El Pozo Airón como protector de terremotos.
Plinio, el viejo, este romano del S. I fue un viajero que en su
obra Historia Natural nos habla de unos profundos agujeros, unos pozos abiertos
que eran el remedio para que no hubiera terremotos.
¿Tenemos en Granada uno de
esos pozos? Pues sí, ahora cegado, pero su origen dicen, se pierde en la noche
de los tiempos.
La función de estas
profundas aberturas era que saliera esa energía que comprime la tierra. De este
modo, el aire sale libremente y las ciudades que viven cerca de uno sufren
menos terremotos. Así que estos pozos eran «protectores» de los terremotos.
Vamos a hablar de este
lugar, para muchos granadinos desconocido, que es el Pozo Airón.
Tanto la plataforma de Vico, el primer «callejero»
granadino, como la plataforma de Dalmau lo sitúan en calle Elvira. No se sabe
exactamente si fue abierto por los íberos o por los primeros musulmanes que se asentaron en el Albaicín.
Esta sima estaría
habitada por el dios Airón, guardián de los ríos, los pozos y las aguas.
Gracias a este agujero, normalmente orificios naturales, la tierra podía
expulsar esa energía que comprime en su interior que, al liberarse, hace que
los seísmos se minimicen y evitan que fueran de gran magnitud. Los musulmanes
de la época, ya se encargaron de tenerlo abierto, por si acaso.
Podemos encontrar estos
pozos en algunos puntos de la península, así como en el sur de Francia, en
Italia o en Grecia. Hay que decir que este dios si se enfadaba, para aplacar su
ira exigía sacrificios de animales o humanos. En Granada, los restos que se han
estudiado no son humanos, a diferencia de alguno de Francia en los que sí han
aparecido esqueletos.
El significado de este nombre Airón o Ayrón en castellano, Aigrós en provenzal o Hauron en árabe, significa lo mismo: pozo profundísimo. Es más, este nombre también aparece en la Biblia y era el lugar donde se echaban las cosas o las personas de las que no querías saber nunca más de ellas.
LocalizaciónEl pozo Airón en las crónicas de Granada
Las menciones sobre este
pozo Airón de calle Elvira, datan del s. XV. En las crónicas de la Batalla de
la Higueruela, lo describen como un pozo que estaba abierto, enladrillado y
tenía una gran profundidad.
No se sabe exactamente
cuando empieza a cegarse este pozo, pues Miguel de Cervantes, que estuvo en
Granada a finales del s. XVI, hace referencia a este lugar, como si estuviera
abierto. En cambio, el historiador Bermúdez de Pedraza dice que ya a primeros
del s. XVI estaba cerrado. Esto es porque en 1526 Isabel de Portugal, esposa de
Carlos V, se encontraba en Granada, y en esa fecha ocurrieron una serie de
fuertes terremotos. Ella estaba muy asustada y quería irse cuanto antes de la
ciudad, y los ciudadanos achacaban estos fuertes movimientos a que el pozo
estaba cerrado. Aunque textos posteriores del s. XVII explican que no estaba
del todo cerrado.
Terremoto de 1778. Cierre de teatros y espectáculos públicos en Granada
Con el devastador terremoto de Lisboa que aquí también
se notó, los ciudadanos se asustaron y pidieron que el pozo se drenara y se
abriera nuevamente. Pero no fue hasta 1778, cuando un «enjambre» de seísmos
azotaron esta zona y las casas, con las construcciones de la época, se
desmoronaban con facilidad pues no estaban preparadas para estos movimientos.
Los granadinos empezaron a rezar y a hacer procesiones para rogar a esos dioses
del inframundo que los protegieran.
Lo que se hizo de
inmediato fue cerrar los teatros y espectáculos públicos. El arzobispo Antonio
Jorge y Galván, sostenía la teoría de que la culpa de estos devastadores
terremotos tenían su origen en estos lugares, nidos de pecado, y perdición. Al
igual que las mancebías que había en el barrio de la Manigua, donde el alcohol,
las conversaciones lascivas, el fornicio y las mujeres de mala vida, eran el
origen de que los dioses se enfadaran, así que acabando con esto se acabarían
los terremotos. Y todo esto fue secundado por el Concejo Municipal que prohibió
igualmente todo tipo de manifestación festiva.
El pueblo manifestó
delante del consistorio para que abrieran el Pozo Airón y el alcalde pidió
consejo a uno de los mayores juristas de Granada en aquél entonces, Gutierre Joaquín Vaca de Guzmán y
Manrique, que aceptó estudiar el tema y dictaminar sobre el
mismo.
Decidió no abrirlo, en
base a la teoría de que en la Vega de Granada, lugar donde más afectaban los
seísmos, había muchos pozos, en cambio en Víznar que sólo había uno, apenas
afectaban los movimientos.
El pueblo, no quedo nada contento con esta decisión, pero el Ayuntamiento, que además estaba con sus arcas medio vacías, le vino estupendamente esta decisión para no tener que empezar esa obra de gran envergadura pues los granadinos no querían sólo la apertura del Pozo Airón, sino hacer agujeros en toda la ciudad para que salieran esas energías telúricas, aparte de que los seísmos fueron desapareciendo. Así ya se pudieron abrir los teatros y la gente pudo volver a su divertimento y fiestas.
Definición
de «caer en el Pozo Airón»
Y es que en el Diccionario de las Autoridades de
1776, define esta frase de «caer
al Pozo Airón», como algo que es muy difícil sacarlo o hallarlo
de donde está o que se ha extraviado.
El refranero popular
asocia esta frase con algo que cae en el olvido para siempre y fue muy
utilizada por los políticos y la prensa del S.XIX. Decían que el gobernante
cuando quería perder o no hacer algo lo echaba en el pozo de Granada. De igual
forma pasaba con ese dinero público que «desaparecía» para siempre.
Muchos «pozoairones» que
se pueden aplicar a la actualidad.
la antigua Casa Cuna
NITO
BIBLIOGRAFÍA.-
"Historias
de Granada " de Eva Balea,
Prensa
Local

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