Cuando algún visitante de Lastres (ese pueblo tan marinero y tan de actualidad por haberse rodado en él la serie del Doctor Mateo), quiera compartir y disfrutar de toda una profunda sabiduría y cultura marinera sólo tiene que entrar en agradable conversación con cualquier pescador llastrín.
El ayer en Luanco
La vida de cada uno de estos marineros es una biografía única y apasionante digna de los mejores narradores. Sus vidas están empapadas de una filosofía muy peculiar de la existencia, curtidas por el salitre, por los golpes de mar, marcadas y laceradas por muchas frustraciones, por miles de singladuras y batallas ganadas heroicamente a la mar día a día, generación tras generación, sacando adelante a sus familias y construyendo de forma humilde y admirable su país.
En la actualidad
Aquí os traigo una narración de Faustino Martínez, contada en el “Astilleru” de Luis Montoto (artesano y maquetista del Mar y al que visité este verano), que nos da una idea de la dureza del oficio en aquellos tiempos, incluso para los niños o rapaces.
Los niños raqueros
Los «rapaces de lancha», niños de entre 9 y 12 años entre cuyas tareas tenían la de ir llamando casa por casa para despertar a los pescadores para salir a la mar. Estos niños de las lanchas besugueras acostumbraban a llamar a los tripulantes a la una y a las dos de la noche, tocando bígaros (caracolas) y otros instrumentos.
“…Era una escena repetida durante siglos en las madrugadas del pueblo de Llastres antes de llamar pa la mar, el patrón de la lancha se asomaba al corredor o al balcón de su casa para escuchar el ruido de la mar, el estado de la mar. Era necesario que el patrón sondeara el tiempo.
De fiesta en el mar
Luego saldría el rapaz de lancha por las empinadas callejuelas del pueblo llamando: - ¡ Fulanu... pa la mar...! -. A veces se bajaba hasta el muelle para tomar más datos, se oteaba el horizonte, el escamón. Se evaluaba la situación y hasta se tanteaba la suerte si es que algún valiente salía a la mar en difíciles condiciones. Otras veces había que dar vuelta para casa porque había mucho rendoriu , o porque ruxía demasiado la mar en el pedreu , el Penote, el Escanu, o porque ruxía el Ucalitón de San Roque, o porque corría mucho el semblante . Pero donde nunca faltaba la mirada era al monte de Carrandi, (El Sueve). También se cotejaba si corría el semblante (las nubes), la dirección que llevaba, en la Luna, en las gaviotas, en la luz del ambiente en el alba. En fin, en toda la naturaleza.
Ahora los marineros escuchan las previsiones científicas del tiempo. El mapa del tiempo es escuchado y estudiado como necesidad vital. Se conecta con emisoras, como la de Arcachon, la BBC., y otras. Ahora tienen a su alcance la radio, el teléfono por satélite, el radar, el eco o sonar, estudian astronomía, utilizan el sextante, tienen el radio goniómetro, marcan rumbos, pero sobre todo tienen a su disposición el uso del G P S (Global Positional System).
Ya en la mar, los pescadores de Llastres observaban la corriente, la profundidad, las respingas, el sable o el cantil (zona del fondo del mar, entre la roca y la arena), marcaban, anotaban los lugares donde había pesca, las horas en que echaban y levantaban sus aparejos, las circunstancias de la buena o mala pesca, detectaban la presencia de pesca con las riadas, la profundidad en la que habían sido echadas las diferentes artes de pesca (rascos, tresmayos, boliches, palangres, redes, miños, volantes, nanses, pesca al deu , al pinchu, al ardor, a galdiar, al abareque, al tanqueu, etc), evaluaban el comportamiento de la hechura de sus aparejos. Siempre hubo entre los pescadores auténticos sabios curtidos en la observación de estos datos que anotaban en su memoria, o en sus pequeños cuadernos de bitácora, y que transmitían a sus descendientes, de generación en generación. Algunos de estos datos de observación eran secretos, otros compartidos con los verdaderos amigos, y otros eran patrimonio de todos por la experiencia común”.
NITO
1 comentario:
Me ha gustado se ve lo puesto que estas en temas marineros y lo mucho que te gusta la mar.Cuando lo lees, haces que te metas en la historia y es como si la estuvieses viviendo.
Antonio Montufo Guriérrez
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