jueves, 31 de octubre de 2024

ADIOS A NUESTRO AMIGO MANUEL ESPADAFOR

 


Adiós a Manuel Espadafor, escritor y gran impulsor del jazz en Granada.

 Nunca pude imaginar que mi Blog (ese que tanto te gustaba), me serviría para despedirme de tí, mi querido amigo Manuel. Quien iba a sospechar de este luctuoso final: Te deseo el más luminoso de los destinos. Adiós, al hombre bueno y honrado, artista enamorado de todo lo bello. Hasta la Eternidad, Manuel.

“ET IN ARCADIA EGO”


 A Manuel Espadafor


A la sombra de la Alhambra escribió Manuel,
su pluma surcando notas de jazz en la ciudad
dejó un legado de letras impregnadas de pasión,
mientras el tiempo se lleva su melodía al más allá.

Fotografías guardan los rincones que amaba,
las montañas y la nieve, refugio de su ser.
En cada imagen, su espíritu se desliza,
entre luces y sombras donde se solía perder.

Aprendiz eterno, alumno de la sabiduría,
supo compartir su conocimiento con esmero.
En cada página, en cada nota de jazz,
Granada late al compás de su sincero empeño.

Recuerdos danzan al son de la triste despedida,
melodías en silencio tejen su adiós sentenciado.
Manuel, en nuestras almas tu presencia perdura,
como el eco lejano de un jazz nunca olvidado.

 

NITO

 


 SEMBLANZA

La Prensa local granadina publicó esta triste noticia:

Manuel Espadafor Caba murió este pasado lunes, 30 de Septiembre de 2024. Nacido en Pinos Puente, comenzó a trabajar desde muy joven, lo que no le impidió cultivar sus grandes pasiones a lo largo de su vida. Aficionado a la escritura, publicó varios libros, siendo especialmente conocido por 'Un “Siciliano en la Alhambra”, “El retorno a la Alhambra”, Basadas en sus crónicas de la época, también escribió 'Granada, con Jazz de Fondo', entre otras obras.

Empresario de profesión, amante del montañismo y la fotografía, sus imágenes, especialmente de Granada y sus montañas reflejan su profundo amor por la ciudad, sus ornamentos y sus paisajes. Era, además, un apasionado de la música clásica y el jazz, con predilección por artistas como Duke Ellington, John Coltrane y Miles Davis.

 Aunque tuvo que dejar de estudiar temprano, nunca dejó de aprender. Fue autodidacta y, cuando se jubiló, fue alumno de la primera promoción del Aula Permanente de la Universidad de Granada. Más adelante colaboró en compartir este enriquecimiento cultural a través de OFECUM (asociación cultural de voluntariado nacida del Aula de Mayores de la UGR) con la creación, entre otras cosas, del calendario cultural de dicha organización y la Redacción de la Revista de Información Cultural de dicha asociación.



Su nieta Mar ha escrito una enternecedora carta de despedida:

Hoy las hojas de otoño caen en Madrid, desde donde escribo esta carta, con ese dorado luminoso que solías fotografiar. Ahora las veo caer, y en mi cerebro también suena de fondo aquella canción francesa* que tú recordabas al verlas. Pienso que la fotografía marcó parte del ritmo de tu vida, quizás para capturar lo que no querías olvidar. Desde luego lo marcó cuando fotografiaste a quien sería el amor de tu vida antes de conoceros. Esa instantánea fue el comienzo de una historia que, sin saberlo, seguiría durante más de 60 años, y de la que me gustaría recordar tres momentos: el primero, cuando antes de casaros, recorriste en tu vespa roja los 125km que separan Granada de Serón en pleno agosto para ir a verla; el segundo, cuando escribiste 271 páginas de un libro dedicado a la memoria de su madre; y el tercero, uno de los últimos cálculos que compartimos juntos: los 22.630 desayunos que le llevaste a la cama a lo largo de los años.

Antes de conocerla, yo creo que había otra gran pasión en tu corazón: Granada. Pienso que lo era porque para ti Granada era una sinfonía de paisajes, sonidos, reflejos e historias. A veces la capturabas en una fotografía con una luz fría, limpia, tras una subida a la Cortijuela. Otras veces la pintabas con flores de colores y la Alhambra, inevitablemente, encajada de fondo. Pienso que, para ti, Granada sonaba a Coltrane y Miles Davis, y que sonaba a veces también a través de tu saxofón. La veías en sus fuentes, y en las historias que aprendías, imaginabas y escribías de cada uno de sus rincones.

Pienso también que tu vida fue una búsqueda incansable de belleza, de ternura y de conocimiento. A través de tus palabras, tus pinturas, y tus fotografías, nos dejaste fragmentos de esa búsqueda. Y ahora, ese es el legado que todos los que te conocimos nos llevamos consigo.

 Espero que cada uno lea esta carta y recuerde sus propias fueilles mortes. Yo te recordaré en cada autorretrato en superficies reflectantes, en cada conversación en italiano o en Granada, con jazz de fondo.

 Tu nieta, Mar Cañizares Espadafor.



lunes, 30 de septiembre de 2024

LA BAILAORA LOLA MEDINA

 

 

LA BAILAORA  LOLA MEDINA

Fue la reina absoluta e indiscutida de las zambras del Sacromonte durante un largo periodo de tiempo, las décadas 40 y 50 del siglo XX. Se llamaba Lola Medina, y sus bailes, su casta y su temperamento, todavía se recuerdan en las cuevas gitanas del Camino. Su encanto natural sugestionaba a todos y se extremaba cuando se dejaba prender en la pasión irresistible del ritmo, devorados su cuerpo y su espíritu por la misteriosa y remota fiebre del amor y de la música. En aquel Sacromonte, tan reciente, tan rico en dinastías del arte flamenco, Lola Medina, de baile sensual, trascendente, hondo y difícil, fue, en cierta manera “anfitriona oficial” del barrio pintoresco con todo huésped ilustre de la ciudad.


Los Ayuntamientos de la época, solían agasajar a los invitados de relieve con zambras en la cueva de Lola Medina. José María Pemán que acudió a alguna de ellas, dejó un bello testimonio lírico del espectáculo que presenció, “entre paredes hirientes de cal, en las que reverbera el cobre bruñido”. El escritor gaditano comprendía el asombro y atracción de turistas y viajeros, ante el rito pagano de aquellos bailes, animados con una pasión y un fuego primitivo emocionantes.


Lola Medina alcanzó la categoría de leyenda en vida. Creó un estilo propio lleno de personalidad y sugestión, que parecía, cuando bailaba, hacer crepitar su carne ardiente. Cándido G. Ortiz de Villajos lo describió certeramente: “Es el baile dramático de las pasiones humanas al desnudo, de ritos oscuros, de costumbres extrañas”. Yo tuve ocasión de admirar una de sus zambras, con una calificada concurrencia, para mayor satisfacción: José María Pemán, Andrés Segovia, Vicente Escudero, Pepe Tamayo, Francisco Rabal, figuras todas de un Corpus ya lejano, invitadas por el Ayuntamiento a una fiesta en la cueva de Lola Medina. Zambra “grande”, con todo el repertorio, “con sus músicas brujas —diría Camón Aznar—, con frenesí de conjuros y de brazos en alto, con ruedas de volantes y dionisíaco batir de tacones enardecidos”.

En aquel reino de luz y ritmo, entre el vaivén de las caderas de las bailaoras, entre los brincos, quiebros de cinturas y brazos morenos jugando con el aire, Lola se erguía, dominadora, desde las profundidades de su baile personal, ondulante, ritual.

Fue mujer de amores y pasiones muy comentadas. En una de las salas de su cueva  -adornada con gusto notable y ambientada con lujo sus habitaciones privadas-,  había un interesante retrato de Lola, con el traje típico y con la mano diestra acariciando una vasija verde vidriada. En aquella mano lucía una sortija con dos ricas perlas. Según se comentaba aquellas perlas habían sido propiedad de la reina Victoria Eugenia de España, quien obsequió con ellas, partiendo un collar para repartirlo como recuerdo entre sus damas, a una de sus fieles acompañantes hasta el exilio, a la llegada de la República. La historia de las perlas, la  aristócrata que recibió el regalo regio y la de la propia Lola Medina, fueron un episodio novelesco en aquel Sacromonte de zambras inolvidables, entre las que descollaron también, entre otras, las de los Amayas y “la Faraona”.




BIBLIOFRAFIA.-

Juan Bustos: Laberinto de Imágenes

Escritora Nines Sánchez Pérez (Wordd.Press)

Prensa Local



NITO

 

sábado, 31 de agosto de 2024

LA TORRE DE CERRO GORDO O DEL NOGAL

 


TORRE DE CERRO GORDO

Localizada al Oeste de la ensenada de La Herradura, antigua carretera nacional: Almería- Málaga.

Accesos:

Se puede acceder  a este paraje en automóvil, desde La Herradura hacia Nerja, desvío a la derecha antes del túnel de Cerro Gordo. Final del trayecto en el mirador.

Luego, a pie, desde el mirador,  a través de un camino que forma parte de una ruta senderista.

Entorno físico:

Incluido en el Paraje Natural de Acantilados Maro-Cerro Gordo, entre los términos de Maro y La Herradura, una estrecha franja de 12ms. paralela a la costa, incluida una milla de franja marítima. Cerro Gordo forma parte de la Sierra de la Almijara, unidad geológica de origen sedimentario constituida por mantos de corrimiento con una formación inferior de filitas y otra superior de calizas y dolomías, que constituyen los materiales característicos del Paraje Natural. El modelado del parque, principalmente los acantilados y calas han sido consecuencia de la acción erosiva producida por las aguas superficiales y la acción del mar. Esta última ha modelado el paisaje costero y los fondos marinos, en parte cubiertos por las rocas desprendidas de los acantilados cercanos. Las playas aparecen en el fondo de los barrancos, formadas por la erosión de ríos y ramblas. Constituidas por cantos rodados y arena gruesa, materiales desprendidos de las últimas estribaciones de Almijara.

La gran actividad erosiva de la zona, debido al carácter torrencial de las precipitaciones, las fuertes pendientes, la falta de cobertura vegetal, la acción del oleaje y los efectos del hombre sobre el medio hace que aparezcan suelos muy poco desarrollados, con escaso perfil y bajos en materia orgánica. Almijara presenta elevaciones que superan los 1800 metros, de ahí su mayor pluviometría, reflejada en numerosos cursos de agua, la mayoría de pequeño trazado, que aseguran la existencia de manantiales durante buena parte del año.

Las características climáticas: suavidad de las temperaturas en el invierno y baja amplitud térmica anual, verano seco y unos valores de precipitaciones entre los 400 y 450 mm. al año, explican los rasgos de la vegetación: Incluido dentro de la vegetación mediterránea de especies de hoja perenne, los restos de flora autóctona han desaparecido, principalmente por la acción del hombre: cultivos, ganadería, talas indiscriminadas e incendios. Aparecen diseminados parte del estrato arbustivo de coscoja y lentisco. En un mayor nivel de degradación, especies esteparias como el romero y las aulagas. Las repoblaciones de pino carrasco aseguran hoy el estrato arbóreo de la zona. Sólo en algunas zonas del interior es posible encontrar restos del encinar mediterráneo.

Contacto visual a Poniente con la Torre de la Caleta.

En las zonas más resguardadas, al abrigo de los vientos secos del sur y con una mayor humedad medioambiental aparecen el boj y la olivilla, la única zona del mundo donde esas dos especies viven juntas.

En los acantilados encontramos otro de los tesoros biológicos del paraje: el romero blanco, una planta que utiliza como sistema de protección las hojas y tallos para defenderse de la insolación. La fauna está representada por las mismas especies de la Sierra de Almijara, aunque muy restringida por el efecto de pantalla que hace la carretera nacional; desde el sapo común al topo ibérico y la cabra montés, a la que se une una rica microfauna de invertebrados.

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La importancia significativa del paraje es su milla marina. A las algas mediterráneas hay que unir un endemismo: la Posidonia mediterránea y las últimas colonias de Zoostera marina. Las praderas marinas forman un hábitat esencial, por el aporte de alimentos que ofrecen numerosas especies de fauna marina viven entre los fondos arenosos y las rocas: moluscos y anémonas, aparte de peces como la dorada, el sargo o la herrera.

Características:

 1. Torre atalaya costera. Conecta visualmente con la Torre de la Caleta hacia el oeste y el Castillo de la Herradura y la que fuera Torre de la Punta de la Mona (hoy faro), hacia el este.

2. Fecha de construcción: finales del s. XVI.

3. Forma troncocónica con leve talud y planta circular, de 7,30 m. de diámetro y 10,50 m. de altura. La torre está situada sobre una estructura de nivelación.

4. Construida con mampostería de piedras medianas, dolomías, procedentes de canteras cercanas. Cada dos hiladas hay una verdugada de lajas.

5. Una cámara con cubierta semiesférica, también realizada en mampostería.

 6. Restos de enlucido exterior de mortero de cal.

7. Hueco de acceso mirando al este, a la Bahía de La Herradura, a seis metros del suelo, disponiendo de jamba en el lado derecho, arco y matacán. Una ventana mira al sudoeste, a la playa de Cantarriján.

8. Conserva casi todo el peto de la terraza, algo recrecido al        norte.

9. Estado de conservación: bueno.

a). Rota la jamba izquierda del hueco de acceso y el matacán. b). Se ha perdido el peto de la terraza al E-SE.

10. Figura de protección: BIC desde 22-6-1993.

En el Reglamento de Carlos III, de 1764 tenía asignados tres torreros.


NOTAS.-

Así se proponía en el informe que Antonio Moreno Leypace realizó en la Costa del Reino de Granada entre el 5 de noviembre y el 4 de diciembre de 1567

"Que el Çerro Gordo, donde ay una estançia en el partido de Almuñécar, se haga una torre.

"Ratificado posteriormente, en la visita que Antonio del Verrio y Luís Machuca hicieron de todas la torres y estancias que había en el Reino de Granada por orden del Duque de Arcos entre el 2 de julio y el 10 de agosto de 1571:

 "Estançia del Çerro Gordo. De la Estançia de la Caleta Bermeja a I' Estangia del Çerro Gordo ay media legua pequeña, no tiene guardas porque está desierta, es muy necesario hazelle Torre”.

 De la Estangia del Çerro Gordo a la Torre de la Rábita ay medía legua, en medio está la Herradura, no le hallamos guarda ninguna.

Ratificado posteriormente, en la visita que Antonio del Verrio y Luís Machuca hicieron de todas la torres y estancias que había en el Reino de Granada por orden del Duque de Arcos entre el 2 de julio y el 10 de agosto de 1571:

De la Estançia de la Caleta Bermeja a la Estançia del Çerro Gordo ay media legua pequeña, no tiene guardas porque está desierta, es muy necesario hazelle Torre”.

De la Estangia del fierro Gordo a la Torre de la Rábita ay media legua, en medio está la Herradura, no le hallamos guarda ninguna, ni aun en Almuñécar; del Requeridor fuimos ynformados que tenía una guarda de tres que suele aver, pero en efecto en ella no estava, porque estava ferrada la torre. No tiene necesidad de reparo ninguno."  


 NITO


BIBLIOGRAFÍA.- 

"El mar como frontera" de Gabriel Sierra Santos.

"Nuevas aportaciones a la Hª. de Sat-Jate -La Herradura" de José Ángel Ruiz Morales.


martes, 30 de julio de 2024

EL CASTAÑO DE LOS SEIS ESCUDEROS (Leyenda granadina)



Existen varias versiones de esta leyenda, pero la más original y con la gracia “granaína” innata que le caracterizaba, es la de Francisco Izquierdo en “El apócrifo de La Alpujarra Alta” -1969- contada por el maestro del pueblo de Bubión:

 “EI castaño era alto como el Alto de la Cañada de las Majaíllas y recio como treinta bueyes cogidos por el ronzal. En sus ramas cabían todos los jilgueros y todas las alondras del Magalite. Por el otoño, cuando se le iban las hojas, éstas, puestas unas sobre otras, subían una docena de varas, rojas como la sangre y olorosas a canela húmeda.

 En tiempos, en la copa del árbol vivió un águila imperial y su corte de alcaudones, quinientos pájaros de presa con el cuello negro y la mirada redonda como el brocal de un aljibe. En tiempos, en el hueco del árbol hubo una aljama y en ella se reunían hasta veinticuatro moros importantes. En tiempos, el castaño fue telar para tejer lienzo y vivían en él diez muchachos y su madre, la hilandera. La enramada cubría un marjal y resguardaba del sol y de la lluvia a la mujer, a sus hijos y a todas las madres y sus hijos de Bubión. EI castaño era templo, plaza, alegría, velatorio, fiesta, guerra.


El castaño, además, tenía poderes únicos: convertía en veletas a las serpientes que reptaban el tronco en busca de pájaros; durante las tormentas, el castaño transformaba las chispas eléctricas en arcos iris; sus sombras sanaban a los lisiados de la guerra, a los leprosos, a los estériles; su corteza, en tiempos de hambre, se hacía pan de higo. Dicen que el castaño, en la noche de San Juan, se metamorfoseaba en legión de sarracenos y cabalgaba las cumbres de Sierra Nevada con la algarabía y el estropicio de los mejores tiempos de la sublevación morisca. ¡Ay del que tropezara con el castaño convertido en animal bélico…!


El Comendador de Castilla, que vino al lugar de Bubión, del que era dueño como de gran parte de las tahas de Órjiva y de Pitres, supo del castaño y de sus condiciones extra naturales.

-Y eso, ¿cómo puede ser? preguntó el feudal. 

-Pues siendo, -¡ea!  respondió su secretario.

-Mira, tú, manda razón y que le busquen averiguaciones.

Hechas las averiguaciones y vistas las referencias se cayó en la cuenta de que el árbol era, aparte su madera y sus cobijas irracionales, “una cosa mala con ánima”.

-Que se le juzgue por antinatural.

-Sí señor.

-Y por brujería.

-Sí señor.-

Y por planta vegetal que es demonio.

Fueron necesarios seis consejeros y dos escribanos, todos expertos, amamantados por la Inquisición, cultos en el arte de las averiguaciones, duros como el pedernal y católicos desde cien generaciones. Al castaño se le puso juicio una tarde de julio, con la calor fuerte, y los jueces y los escribanos y el público se cocían al sol, pero no dejaron que las sombras del árbol  les tocara el cuerpo.

-Preguntamos si has consentido y creído que Cristo no sea Dios.

“La planta no responde”, susurró un escribano.

-¿Por qué no responde? -indagó el presidente.

 -No lo sabemos, señor presidente.

-Segunda pregunta -señaló el juez mayor. 

-Preguntamos si, aparte las dudas sobre la fe de Cristo, como dicho y confesado habéis por el silencio, tuvisteis fe y creísteis en la secta de Mahoma.

Se hizo por segunda vez la segunda pregunta.

“El árbol no responde, señor juez”, repitió el escribano correspondiente.

-No responde, ¿eh?

-No, señor.

-Mal, muy mal. Échale otra interrogación.

-Preguntamos si tenéis alguna inteligencia con espíritu maligno de los que suelen traer y convocar a lugares negros y en formas diversas.

Un golpe de viento agita las hojas del castaño y de su enramada desciende un frescor a sombra y dulzura. Los presentes se apartan vivamente para que no les toque el aire impuro.

-¿Es una respuesta?-quiere saber el juez mayor.

-No creo, señor. Parece voluntad de Dios Nuestro Señor al mover el viento entre las ramas de una de sus criaturas.

-Hazle una última pregunta y si no contesta, decidiremos.

-Preguntamos si tenéis relación directa o indirecta con Zaquiel.

-¿La tenéis?-insiste el segundo escribano, impaciente.

-¿Qué dice?

-No dice nada, señor juez.

-¿Cómo es posible?

-Tampoco lo entendemos nosotros-agregan los consejeros.

-Mal, pero que muy mal -el juez sacude la cabeza.

Bajo el calor tremendo del día de julio, los del tribunal deliberan, pero no mucho, que la sentencia era clara. EI Comendador, bajo sombrilla, que para eso es amo y señor, atiende a los justicias.

“No responde, no responde”, condenan los consejeros.

-¿Hacen falta más pruebas? -pregunta el amo.

 -Creemos que no, señor.

-Pues haced justicia. En su silencio hallaréis la culpa. Quien calla, otorga.

Fue sentenciado a la hoguera. Por brujería, por tratos con el Maligno, por rebelión ante la justicia, por desprecio al Comendador de Castilla. Tardó en arder completamente dos semanas justas, y en el último día de su tronco enorme, surgió un pajarraco negro que huyó a los montes blasfemando horriblemente.

-¿Qué gritaba el pájaro? -pregunta el cronista a Salvorico Bu, que asiste a la historia sin pestañear.

-Era una urraca.

-Pero, ¿qué gritaba? -insiste el cronista.

-” ¡Voto a Satanás, que me quemo!”.




BIBLIOGRAFÍA.-

Tomado de www.aldearural.com


NITO



domingo, 30 de junio de 2024

EL BALCÓN DE LOS PINTORES


Nuestro gran pintor Pepe Carmona en uno de sus últimos certámenes participó con la acuarela titulada “El Balcón de los Pintores”, de la que realizó el siguiente comentario en el catálogo:


“El Balcón de los Pintores es un homenaje a la Granada desaparecida y a todos aquellos pintores que plasmaron cada rincón del viejo Albaicín. He decidido pintar algo que hoy ya no existe en la realidad, pero que refleja el valor de la pintura como documento histórico”




Prestigiosos pintores y fotógrafos retrataron este mirador con vistas a la Alhambra perteneciente a una vivienda de la calle Guinea, hoy en venta. El conocido balcón de los pintores, oculto entre muros y hierbajos, se desmorona debido al mal estado del inmueble sito en el Albaicín.

 

Estado actual del Balcón de los Pintores

 Posiblemente sea el único balcón de sus características que quede en el Albaicín. Hubo uno similar en la calle Zenete, pero desapareció hace algún tiempo. Queda el consuelo de contemplar la fotografía de Arturo Cerdá que se conserva del peculiar mirador.

Algunos vecinos sostienen que el nombre del ‘balcón de los pintores’ viene dado por el interés de los artistas en alquilar este espacio para retratar la Alhambra, pero una de las personas que más sabe de pintura granadina, Juan Manuel Segura, mantiene que la denominación obedece al interés de los propios creadores en reproducir en sus lienzos el balconcillo por su imponente arquitectura.

Esta versión cobra más sentido si se tiene en cuenta que no hace falta alquilar una casa para retratar la Alhambra. En el Albaicín son innumerables los rincones con extraordinarias vistas a la colina de la Sabika.

Segura recuerda a bote pronto las obras del balcón de los pintores que han plasmado artistas como el sevillano Manuel Osuna, Rafael Latorre, Enrique Marín, Isidro Marín y Tomás Martín Rebollo, entre otros. También instantáneas de fotógrafos como Arturo Cerdá o Abelardo Linares, éste último conocido por su estudio fotográfico en la Alhambra.

Hoy sería imposible captar la belleza de aquellos retratos. Si uno compara cualquiera de aquellas obras con la imagen actual del lugar se percata rápidamente del escaso cuidado que se ha tenido a la hora de conservar este rincón histórico. La normativa o la disciplina urbanísticas no entienden de arte y tampoco de historia. 

 


Juan Bustos, al referirse al gran reto que supone para los pintores captar la luz en Granada, afirma ser un abierto desafío para todos los artistas que han querido reproducirla. El juego cambiante de sus tonalidades —gama riquísima de sutiles naranjas, azules que se transforman en delicados violetas, púrpuras disueltos en rosas increíbles—, es tan intenso, tan llamativo, que despierta la atención hasta del observador más indiferente. Alejandro Dumas, apreciaría el fenómeno —no en balde tenía una especial sensibilidad para el color— y lo describiría con acierto en pocas palabras: Esta es una luz que imprime a las casas y a las figuras una coloración cálida y vivaz que yo no he encontrado hasta ahora sino aquí”.

No puede sorprendernos, por tanto, que cada artista que viniera a Granada dispuesto a interpretarla, a «descubrirla» con sus pinceles, buscara con ahínco el lugar idóneo para mejor lograrlo, el emplazamiento más estratégico para captar un más luminoso paisaje. Entre todos estos puntos, el llamado “Balcón de los Pintores" en el Albayzín, ha sido desde muy antiguo uno de esos enclaves estratégicos.


Mirador del Zenete.  Fotografía de Arturo Cerdá.

En la tortuosa y pintoresca confluencia de Azacayuela de San Pedro con Limón, este viejo y privilegiado mirador se abre a una vista prodigiosa. Isidoro Marín lo pintó, en 1894, con técnica perfecta y una gracia y sencillez admirables. En 1923, casi treinta arios más tarde, conservaba el mismo aspecto, como atestigua la fotografía que reproducimos hecha entonces por el maestro Torres Molina.

La imagen -admirada en toda España y la América Española, porque se publicó en “La Esfera”, en uno de sus números´-   era  de las que definía el Albayzín de la época. Un Albayzín todavía, para su suerte, casi incontaminado de experiencias arquitectónicas; el barrio donde vivía el poético espíritu de la tradición, donde había encontrado refugio la leyenda con su eco de siglos, donde se encerraba, en suma, el alma vieja y melancólica de la ciudad. «El Albayzín es Granada, como Triana es SeviIla —escribía Enrique Hernández Carrillo—; porque el Albayzín, con sus calles pintorescas, sus casas antiguas y sus rincones misteriosos, guarda el tesoro de Granada y mantiene vivos sus emocionantes recuerdos.

 No exageraba en demasía el entonces presidente de la Comisión de Fiestas y Turismo del Ayuntamiento granadino. El aliento invisible de la poesía se dejaba sentir todavía fuertemente en el noble barrio albaycinero. Y desde el «Balcón de los Pintores", aún se podía disfrutar de la exaltación de la luz en un panorama de color incopiable.



NITO