Maqueta de sardinal-almejero Juana y José
“La barca sardinal es
a la mar, como el carrillo de mano es a la huerta”
Es decir: Herramienta para todo. Lo mismo se
dedicaba a la sardina y al boquerón que a la almeja y otras faenas. Así es este
barco al que tratamos hoy de ensalzar. No hay pincel, canción o poema que –en
cuestiones de arte marinera- no lo glose.
Mi sardinal (maqueta)
Nada extraño es que, enamorado de sus finas
líneas, fuera uno de mis primeros trabajos como modelista, copiando de los
ejemplares que veía arrumbados por estas playas. Precisamente el que tenía más
a mano y del que tomé algunas medidas (nada de planos, entonces), se consume
hoy como “brulote” infame asando sardinas. ¡Qué falta de sensibilidad, amigo…!
En plena faena
“El sardinal como embarcación y como arte de
pesca ha sido otro de los grandes símbolos olvidados de nuestra casi evaporada
cultura marítima de este litoral. Si la barca de jábega, con dificultades, ha
conseguido salir a flote en las playas malagueñas, no podemos decir lo mismo de
esta hermosa embarcación.
Sardinales en El Palo (foto L. Bellón)
Conocido
por su airosa vela latina, la pronunciada caída del mástil a proa y larga antena, junto
a una proa recta (en ángulo de 90º), donde no suele estar presente el oculi (ojo pintado en las dos amuras),
el sardinal ha sido estrechamente inmortalizado por numerosos marinistas en
multitud de cuadros y lienzos que han adornado el espacio cultural pictórico del
Mediterráneo en los últimos dos siglos. Su presencia en las playas suponía algo
pintoresco.
El nuevo "LaIsa" en Benalmádena
A
mediados de los años 40 del pasado siglo se contaban por docenas y alegraban
nuestras bahías con su blanca nota en el horizonte.
Aparte de
esto no se ha hecho nada más que repudiarlo hasta perderse del rebalaje. Una
embarcación como ésta, injustamente relegada, no se merecía semejante final.
Entre sardinales y jábegas (Almuñécar -Playa de San Cristobal- año 1961)
Con estas
líneas nos proponemos efectuar un pequeño acercamiento hacia esta desconocida
embarcación, cuyo ocaso y desaparición ha navegado casi en paralelo con la
jábega. Ambas compartieron temporales, boles y pesqueras. Nunca rivalizaron.
Unas propulsadas a vela y otras a remos, cohabitaron y ganaron el justo sustento
en nuestro mar. Muy al final, algunas adoptaron el motor como medio de
propulsión y solas las dejamos morir.
"Ntra. Sra. Virgen del Carmen" el día de su botadura.
Poco o
prácticamente nada se ha escrito sobre ellas, a excepción del excelente trabajo
de Luís Bellón en su libro “El Boquerón y la Sardina de Málaga” (Consejo
Superior de Investigación Científicas. Instituto de Estudios Malagueños.1950).
Sin duda el mejor tratado sobre el sardinal y la sardina (Sardina pilchardus,
de la familia de los Clupéidos), la especie de mayor importancia pesquera en
España.
El
sardinal como embarcación y como arte de pesca es un “caladero virgen” aún por
investigar. Podemos afirmar que se desconoce prácticamente todo sobre ella, ya
sea desde:
El aparejo (plano y superficie
vélica, pasando por la escasa cabullería de la que disponía y terminando por
las maniobras a bordo con las difíciles y peligrosas trasluchadas, consecuencia
de la prolongada antena -“navegar a la mala” decían algunos cuando la
percha quedaba a barlovento del mástil y la vela rozaba el palo-).
El casco de la embarcación (eslora,
manga, puntal, tonelaje, número de cuadernas…).
Concluyendo con las
líneas de aguas (arrufo); y su navegación (escora). El grado de
inclinación del mástil, así como la medida del palo y la antena es un puro
enigma. Igualmente singular era el calado del timón colgado a popa, que
guardaba un cuidado paralelismo con la grácil curvatura del codaste, dando una
impronta muy particular a nuestros sardinales.
Una
ausencia casi generalizada del característico ojo de la jábega pintado en la
amura del sardinal nos hace pensar, a falta de orígenes precisos, que el
sardinal pudiera ser una evolución de otras embarcaciones de mayores
proporciones que surcaron nuestras aguas y que, al igual que la barca, quedaron
ancladas en este trozo costero hasta su pérdida.
El modelo
seguido con su típica proa vertical y en especial el gorrete que se
asemeja bastante al llaut mallorquín, junto a otras embarcaciones
similares del levante español, nos hacen considerar esa variación mencionada.
La existencia de corredores en las bandas pudiera hacer presuponer que
estamos en presencia de una embarcación mucho más moderna que la barca, ya que
el citado corredor sirve para facilitar el trabajo a bordo. El sardinal
no estaba pensado inicialmente para ser movido a remo, no obstante se serviría
de este medio de propulsión en las maniobras.
En
comparación con la jábega su policromía es más austera.
Con el
sardinal se mantuvo el concepto o idea de distancia y orientación en la mar, al
fijarse por los sardinaleros las “quedadas” mediante las conocidas
marcas por triangulación con puntos fijos de la costa.
.
.
"...y como premio a toda una vida de trabajo: Te quemo haciendo espetos"
Así las
cosas y del examen de la antigua Lista 3ª de pesca en los distintos distritos
de la provincia marítima de Málaga, el más abundante en inscripciones de
sardinales, incluso superando a las barcas de jábega fue Fuengirola. Las
razones de aquella importante flota debemos apuntarla quizás a la buena
pesquera existente en la zona para este tipo de embarcación, que a diario
faenaban desde
Torremolinos
a Marbella, pasando por Nerja, Almuñécar, incluso navegando a otros distritos o
zonas.
El
Director del entonces Laboratorio Oceanográfico de Málaga nos ofrecía la
información sobre los sardinales recordando que según datos oficiales de 1946,
en la provincia, existían 212 sardinales. Éstos faenaban durante todo el año,
especialmente en verano.
En
general tienen entre 6 y 8 metros de eslora: Provistos de vela latina, siempre
llevan remos y algunos (en 1950) disponen de motor auxiliar. Tienen quilla
normal y disponen de dos carenotes más cortos que los de las jábegas para
facilitar las varadas y quedar adrizadas sobre los parales. La pronunciada
brusca de bao de unos 15 cm, da una sensación en cubierta de abombamiento o
acentuada curvatura que no tienen otras embarcaciones tradicionales.
Poseen
corredores anchos a los lados, que dejan en medio un hueco, escotilla o caja
central, que se puede tapar con sus cuarteles, para cubrir la red o proteger la
parte de bodega, a proa, donde duerme o descansa la tripulación. Aislado a
popa, queda otro hueco o escotilla, llamado buchín, donde se mete hasta
medio cuerpo el patrón, provisto también de un cuartel pequeño. Llevan tres
bancos para los remeros y en la regala siete toletes para otros tantos remos,
cuatro por babor y tres por estribor, sirviendo el
más
popel, e impar, para que bogue el patrón, si es necesario, en cuyo caso lo hace
desde el buchín, gobernando con la caña del timón entre las piernas.
El palo
inclinado hacia delante, sostiene a la percha o verga formada por dos piezas;
el car, por la parte de proa, y la antena, por la de popa. En esta va
atravesada una tabla, la luneta, con unos soportes, los cameteros, para
la horquilla o cameta donde se apoya la verga arriada, o para la caña
del timón cuando éste no se usa; detrás de la luneta queda un pequeño espacio
triangular, la raba, típico y especial de esta clase de embarcaciones.
La roda
es alta, elegante, coronada por su gorrete; hacia la flotación lleva un
cáncamo o borondo para enganchar el cabo y varar la barquilla en los
pocos casos en que se hacen de proa, pues lo normal es verificarlo de popa
pasando una gaza por la contraroda de popa y el codaste; este último es también
curvo y lleva el macho y la hembra para colocar el timón.
El
pintado de los sardinales es igual que en las jábegas. Las hay con dibujos
vivos, figuras de mujeres y figuras geométrica. Insiste Bellón que el
ojo no es tan obligado como en la jábega. La tripulación está formada por el
patrón y entre 4 y 6 hombres más.
La flota
de sardinales, laúdes, faluchos, palangreros, bacas, marrajeros, eran presa
fácil en los temporales. La lejanía con la línea de playa y su fragilidad
hacían lo demás. Las desgracias en pérdidas de vidas humanas con los sardinales
no dejaban indiferentes a la población marítima local. La Unión Mercantil del
domingo 2 de febrero de 1896, pág. 1 destacaba el naufragio sufrido cerca de
Vélez Málaga, en el lugar de Cantarriján, por el sardinal de Vélez “Dos
Hermanos” conocido por “Minerva” con su patrón Sebastián Pastor”.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.-
Pablo Portillo Strempel. "El sardinal malagueño" Una aproximación.
Vicepresidente de la ABJ
Benigno
Rodríguez Santamaría. “Diccionario de artes de pesca de España y sus
posesiones” (1923).
Luís
Bellón. “El boquerón y la sardina de Málaga”. Consejo Superior de Investigación
Científicas. Instituto de Estudios Malagueños. (1950).
Juan A.
Camiñas, Jorge Baro y Rogelio Abad. “La pesca en el Mediterráneo andaluz”.
Servicio de Publicaciones de la Fundación Unicaja. D.I. MA-1489/04. ISBN
84-95979-24-1.
DIFUNDE
Amigos de la Barca de Jábega
www.amigosjabega.org
1 comentario:
¡Cómo conoces y cuánto te gustan estos temas marineros! Los vives y disfrutas con su descripción. Yo, ignorante en la materia, tengo sin embargo impregnado el sentido de esos aromas marinos desde mi lejana infancia (y ya son años), cuando a mi olfato llegaban esos olores marinos de sal, brea, maderas mojadas, y cómo no, los espetos de sardinas de Málaga en sus playas de Pedregalejo con su inconfundible tufillo.
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