Fco. Soria Aedo
LOS PRECURSORES DE LA GENERACIÓN DE PINTORES GRANADINOS DEL
XX
“Granada
ha ejercido siempre una fuerte atracción en los pintores. La ciudad se puso
pronto de moda entre ellos, con su prodigioso laberinto de escenarios
pintorescos y exóticos. Cada uno de aquellos artistas contribuyó a su manera a
difundir su visión de una Granada original y colorista, melancólica y
misteriosa”
Felipe Sassone
Los
años 20 del pasado siglo, fueron cruciales para muchas cosas, como después se
ha sabido. Fueron los años de máximo esplendor de una generación artística de
suma importancia en el panorama creador del siglo XX español y, también, los
años de los primeros pasos de jóvenes pintores que pronto alcanzarían prestigio
y estimación. La ciudad, su ambiente, sus escenarios, seguían siendo golosos
para los pintores. “Época de pleno esplendor para Granada –escribió Mariano
Antequera, que disfrutó de ella-, como meta ideal para los paisajistas, con su
entonces intacta vega, sus bellísimas huertas, su Albaicín de palacios
renacentistas, casitas humildes y cármenes paradisíacos y, sobre todo, su Generalife, con sus panoramas, rincones y
jardines dignos de las más nobles villas romanas".
En aquella Granada pintaron con entusiasmo y fortuna,
artistas granadinos de reconocidos
méritos. Como Ismael González de la Serna, ido pronto a París, después de acreditar el magisterio de su colorido; los
hermanos Ramón y José Carazo; Francisco Soria Aedo, con su característica
desenvoltura de maneras; Gabriel Morcillo, con sus cuadros de convencional
orientalismo. También se iniciaba por entonces un jovencísimo Manuel Ángeles
Ortiz, "cuya inquieta sensibilidad, siempre juvenil -escribió Emilio Orozco-, le permitiría
moverse al unísono de las cambiantes tendencias de la pintura europea".
Era la bien llamada "generación del Centro Artístico". Él había
recibido a un Manuel Ángeles, recién llegado y seducido por la pintura de
Romero de Torres. En Granada se sacudiría dicha disciplina y empezaría a
perfilarse el artista dispuesto a vivir la gran aventura de las artes plásticas
de nuestro siglo.
LOS
MAESTROS
Con
todo y con todos, las cumbres de la pintura granadina de aquel momento
artístico tan importante, eran los dos José María: López Mezquita y Rodríguez
Acosta. "Por los años 20 -escribe Cristina Viñes- el talento de López
Mezquita y de Rodríguez Acosta ha sido reconocido oficialmente y premiado en
numerosas exposiciones nacionales e internacionales". Eran firmas
cotizadas las de estos dos artistas, relacionados en los mejores círculos
culturales de España y del extranjero y ambos moviéndose, a niveles de galerías
y mercados, a la misma altura de los grandes maestros de su generación,
Sorolla, Zuloaga, Solana, Vázquez Díaz. Melchor Fernández Almagro nos dejó
excelente retrato de los dos José María, cierta vez que estuvo con ellos en el
Cortijo del Pino: "Rodríguez Acosta era muy alto, elegante, ya casi calvo;
parecía altivo, por su gesto y su traza física, y se expresaba con absoluta
sencillez y simpatía", López Mezquita, en cambio, "era más fornido,
de cuello muy corto y mirada muy vivaz que parecía no detenerse un momento".
En 1901, aún muy joven, dieciocho años, había ganado la Primera Medalla de la
Exposición Nacional de Bellas Artes con un espléndido cuadro titulado
"Cuerda de presos", cuadro que causó una auténtica conmoción en el
panorama de la llamada "pintura social", a la que esta obra de López
Mezquita estará siempre ligada.
Rodríguez
Acosta obtendría idéntico galardón en la Exposición Nacional de 1908,
presentando su obra "Gitanos del Sacromonte". Fueron distintas sus
técnicas. También sus vidas. Cuando López Mezquita muere en Madrid, en 1954, se
extingue una carrera artística internacional de lo más brillante, y tan extensa
que resulta imposible seguir con pormenores.
“López Mezquita fue considerado y aún mantiene tal consideración --insistía Marino Antequera-, como el mayor de los pintores granadinos contemporáneos". En el Museo de Arte Moderno de Madrid se conserva una de las más hermosas obras de López Mezquita: el retrato de la Infanta Isabel saliendo de los toros, en compañía de la condesa de Nájera. (La Infanta había sido protectora del pintor en sus años juveniles y él le guardaría siempre gratitud). Es uno de los mejores cuadros de la pintura española de este siglo.
Circunstancias
anímicas, de sensibilidad y, sin duda, de índole económica también -Rodríguez
Acosta, por la fortuna de su casa no sentía más apremio para pintar que el de
su propio gusto-, hicieron que la carrera artística de este otro José María no
fuera tan regular, si bien, a su muerte, en 1941, dejaba una obra de calidad
admirable generalmente reconocida. “Si no alcanzó la fama, ni la extraordinaria
maestría de López Mezquita –subrayaba el crítico-, por su extraordinaria
cultura artística y por la honradez de su estilo, puede considerársele como uno
de los más grandes pintores granadinos de todos los tiempos”. La palabra
“pintor” era poco para Ramón Pérez de Ayala, que escribía en Buenos Aires al
conocer la muerte en Granada de
Rodríguez Acosta: Cuando digo “pintor”, me quedo corto. Era un hombre; en el
sentido clásico; “soy hombre fuera de lo común, en una tierra tan fértil de hombres”.
Hoy,
tan lejos ya de los años en que ambos maestros resaltaron especialmente el
nombre de Granada en el arte de la pintura, los recordamos como muy relevantes
antecesores de los pintores de la aquella generación llamada a cerrar el siglo
XX que ellos abrieron. Desde José Guerrero, ahora Juan Vida, Julio Juste, en
plena madurez…
NITO
BIBLIOGRAFÍA.-
“GRANADA: Un siglo que se va” de Juan Bustos
GRANADA HOY: “El arte granadino del siglo XX, en su
máximo esplendor
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