote
rompen la jarra”
NITO
.
6 comentarios:
Muy ocurrente, si señor !!!
Cuando quieras les pongo música, que la métrica es la misma de las canciones que se cantan en mi pueblo para la candelaria.
Nito he dado un paseo por tu blog y me he quedado impresionada. !Es precioso!
Cuenta la leyenda que San Antón (siglo III y IV) curó a los jabatos de una jabalina de su ceguera y en agradecimiento nunca se separó de él, desde entonces dejó de considerarse impuro al cerdo. Zurbarán lo pintó con un cerdo a sus pies y también se afirma que vivió 105 años. ¡Cuánto nos hubiéramos perdido si no llega a ser por San Antón! Aunque también hay coplillas que no respetan al santo, como esta que dice:
San Antón mató un marrano
y no me dio las morcillas
quien le diera a San Antón
con un palo en las costillas
¡Por fin, Kitiyi...!
¿Ves como no era tan difícil?
El próximo paso -y obligada estás- es que me mandes una crónica de la Candelaria de tu pueblo, donde nos cuentes lo que tú sabes de coplas, retahílas y juegos de mayores en torno al vaivén del columpio. ¡Qué rico acervo cultural se maneja en tu patria chica...!
"A la niña del meceor
Se le ha caído el volante
No lo quiere recoger
Porque está el novio delante".
Gracias, Fina. Viniendo de ti, (expertísima en blogges varios), valoro doblemente el cumplido. Espero que sigas entrando en la Murga y ya sabes que la tienes a tu disposición.
La pena, Manuel, es que todo se va perdiendo. Sólo quedan reductos en algunos pueblos.
El columpio fue siempre un rito adulto. Una fiesta de carácter galante, una ocasión en la que unos y otros entablaban relaciones y comenzaban el noviazgo.
Y la desvergüenza amable al santo, siempre existió:
"San Antón me quiere mucho
porque le hago la cama;
Si supiera San Antón
que el colchón no tiene lana..."
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