lunes, 31 de marzo de 2025

LA EMPERATRIZ OLVIDADA

 


A comienzos del siglo XX era frecuente ver paseando por el madrileño parque del Oeste a una anciana menuda y frágil, pero altiva y elegante. Residía en Inglaterra, pero cuando arreciaba el frío del invierno británico viajaba a España y se instalaba en el palacio de Liria junto a sus sobrinos los duques de Alba. Los viandantes la miraban con admiración y una cierta lástima. Sabían que lo había tenido todo y que todo lo había perdido. Se llamaba Eugenia de Palafox y Portocarrero, y fue la última emperatriz de Francia.


LA EMPERATRIZ OLVIDADA

Por los periódicos granadinos del 10 de julio de 1919, se enteró la ciudad de la muerte en Madrid, en el palacio de Liria, propiedad del duque de Alba, su familia más cercana, de la que había sido Emperatriz de los franceses, Eugenia de Montijo.

Granada, donde había nacido el 5 de mayo de 1826, la había olvidado hacía tiempo. El mundo también. Habían pasado tantas cosas y tantos años desde que esta granadina hermosa y fría se había casado, en 1853, con el Emperador Napoleón III, ocupando con él el trono imperial de Francia durante diecisiete años. Ya sólo los muy viejos recordaban aquel cuento de hadas.

Una guerra humillante para Francia había destronado, en 1870, al matrimonio, empezando el largo peregrinar de esta mujer, que, sin duda, vivió una de las vidas más intensas en su época de esplendor, para pasar después, viuda y muerto el hijo, casi cincuenta años, siempre sola, entre recuerdos.

A Granada había venido en contadas ocasiones a lo largo de tanto tiempo y eso que la ex-emperatriz viajaba continuamente. Casi siempre en su yate "I´Aiglon'' (El Águila), con el que paseaba a menudo por el Mediterráneo. Recalando en Málaga y Gibraltar con frecuencia, dos veces la granadina quiso volver a su tierra. De la primera de estas visitas hay constancia en el libro de honor de visitantes de la Alhambra, donde aparece su firma como condesa de Pierrefonds. 


Era en mayo de 1877 y aún vivía su hijo, que moriría en África, dos años después acribillado por las flechas de los zulúes, en la guerra que allí sostenía Inglaterra. Diecinueve años tardaría en volver. Esta vez, en 1896, se había hospedado en el hotel Siete Suelos y había querido visitar la casa donde había nacido, el número 12 de la calle de Gracia, setenta años antes. Allí pudo leer —hoy le resultaría casi imposible— la lápida colocada para recordar el hecho:

 “En esta casa nació la ilustre señora Dª. Eugenia de Guzmán y Portocarrero, actual Emperatriz de los franceses. El Ayuntamiento de Granada, al colocar esta lápida, se honra con el recuerdo de su noble compatriota. Año 1867”. 

Todo muy acorde con el lenguaje altisonante del S. XIX.


Casa natal y placa conmemorativa  de Eugenia de Montijo 

La ex-emperatriz no había vuelto más. Sobrevivió hasta una edad muy avanzada. Era un verdadero prodigio de vigor en una época en que no era frecuente sobrepasar los 70 años. Ella llegó a los noventa y tres, longevidad excepcional entonces. Incluso un año antes de morir, el Dr. Barraquer la había operado de cataratas en Barcelona y había vuelto a leer como si nada.

La historia la trató, como siempre, de manera desigual. Desde sus adictos, que resaltaban sus iniciativas y su clara inteligencia, a los detractores que la culparon de la derrota francesa de 1870 frente a Prusia, a causa del entrometimiento de la Emperatriz en los asuntos de Estado. En 1919, a su muerte, los periódicos granadinos no fueron excesivamente extensos sobre el  trema. Igual que los del resto del mundo. La mayoría de la gente, en realidad, ya creía muerto el personaje.


Se encontraba en Madrid preparando su regreso a Inglaterra, cuando un atardecer del 10 de julio de 1919, se sintió repentinamente indispuesta. No pensaba, al acostarse, que hubiera llegado la estación terminal de su largo trayecto de 93 años. Su cuerpo fue transportado a Farnborough.

La azarosa vida de esta mujer española que fue emperatriz de Francia, su figura tan popular por la aureola romántica y legendaria que la envolviera siempre, las horas felices, cuando el Imperio estaba en el cenit; los días amargos del exilio, de la muerte del hijo; su temperamento apasionado y su entereza ejemplar la convirtieron en un mito. En el pueblo aún pervive su recuerdo cantado en coplas de gran belleza literaria:

«Eugenia de Montijo,

qué pena, pena,

que te vayas de España

para ser reina.

Por las lises de Francia

Granada dejas

y las aguas del Darro

por las del Sena.

Eugenia de Montijo,

qué pena, pena...».

 



NITO

viernes, 28 de febrero de 2025

AQUELLA GRANADA DE NUESTROS ABUELOS (2)

 


COMIENZA  EL CAMBIO 

Las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población, la clase trabajadora, eran ciertamente penosas. Familias acumuladas en viviendas de escasos metros, sin apenas ventilación, ni higiene, ni nada que se le pareciera; mal alimentadas, en paro casi permanente o con jornales de miseria. Aunque algo empezaba a cambiar en aquella desesperanza general. Ya había sociedades obreras de diversos oficios, hasta entonces absolutamente desprotegidos. Funcionaban sociedades de sombrereros, de planchadoras, de albañiles, de carpinteros, de pintores decoradores. Ya se agrupaban los trabajadores en sociedades de las que recibir, en situaciones de necesidad –casi continuas– no sólo apoyo en la defensa de sus intereses laborales, sino también pequeñas ayudas para medicinas o alimentos. 

El tranvía de cremallera en los bosques de la Alhambra

Aún así, es inevitable entristecerse al recordar la inhumana situación social de la mayoría de los granadinos en aquel tiempo, en situaciones de miseria muchísimos de ellos, con sueldos de cincuenta céntimos diarios y jornales de una peseta para contados operarios. Una reducidísima elite, apenas 1.000 elegidos, quizá menos, venía a constituir – a juicio de ellos mismos, naturalmente -, lo único importante, lo único que contaba en la vida de la ciudad. El resto de la población, sesenta y tantos mil, la inmensa mayoría de gorra y alpargata, de jornal mísero y vivienda lóbrega, no importaba ni poco ni mucho. Para las clases altas, las dirigentes, la vida no podía ser más placentera. 

Estaban, recién llegados, unos inventos llamados a mejorar sus ociosas existencias. De los primeros en llegar, y de los más trascendentes, el de la electricidad. Precisamente el años que nos ocupa, se constituyen dos compañías eléctricas granadinas: “Electra de Órgiva” y “Eléctrica de la Vega granadina”. Hasta entonces, el alumbrado de las casas acomodadas había sido por gas. También el de la calles era por gas desde 1866. Lo tenía a su cargo la empresa “Eugenio Lebón y Cía”, que repartía el suministro para un total de 2.000 farolas distribuidas por la ciudad. La misma compañía también suministraba un incipiente alumbrado eléctrico urbano y, en 1902, ya tenía instalados medio centenar de focos callejeros, casi todos por el centro. A la compañía Lebón le había surgido una seria competidora en 1892, una empresa fundada con capital granadino, la “Compañía General de Electricidad”, que pronto construyó diversas centrales hidráulicas aprovechando las corrientes de los ríos Genil, Maitena, Monachil y Cubillas. Claro que, como a menudo ha sucedido y sucede entre nosotros, las nuevas ideas son acogidas con suspicacia y se les vaticina poca duración. Y eso le ocurrió a la electricidad. A pesar de sus obvias ventajas, más sencilla, más barata, más rápida, menos peligrosa, mejor luz, etc., el color mortecino de aquella primera luz eléctrica no acababa de convencer a mucha gente, que siguió alumbrándose con gas cierto tiempo. Aquella electricidad recién llegada, era neblinosa y sorprendente. Y en las calles, los padres se detenían con sus hijos de corta edad y señalándoles los delgados cables eléctricos les decían: “Mira, hijo, aunque no lo parezca, por ahí viene la luz”.

Vendedora de pavos en Plaza Birrambla

OTRA NOVEDAD En 1902, con el teléfono venía a suceder lo mismo y buen número de granadinos – de clase acomodada, naturalmente, los únicos particulares que podían permitírselo – casi ni lo tomaban en serio. Una novedad curiosa, quizá, y poco más. Pero desde 1890, o sea, catorce años después de que Graham Bell hubiera conseguido la transmisión a distancia de la voz humana, ya había en Granada dos compañías telefónicas: la “Peninsular” , con oficinas en el número 46 del Zacatín, que atendía las comunicaciones con el resto de España; y la “Sociedad Telefónica de Granada”, encargada de las necesidades del servicio urbano, que tenía su sede en el piso tercero del edificio que entonces ocupaba en sus bajos el popular café del Callejón, entre las calles Mesones e Hileras. Los primeros en usar el teléfono habían sido, como en todas partes, los organismos públicos y las redacciones de los periódicos. Luego llegaron a usarlo también los particulares, pero más despacio. En 1902, en Granada, había instalados unos 200 teléfonos. El número 1 era el del Arzobispo; el gobernador tenía el número 6 en su despacho; y el rector el número 143, en la Universidad. Las instrucciones que las compañías daban a los usuarios del nuevo invento, eran de lo más pormenorizadas. Y así se les advertía: “El abonado, después de aplicarse el teléfono al oído, deberá empezar diciendo siempre: ¿Quién llama?”… Como sucedió con otros artilugios técnicos, el teléfono despertó en sus comienzos no poco recelos. Sobre todo en las señoras, porque las pobres pensaron que el teléfono podría acabar con el placer de las visitas. 

Torre de Los Picos

Y es que, entonces, las familias de posición social se visitaban. En un curioso manual de urbanidad de la época, se hacían recomendaciones inefables como éstas: “Las visitas no deben hacerse por las mañanas, ni a las horas de almorzar o cenar; no se deben llevar animales domésticos o niños revoltosos, sin pedir disculpas previas; es elegante llevar algún pequeño obsequio, por ejemplo, alguna golosina para merendar”. Y aún se añadían más detalles de etiqueta: “El que hace la visita es el que inicia la maniobra que la da por finalizada. Por lo general conviene realizarla en dos etapas. Primero se insinúa que conviene retirarse. Los anfitriones hacen un mohín de desagrado. Pasado otro ratito, se aceptará ya la decisión de levantarse” por cierto que este manual de urbanidad lo había escrito el más célebre cronista de sociedad de la época – se firmaba “Montecristo” en las página de la revista “Blanco y Negro” -, que era gran amigo de la marquesa de Esquilache, a la que solía acompañar cuando esta señora venía a descansar a su hermosa finca de Motril. No está de más precisar que Motril, en 1902, atravesaba una situación social tan injusta y dolorosa como la de la capital. Precisamente un año antes, en 1901, dos mil trabajadores desesperados incendiaron la fábrica azucarera motrileña “Santa María”, de la familia Larios, en protesta por los precios miserables a que se pagaba la caña a los campesinos.

El ciego "Paniolla"

NITO

BIBLIOGRAFIA,-

Prensa local: 
Cronista Juan Bustos Rodríguez
Revista Blanco y Negro
El Defensor de Granada
Diario Universal



domingo, 2 de febrero de 2025

AQUELLA GRANADA DE NUESTROS ABUELOS (I)



UNA MIRADA A LA GRANADA DE 1902 

 En el corazón de África había terminado la guerra de los “bóers”, que había tenido a raya el inmenso poderío militar y económico de Inglaterra durante algún tiempo.

En América, los Estados Unidos habían dado una primera muestra de sus verdaderas fuerzas y de sus verdaderas intenciones, haciéndose con Cuba después de habérsela arrebatado a España en el aciago 1898. Pero Europa todavía seguía siendo protagonista de la marcha del mundo y Europa, afortunadamente, vivía años de paz.

Francia, Inglaterra y Rusia, de un lado, Alemania y Austro Hungría, de otro, se enseñaban los dientes, pero aún eran sonrisas más que amenazas.


En España hay un nuevo rey: Alfonso XIII, jovencísimo, de dieciséis años, apuesto, simpático. Y ya se sabe: un rey nuevo es siempre una esperanza. Falta le hace la esperanza al pobre y padecido pueblo español de 1902, aún acongojado por el desastre de la pérdida de las últimas colonias, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, tan solo cuatro años antes.

 En 1902 se registra una novedad en los teatros: las luces de la sala se apagan durante la representación y sólo se mantienen encendidas las luces de la batería. Así, la concentración de los espectadores se concentra en la escena. Ha sido una feliz iniciativa de la eminente actriz María Guerrero. Es el mismo año, en que los gobernadores civiles imparten un decreto, por el cual, las señoras tendrán que despojarse de sus sombreros en los patios de butacas, para no impedir la visión del escenario de los espectadores que están sentados detrás. Hasta ahí ha llegado la voluminosidad de los sombreros de las damas de la época.


NUESTRAS EXPECTATIVAS 

Pero¿cómo era Granada entonces, cómo era aquella sociedad granadina de nuestros abuelos? 

En 1902 – según el censo de 1900 – la capital granadina tenía 75.522 habitantes de derecho y 75.807 de hecho, y la provincia 494.449 y 492.460, respectivamente. No era de las ciudades demasiado populosas, como empezaban a serlo ya Oviedo, Bilbao o Zaragoza, pero tampoco de las extremadamente pequeñas, como Jaén, Badajoz o Burgos. El ayuntamiento no podía hacer milagros con un presupuesto de 2.440.142,14  pesetas anuales, de las que la nómina de los empleados suponía 91.388 pesetas. Como detalle, digamos que los gastos de representación asignados al alcalde, eran de 5.000 pesetas al año. A aquel Ayuntamiento  -como a todos -  ya le llovían las protestas ciudadanas, sobre todo por el mal estado de las calles. “Si el Ayuntamiento cuidara las calles – denunciaba el periódico “La Publicidad”– las calles estarían adoquinadas y limpias, y se podría circular por ellas sin ser atropellados por carruajes a demasiada velocidad o por mozos de cuerda caminando cargados por las aceras, sorteando los grupos de gente parada y los vecinos sentados a las puertas”.

 La verdad es que ya entonces – tal como desgraciadamente sigue sucediendo ahora -, hacían caso omiso de la ordenanzas municipales. Se dictaba aquel año, precisamente, una que exhortaba a las mujeres a no sacudir las alfombras sobre la calle cuando pasara alguien, y en la revista “El Triunfo” aparecía un chiste donde un transeúnte iracundo increpaba a la del balcón con estas palabras: “¡Ya podría usted mirar donde sacude y no hacerlo cuando paso por debajo!”. Y la mujer respondía: “¡Pues ya podría usted no pasar cuando ve que voy a sacudir la alfombra!” 

En aquella Granada había poco más de 600 calles, comprendiendo las callejuelas y los callejones; y casi un centenar de plazas y placetas, de estas últimas la mayoría repartidas por el barrio del Albaicín. No existían entonces las “Páginas Amarillas” de las “Guías Telefónicas”, pero sí, en cambio, los inestimables “Anuarios” que publicaba Luis Seco de Lucena, fundador y director del periódico “El Defensor de Granada”, con la relación de comerciantes y profesionales de la población. Por ellos sabemos que, en el año 1902, había en Granada capital ocho notarios en ejercicio, veintidós procuradores, otros tantos farmacéuticos, sesenta y nueve médicos colegiados, cuarenta y un catedráticos titulares de Universidad, tres dentista, cuatro libreros, … En aquella reducida sociedad, qué duda cabe que se conocían todos en mayor o menor grado. Pero se conocían también igual los trabajadores de los distintos oficios: abaniqueros, alpargateros, bastoneros, guanteros, botineros, camiseros, cocheros, sombrereros, tintoreros. Hoy son oficios desaparecidos, pero entonces reunían en su conjunto un censo laboral anónimo nada desdeñable, si bien mucho menor que los albañiles, los camareros, los campesinos y los dependientes de comercio, que formaban, sobre todos, los núcleos más considerables de trabajadores.




NITO



BIBLIOGRAFIA,-

Prensa local: 
Cronista Juan Bustos Rodríguez
Revista Blanco y Negro
El Defensor de Granada
Diario Universal


martes, 31 de diciembre de 2024

LA CARRERA CICLISTA DEL PAVO EN GRANADA

 


LA CARRERA CICLISTA DEL PAVO EN GRANADA

Fueron muchas las ediciones de esta popular “Carrera del Pavo” que celebraba Granada desde 1945 por Navidades y que tanto entusiasmo generaba entre la alegre muchachada granadina y pueblos limítrofes. La condición principal e imprescindible era que las bicicletas iban sin tracción (sin cadena). Eran otros tiempos y el premio, un suculento pavo, significaba algo más que ganar un trofeo. Eran otros tiempos, como digo.

Así fue la última Carrera del Pavo celebrada en Granada el día 21 de Diciembre de 2014 narrada por “Ahora Granada” y que finalmente fue suspendida. No recuerdo si se habrán celebrado algunas más:

“Este domingo, Granada celebra un año más la Carrera del Pavo, cita que en 1945 tuvo su primera edición y que se ha convertido ya en una tradición dentro del ciclismo de la capital de la Alhambra. Organizada por el C.D. Guad Al Xenil, tendrá en los Jardines del Triunfo (en Avenida Constitución) su centro neurálgico y lugar de llegada, partiendo la cita desde la barriada de El Fargue. Este evento está abierto a ciclistas de las categorías junior, sub 23, sénior, élite, máster 30/40/50/60 y féminas. Se pretende con esta prueba recuperar esta tradición reivindicando a la vez el uso de la bicicleta.

 

La carrera partirá de El Fargue, en la zona alta de Granada, discurriendo durante todo el recorrido de siete kilómetros en bajada de manera continua, primero por la A-4002, luego por Avenida de Murcia, Calle Real de la Cartuja y Avenida del Hospicio, desembocando finalmente en la Avenida de Constitución y llegando a la meta que estará dispuesta en los Jardines del Triunfo. Se harán dos tandas separadas de bicicletas, una para ruta y otra para las bicis de BTT.

Aquellos interesados en participar en esta fiesta del ciclismo pueden hacerlo a través de la web del club organizador hasta el 17 de diciembre. El precio para federados es de siete euros y 17 euros para los que soliciten licencia por un día, no siendo posible la inscripción el día de la carrera. Habrá control de firmas y recogida de dorsal desde las 09.30 horas en los Jardines del Triunfo.

Esta cita congregará a ilustres del ciclismo granadino como Galera, Jiménez Quiles, Camarero, Moleón o Robles. A disposición de los participantes habrá todo tipo de tentempiés de la época (dulces, chocolates), así como regalos y sorpresas. Además, la Carrera del Pavo es a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Se entregará un pavo al ganador y la ganadora de esta cita y otro al mejor disfraz. Por categorías, un pollo al ganador y dulces al segundo y tercer clasificado”.


Otras localidades siguen manteniendo esta tradición navideña


NITO

 

Nota de Guad Al Xenil

QUERIDOS AMIGOS/AS:

El Club Deportivo Guad al Xenil en la tarde de hoy ha decidido SUSPENDER LA CELEBRACIÓN DE LA CARRERA CICLISTA DEL PAVO, prevista para el próximo domingo, 21 de diciembre de 2014, en Granada, ante la falta de participantes.

Lamentamos tomar esta decisión pero no tenemos estómago, con lo que está cayendo, para que se monte un operativo tanto de Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil, Motos Enlaces, Voluntarios, y demás personal de Organización para un corte de tráfico de más de treinta minutos, en Granada, en el recorrido de 7 Kms. entre El Fargue y los Jardines del Triunfo, para que participen unos treinta corredores.

Queremos agradecer el esfuerzo de los patrocinadores y colaboradores con esta carrera, así como el apoyo de la AECC, con la que mantenemos una deuda, y que en las pruebas de 2015, sabremos recompensar con creces.

Hemos hecho todo lo posible para que esta prueba se recuperara tras años sin celebrarse, contando con una larga tradición, pero no podemos poner la materia prima, no manejamos voluntades ni gustos.

A Nuestra Organización, a todos/as los/as que la componen y que estáis dispuestos/as a acudir a trabajar por el deporte, por nuestro ciclismo, y que sólo les llena el trabajo bien hecho y que ese trabajo se refleje en una competición brillante y que al recuperar una prueba de estas dimensiones, Granada, también se vea recompensada, con una prueba peculiar y distinta, donde no es el esfuerzo, sino la técnica, la destreza, la habilidad, la valentía y el coraje, las que triunfan sobre las cualidades habituales en los deportistas.

Nos veremos en la ruta, compañeros y compañeras..., siempre por nuestro ciclismo...



domingo, 1 de diciembre de 2024

DESVIANDO EL CURSO DEL PELIGROSO RÍO DARRO

 


Cómo actuar ante una posible inundación del río Darro

Todavía  sobrecogidos con  las imágenes y los ecos del desastre de la Dana de  Valencia,  me topo con el documento, Plamigra, (Plan de Actuación Municipal ante el Riesgo de Inundaciones en Granada). Se trata de un estudio sobre los puntos conflictivos del embovedado del rio Darro.

Es sólo uno más de los planes de actuación municipal sobre riesgos específicos. El Plan de Actuación Municipal ante el Riesgo de Inundaciones en Granada, Plamigra, que cada año se presenta por estas fechas, incorpora en esta ocasión un estudio pormenorizado del río Darro y un programa de actuación en caso de que ocurriera una catástrofe.

Según explica el concejal de Protección y Seguridad Ciudadana, el estudio "establece los puntos clásicos en los que podría reventar el embovedado por una inundación importante, así como la reforestación que habría que hacer al principio del cauce, las posibles medidas de desvío de agua o la limpieza del cauce y el embovedado". Así, el plan calcula, en función de numerosos factores, dónde pueden producirse roturas y posibles inundaciones.

Moral explica que, en el caso del Darro, los tres puntos más conflictivos son la calle Santi Espíritu, Puerta Real a la altura de Los Suizos y la salida al río Genil, ya que, en este último caso, "disminuye mucho la sección por la Acequia Gorda y además porque se entiende que en un día de lluvia fuerte el Genil vendrá con mucha agua".

El plan, ante un imprevisto de este tipo, coordina a los organismos, organiza la colaboración entre todas las administraciones, como la Guardia Civil, el Infoca, Policía Local o Bomberos, entre otros. Plantea, además, en caso de que tuviera lugar una inundación, el corte de tráfico de la Gran Vía, el desalojo y cierre del parking de Puerta Real y la evacuación de las personas en el tramo.

Además, entre otros muchos aspectos, el Plamigra también incluye planos de detalle del tramo urbano de los ríos Genil y Monachil para saber cómo afectan los caudales al entorno, así como parámetros hidráulicos como los niveles alcanzados en 3D, velocidades de flujo de avenida en el canal y en los márgenes desbordados.

Ante este hipotético (pero previsible y desastroso)  escenario, me vienen  a la memoria los distintos planes que se han hecho  para desviar el curso del peligroso Darro que a través de más de los 100 años últimos de historia, nos ha mostrado su cara menos amable.


Desde 1836 hasta principios del siglo XX se trabajó en tres proyectos de túnel para desviar el Darro, hacerlo desembocar en el Genil y evitar sus temibles crecidas por el centro de Granada

La construcción del entubamiento actual entre Plaza de Santa Ana y Puente de Castañeda se consideró sólo un parche momentáneo, que reventó trágicamente en 1887 y 1951

La mayor catástrofe conocida ocurrió por la inundación de agosto de 1629: devastó medio Albayzín, inundó la ciudad y causó alrededor de cien muertos.


Tres proyectos de túnel entre Darro y Genil

Tres fueron las posibilidades que se barajaron para desviar el Darro hacia el Genil y evitar que su furia atravesara el corazón de la ciudad. Y las tres se mantuvieron vivas hasta el año 1922 en que se olvidó definitivamente el tema.

La primera opción barajada por los ingenieros consistía en abrir un túnel suficientemente ancho en la curva de Jesús del Valle, de manera que el Darro continuara recto en dirección al Genil. Se llamó a este primer túnel el del Collado de los Arquillos, ya que iría bajo esa zona y aparecería a la altura de Cenes. El túnel partiría de una especie de embudo en la cota 909 metros y tendría una longitud aproximada a 800 metros bajo el Cerro del Sol. Este primer desvío se encontraría situado a unos 7 kilómetros por encima de Plaza Nueva. Se suponía que las grandes tormentas caían siempre por encima de esa cota. ¿Pero qué pasaba con el resto de arroyos y lluvias torrenciales por debajo de ese nivel? Fue desechado en primer lugar por insuficientemente seguro.


Entonces los ingenieros ofrecieron una segunda solución, también mediante un túnel bajo el Cerro del Sol, casi en la perpendicular subterránea del Albercón. Pero en este caso la presa de desvío del Darro estaría situada aproximadamente por el Puente Mariano y el túnel sería de unos 1.700 metros hasta desembocar en Barranco Bermejo, por la zona donde comienza el actual Acceso Sur a la Alhambra (Hospital Vithas). Incluso su coste se llegó a presupuestar en 1.000.000 de pesetas. Se precisaría acondicionar unos 400 metros de cauces en la toma y desembocadura de ambos ríos.

 

Aun así, se decidió barajar una tercera opción de túnel para desviar las aguas del Darro hasta el Genil. Fue la considerada más viable durante todo el siglo XIX.  Era la más barata, práctica y fácil. En esta ocasión recogería prácticamente todas las aguas que pudiesen llover en la cuenca. Fue la solución que más gustó a la clase política. Según la documentación conservada en el Archivo Histórico Municipal, el túnel se iniciaría unos cien metros por encima del puente de la Cuesta del Chapiz, penetraría bajo la Alhambra, Campo de los Mártires, huertas del Presidio de Belén, apareciendo en el Paseo del Salón y desembocaría en la zona del Puente de las Brujas. Se trazó así para hacerlo desembocar debajo del Puente Verde, pues en las grandes avenidas habría que tener en cuenta que se sumarían las del Genil y del Darro y tanta agua no cabría por el ojo del Puente Verde. La longitud en este caso sería de unos 1.100 metros de túnel, sin contar canales de entrada y salida.


NITO

 

 

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

-“Un siglo desviando el peligroso Darro”  de Gabriel Pozo Felguera – El independiente de Granada.- Domingo, 30 de Agosto de 2020.

-Periódico Granada Hoy.- Un plan fija cómo actuar ante una posible inundación del río Darro

 

jueves, 31 de octubre de 2024

ADIOS A NUESTRO AMIGO MANUEL ESPADAFOR

 


Adiós a Manuel Espadafor, escritor y gran impulsor del jazz en Granada.

 Nunca pude imaginar que mi Blog (ese que tanto te gustaba), me serviría para despedirme de tí, mi querido amigo Manuel. Quien iba a sospechar de este luctuoso final: Te deseo el más luminoso de los destinos. Adiós, al hombre bueno y honrado, artista enamorado de todo lo bello. Hasta la Eternidad, Manuel.

“ET IN ARCADIA EGO”


 A Manuel Espadafor


A la sombra de la Alhambra escribió Manuel,
su pluma surcando notas de jazz en la ciudad
dejó un legado de letras impregnadas de pasión,
mientras el tiempo se lleva su melodía al más allá.

Fotografías guardan los rincones que amaba,
las montañas y la nieve, refugio de su ser.
En cada imagen, su espíritu se desliza,
entre luces y sombras donde se solía perder.

Aprendiz eterno, alumno de la sabiduría,
supo compartir su conocimiento con esmero.
En cada página, en cada nota de jazz,
Granada late al compás de su sincero empeño.

Recuerdos danzan al son de la triste despedida,
melodías en silencio tejen su adiós sentenciado.
Manuel, en nuestras almas tu presencia perdura,
como el eco lejano de un jazz nunca olvidado.

 

NITO

 


 SEMBLANZA

La Prensa local granadina publicó esta triste noticia:

Manuel Espadafor Caba murió este pasado lunes, 30 de Septiembre de 2024. Nacido en Pinos Puente, comenzó a trabajar desde muy joven, lo que no le impidió cultivar sus grandes pasiones a lo largo de su vida. Aficionado a la escritura, publicó varios libros, siendo especialmente conocido por 'Un “Siciliano en la Alhambra”, “El retorno a la Alhambra”, Basadas en sus crónicas de la época, también escribió 'Granada, con Jazz de Fondo', entre otras obras.

Empresario de profesión, amante del montañismo y la fotografía, sus imágenes, especialmente de Granada y sus montañas reflejan su profundo amor por la ciudad, sus ornamentos y sus paisajes. Era, además, un apasionado de la música clásica y el jazz, con predilección por artistas como Duke Ellington, John Coltrane y Miles Davis.

 Aunque tuvo que dejar de estudiar temprano, nunca dejó de aprender. Fue autodidacta y, cuando se jubiló, fue alumno de la primera promoción del Aula Permanente de la Universidad de Granada. Más adelante colaboró en compartir este enriquecimiento cultural a través de OFECUM (asociación cultural de voluntariado nacida del Aula de Mayores de la UGR) con la creación, entre otras cosas, del calendario cultural de dicha organización y la Redacción de la Revista de Información Cultural de dicha asociación.



Su nieta Mar ha escrito una enternecedora carta de despedida:

Hoy las hojas de otoño caen en Madrid, desde donde escribo esta carta, con ese dorado luminoso que solías fotografiar. Ahora las veo caer, y en mi cerebro también suena de fondo aquella canción francesa* que tú recordabas al verlas. Pienso que la fotografía marcó parte del ritmo de tu vida, quizás para capturar lo que no querías olvidar. Desde luego lo marcó cuando fotografiaste a quien sería el amor de tu vida antes de conoceros. Esa instantánea fue el comienzo de una historia que, sin saberlo, seguiría durante más de 60 años, y de la que me gustaría recordar tres momentos: el primero, cuando antes de casaros, recorriste en tu vespa roja los 125km que separan Granada de Serón en pleno agosto para ir a verla; el segundo, cuando escribiste 271 páginas de un libro dedicado a la memoria de su madre; y el tercero, uno de los últimos cálculos que compartimos juntos: los 22.630 desayunos que le llevaste a la cama a lo largo de los años.

Antes de conocerla, yo creo que había otra gran pasión en tu corazón: Granada. Pienso que lo era porque para ti Granada era una sinfonía de paisajes, sonidos, reflejos e historias. A veces la capturabas en una fotografía con una luz fría, limpia, tras una subida a la Cortijuela. Otras veces la pintabas con flores de colores y la Alhambra, inevitablemente, encajada de fondo. Pienso que, para ti, Granada sonaba a Coltrane y Miles Davis, y que sonaba a veces también a través de tu saxofón. La veías en sus fuentes, y en las historias que aprendías, imaginabas y escribías de cada uno de sus rincones.

Pienso también que tu vida fue una búsqueda incansable de belleza, de ternura y de conocimiento. A través de tus palabras, tus pinturas, y tus fotografías, nos dejaste fragmentos de esa búsqueda. Y ahora, ese es el legado que todos los que te conocimos nos llevamos consigo.

 Espero que cada uno lea esta carta y recuerde sus propias fueilles mortes. Yo te recordaré en cada autorretrato en superficies reflectantes, en cada conversación en italiano o en Granada, con jazz de fondo.

 Tu nieta, Mar Cañizares Espadafor.