Retrato de Sayyida al-Hurra de Tetuán.
Los "muchos miles de los desafortunados emigrantes"
(lamentaba el historiador nacido en Argelia al-Maqqari un siglo después de la
expulsión), fueron absorbidos por los principales centros urbanos del norte de
África, como Fez, Orán y Túnez. Otros, observó al-Maqqari, "poblaron las
ciudades y distritos desérticos del país como Tetwán (Tetuán), Salé y las
llanuras de Metidja, cerca de Argel".
Y aquí entra en la Historia la figura
renacentista de Sitt al-Hurra como la de uno de los protagonistas de la
resistencia y de la mezcla de culturas de la época, y de sus formas de actuar.
En realidad, es poco lo que sabemos de
primera mano o documentalmente acerca de esta Noble Dama aunque haya bastantes
referencias históricas respecto a ella, muchas europeas. Conocida en la
Historia como Sayyida al-Hurra, la Noble Dama pudo haber tenido el nombre
propio de Aysha, en cuyo caso lo de al-Hurra, que significa la libre, sería un
apelativo que le fue dado cuando asumió el gobierno de Tetuán. De todas formas,
el apelativo de Sayyida al-Hurra viene a significar Noble
Dama y lo llevaron antes y después varias notables mujeres musulmanas. Lo
cierto es que era hija de Mawlāy Aly ibn Rashīd, sharīf o
noble descendiente del santo Sīdī Abd al-Salām Ibn Mashísh, y de Lal-la Zuhra
Fernández, una mudéjar o morisca de Vejer de la Frontera, cerca de Cádiz, o tal
vez una elche. El padre de Sitt al-Hurra se había convertido en el príncipe de
un estado prácticamente independiente de los wattasíes, con capital en Chauen,
ciudad que fundó poblándola con gente de la comarca y con emigrados granadinos,
o de otras partes, que escapaban del avance de los Reyes Católicos.
Como otras
muchas familias nazaritas,
la de Sayyida al-Hurra, se despiden de Granada.
Su madre tenía un hermano, Martín
Fernández, que se islamizó igualmente, si es que no era ya musulmán, tomando el
nombre de Aly Fernando; persona que debió tener puestos de responsabilidad en
Tetuán y en la cora de Arcila. Y, del matrimonio entre el príncipe Ibn Rashīd y
Lal-la Zuhra Fernández, hubo otro hijo, probablemente el primogénito, llamado
Mawlāy Ibrāhīm, que llegó a la cumbre del poder sucediendo a su padre y siendo
el valido del sultán wattasí de Fez. Era un buen político, un excelente militar
y un hombre de carácter, siempre pendiente de su hermana Aysha, tan
emprendedora y fuerte de temperamento como él. Siendo todavía una adolescente,
Aysha, la futura Sitt al-Hurra, se casó con Aly Al-Mandari,(clik) aristócrata andalusí
desplazado a Tetuán y repoblador de esta ciudad.
Al-Manzarī, fonéticamente transformado en
Al-Mandrī, era procedente del reino de Granada, con cuya familia real estaba
emparentado por un primer matrimonio, del que seguramente tuvo hijos que
debieron luego formar parte de la aristocracia tetuaní. Cabe la posibilidad de
que haya conocido a Ibn Rašīd en la guerra de Granada, cuando él era alcaide de
Piñar, una fortaleza nazarí que rindió a los Reyes Católicos a instigación de
Boabdil, y que se haya trasladado al norte de Marruecos por invitación de
aquél.
Lo cierto es que Tetuán fue reconstruida por los granadinos alrededor de 1485 y, en ese momento, Al-Mandrī estaría entre los treinta y los cuarenta años, dada su vida adulta anterior y las responsabilidades que había desempeñado. De 1485 a 1510, o 1512, año en el que Sayyida al-Hurra se hizo cargo del poder en Tetuán, en nombre de su marido y tal vez por incapacidad de éste, que se había ido quedando progresivamente ciego por una herida de guerra, hay unos veinticinco años en los que deben haberse producido el nacimiento de la misma Aysha o Sayyida al-Hurra, su matrimonio, el nacimiento de sus hijos y su propio aprendizaje político. Podríamos pensar, pues, que la Noble Dama nació en torno a 1485, algo después que su hermano Mawlāy Ibrāhīm, al mismo tiempo que nacía Tetuán, y que se casó con Al Mandari (Al-Mandrī) en torno a 1500, con una diferencia de edad de unos treinta o cuarenta años entre ambos, lo que no parece haber afectado su entendimiento mutuo.
Rio Martil (Tetuán)
Lo cierto es que Tetuán fue reconstruida por los granadinos alrededor de 1485 y, en ese momento, Al-Mandrī estaría entre los treinta y los cuarenta años, dada su vida adulta anterior y las responsabilidades que había desempeñado. De 1485 a 1510, o 1512, año en el que Sayyida al-Hurra se hizo cargo del poder en Tetuán, en nombre de su marido y tal vez por incapacidad de éste, que se había ido quedando progresivamente ciego por una herida de guerra, hay unos veinticinco años en los que deben haberse producido el nacimiento de la misma Aysha o Sayyida al-Hurra, su matrimonio, el nacimiento de sus hijos y su propio aprendizaje político. Podríamos pensar, pues, que la Noble Dama nació en torno a 1485, algo después que su hermano Mawlāy Ibrāhīm, al mismo tiempo que nacía Tetuán, y que se casó con Al Mandari (Al-Mandrī) en torno a 1500, con una diferencia de edad de unos treinta o cuarenta años entre ambos, lo que no parece haber afectado su entendimiento mutuo.
Ella aprendió a su lado y estuvo
colaborando con él y, luego, representándolo y cuidándolo hasta su muerte; cosa
que no se hubiera producido de no existir un consenso en la pareja y una
adaptación de sus caracteres, indudablemente recios. Lo cierto es que, en torno
a 1510-1520, la pareja casó a una hija de ambos con Ahmad, un hijo de Hasan
Hásim o quizás Hāshim, granadino inmigrado procedente de Baza y rival de
Al-Mandrī en el gobierno de la ciudad, y Sayyida al-Hurra estuvo apoyándose más
o menos verbalmente en su yerno para regir Tetuán, aunque su sostén fundamental
lo haya tenido en su hermano Mawlāy Ibrāhīm, que gobernaba en Fez como factótum
del sultán Ahmad al-Wattāsī. Probablemente fue en esos mismos años cuando otra
hija de la pareja se casó con un tal Abū Aly, asimismo de origen granadino.
La inmigración granadina, como buena parte
de la andalusí y de la morisca ulterior, se dedicaba de modo muy activo al
corso, actividad oficialmente permitida y alentada por los Estados, con la que
sacaba riqueza y mermaba la capacidad comercial, humana y militar de sus
enemigos, en este caso los cristianos peninsulares. Al-Mandrī y Sayyida
al-Hurra sostuvieron y financiaron la navegación corsaria, o la controlaron y
abastecieron cuando no era propia, aprovechando el excelente caladero del río,
que estaba resguardado. El empeño que puso Sayyida al-Hurra en proteger esta
actividad concitó en contra de ella muchas enemistades, tanto extranjeras como
marroquíes, que empezaron a pesar en su perjuicio, y en el del sultán, que lo
consentía a pesar de los acuerdos internacionales. Esto no pareció importarle
verdaderamente hasta 1539-1540.
El sultán de
Marruecos Ahmed al -Wattasi,
con quien Sayyida
formó una alianza.
.
Y es que, en 1539, murió Mawlāy Ibrāhīm,
su hermano uterino y protector, y se hizo cargo del gobierno de Chauen su
hermanastro Sīdī Muhammad, con quien no se llevaba bien y que, a partir de esa
fecha, intentó intervenir en Tetuán. Al-Mandrī continuó en vida hasta 1540:
«Todavía suspiraba por España el viejo caudillo», viene a decir de él un
testimonio contemporáneo… Muerto su marido, Sayyida al-Hurra continuó rigiendo
la ciudad con su yerno Ahmad, probablemente con menoscabo para su otro yerno
Abū Aly, lo que creó rivalidades entre sus dos hijas. Sin embargo, dadas las
dificultades que se le iban acumulando, la Noble Dama, en 1541 y con más de
cincuenta años, dio un vuelco a la situación logrando que el propio sultán de
todo Marruecos, Ahmad al-Wattāsī, se casara con ella.
El sultán viajó de Fez a Tetuán para
desposarla, cosa que nunca había ocurrido antes en el país. Visto lo cual, la
Dama desechó evidentemente todos los prejuicios y manejó a su antojo los
asuntos de la región, como dice el historiador Gozalbes Busto. Así
fue, lo hizo intensa, abusivamente, pero por poco tiempo.
Meandros del río Martil, antiguo apostadero del corso.
Meandros del río Martil, antiguo apostadero del corso.
Porque, el 22 de octubre de 1542, Hasan
Hásim o Háshim, consuegro de Sayyida al-Hurra, viniendo de Fez con un grupo de
jinetes y en connivencia con su hijo Ahmad, entró en Tetuán y dio un golpe de
poder destituyendo a Sayyida al-Hurra, expulsándola de la ciudad y
arrebatándole los bienes. «Citalforra alcaidesa y senhora de dicha ciudad»
—como dicen los Anais portugueses— había caído. Este golpe de
Estado queda muy oscuro. Parece ser que el sultán avisó a la Noble Dama, pero
desconocemos por qué ella no le hizo caso, y no sabemos en qué medida
conspiraron las propias hijas de ésta en contra de su madre y en favor de sus
esposos, pero sí parece que lo hicieron. Tampoco sabemos si el sultán quedó
hasta cierto punto complacido con este final, puesto que tal vez contara con
que los sucesores de la Noble Dama iban a ser más fáciles que ella misma, de
cara a los problemas internacionales que le causaba la ‘Granada tetuaní’ señera
y autónoma.
¿Qué fue de Sayyida al-Hurra después? No
lo sabemos. Parece que regresó a la casa paterna de Chauen, en donde se aisló y
en donde probablemente vivió y murió, ignoramos en qué fecha, en una habitación
que todavía se conserva con sus cosas. Está enterrada cerca de esa casa, en
la zawiyya raisuniyya.
Una vez desaparecida de Tetuán, la ciudad
fue gobernada por su yerno Ahmad y puede que por un hijo de éste, o sea por un
nieto de al-Mandrī y de Sayyida al-Hurra, que tal vez adoptó el apellido
Al-Mandrī, y en este tiempo hubo luchas entre los Hásim o Háshim y los Abū Aly,
o sea guerras nobiliarias familiares que implicaban a los grupos granadinos,
hasta que un nuevo sultán hizo ocupar la ciudad, en 1562, por sus tropas, que
eran en buena parte moriscas.
Resulta muy difícil meterse en la
interpretación de una persona como Sayyida al- Hurra, así de contrastada entre
luces y sombras, tanto más cuanto que no disponemos, por ahora, de más material
histórico que el analizado ni de más fuentes. Tal vez convenga repasar los
datos subjetivamente, desde dentro, empezando por la etapa en que vivió y fue
protagonista de cosas.
Aquella fue una época en la que se
reequilibró el mundo. Prácticamente todo: las vías comerciales, el concepto y
la anchura del orbe, el concepto del Estado, la ciencia y la invención, el ten
con ten de las religiones, los bloques expansivos, la emigración, el saber, los
índices demográficos, la alimentación, los ejércitos, el arte… La gente que
participó, dentro del área siempre
susceptible y múltiple del Estrecho de Gibraltar, lo hizo acomodándose a las
nuevas dimensiones sobre un tejido social muchas veces antiguo o pasado, no
pudiendo afirmarse de cara a la marejada por falta de un suelo estable. Es lo
que probablemente le ocurrió a Sayyida al-Hurra. Pero ella tuvo el arrojo y la
inteligencia de ser protagonista de la situación.
Sus acciones fueron seguramente las
convenientes dentro de su medio político y social, dentro de su paisaje.
Gobernó porque era de una familia de gobernantes y estaba casada con un gran
jefe. El gobierno y la directriz eran su ambiente desde niña y, en cuanto tuvo
que hacerlo, lo hizo, quizás con un endurecimiento progresivo que terminó por
perjudicarle. Al morir su marido, no supo continuar siendo una mujer
extraordinaria apoyada en un hombre dentro de una sociedad de hombres, y quiso
ser ella misma el hombre con comportamiento de tal y con desafío; lo cual, en
aquella época, era imposible de imponer y de mantener. El hecho de que nadie se
opusiera abiertamente a su caída, lo prueba.
Según Rodolfo Gil Grimau (Publicado en El Legado Andalusí, Granada, 2005), no debió ser una mujer altiva, aunque
sí convencida de poder superar a todos por lo que terminó pecando de confiada.
Y, por lo tanto, es posible que haya creído mucho en sí misma, siendo también
una buena creyente en Dios, que debió aceptar, sobre todo en la etapa
silenciosa y última de su vida, lo que el Altísimo le fue dando. Ahora su
cuerpo ocupa una pequeña tumba, en un rincón discreto de la zawiyya
raysuniyya, que dije antes. Hay una reducidísima ventana que da al
exterior y, por fuera, muchas mujeres de Chauen depositan flores en el
alfeizar. Sitt al-Hurra, Sayyida al- Hurra nunca ha dejado de ser una Noble
Dama y continúa siendo un símbolo de libertad para muchos, y de esperanza.
Visión romántica de la pirata que nunca salio al mar a combatir.
BIBLIOGRAFIA:
Rodolfo Gil Grimau (Publicado en El Legado Andalusí, Granada, 2005)
Sayyida al-Hurra (Wilipedia)
Dina El Idrissi: "Sitt Al Hurra"
NITO