jueves, 24 de agosto de 2017

LA HUELLA DE TORRES BALBÁS



El arquitecto, Leopoldo Torres Balbás, de ascendencia montañesa-andaluza será quién suceda a Modesto Cendoya  en el puesto de conservador de la Alhambra.  Se trataba de un profesional de extraordinarios conocimientos  formado en las filas progresistas de la Fundación “Francisco Giner de los Ríos” y de la Institución Libre de Enseñanza.  La acogida, al principio, no pudo ser más fría.

Todavía algún periódico de la fecha, recordaba el “atropello” del cese de Cendoya. El mismo que decía: “Ni cumplo lo legislado ni me creo en el caso de cumplirlo”, dicen que le había dicho  Modesto Cendoya a un ministro. No es extraño que asi  fuera. Encajaba en el talante del discutido conservador de la Alhambra.


Pero esto no arredra en absoluto al recién llegado, que empieza sin demora a conocer la situación y los problemas más acuciantes del valioso recinto histórico, planteándose posibles soluciones. Torres Balbás, científico de alto nivel, ya de prestigio notable en aquella España progresista, millonaria de horizontes nuevos, destinada a morir con la II República, va a desarrollar en la Alhambra sus grandes conocimientos de arquitectura hispanomusulmana.

Don Leopoldo Torres Balbás

Igual que Cendoya  y su etapa han tenido un excelente estudioso en Álvarez Lopera, Torres Balbás y su obra lo han tenido en Carlos Vílchez Vílchez. Su libro “La Alhambra de Leopoldo Torres Balbás”, en indispensable para conocer la labor desarrollada en el recinto monumental, por este conservador que duraría trece años en el cargo. “Debemos afirmar  -Dice Vilches- que sin ningún género de dudas, la Alhambra actual, de valores universales para el arte, arqueología y arquitectura, y la más auténtica, desde el punto de vista histórico, fue la de Torres Balbás”.

El nuevo conservador no quería engañar a nadie y, desde el primer momento, anunció públicamente su punto de vista conservacionista, “criticando duramente la teoría restauradora de los que han querido devolver a los palacios árabes su estructura medieval”. Ajustándose fielmente, a este ideario, torres Balbás empezó enseguida la inteligente y admirable labor que realizó en la Alhambra y el Generalife. No hubo, durante su etapa, patio, escalera, mirador, jardín, torre, muralla, aposento, fuente, que no fuera debidamente atendido por el conservador. Ni tejados, techos, cubiertas, decoraciones o restos que pasaran sin atención y tratamiento correcto.

Ya sabemos que en Torres Balbás había un apasionado de las tesis conservadoras. “Siempre había estado preocupado por la mala conservación de nuestros monumentos –subraya Vilches-, pero sobre todo por la pésima restauración que se seguía en España”. El mismo criterio aplicó a los jardines. Después de los estudios necesarios, puso en marcha una operación de plantaciones, eligiendo siempre las especies indicadas en cada punto, en cada perspectiva: Cipreses, cedros, laureles, sauces, adelfas, pino, rosales. A la vez, se ejecutaban trabajos largo tiempo aplazados, de reparaciones, cimentaciones, limpiezas…



EL PENSAMIENTO DE BALBÁS
  “Las obras que realicé en la Alhambra durante catorce años fueron de estricta conservación y de máximo respeto a todo lo antiguo, con un criterio: Conservar y reparar casi siempre, restaurar tan sólo en último extremo y de tal manera que la obra moderna se distinga claramente de la vieja, huyendo de toda falsificación y superchería, condenable por lo inmoral, anticientífica y nunca artística”.

En apenas Díaz años, la huella honda, poderosa, del estilo “Torres Balbás” es ya visible, no ya en la Alhambra, sino en el resto del patrimonio artístico de la ciudad, del que es igualmente responsable como arquitecto-jefe de los monumentos de Andalucía Oriental y Murcia. Igual que se suceden, numerosas y afortunadas, sus actuaciones en los solares alhambreños: el palacio de Comares, la Plaza de los Aljibes, Lindaraja, el Mexuar, el Partal, también, al cabo del tiempo, serán decisivas y correctas las intervenciones de Torres Balbás en la recuperación de otras piezas arquitectónicas valiosas. Por ejemplo, el hermoso y nostálgico palacio de Dar-al- Horra, que se encontraba en estado francamente ruinoso. El Corral del Carbón, adquirido por el Estado oportunamente –estaba a un todo de ser derribado- y encomendado a torres Balbás, que realizó en el interior y, sobre todo, en la espléndida portada, el trabajo que exigía garantizar su pervivencia sin alterar su genuina decrepitud. También pone en práctica Torres Balbás una feliz iniciativa: Trasplantar a los bosques de la Alhambra el antiguo Arco de las Orejas, de la plaza de Bibarrambla, derribado en una de aquellas “operaciones de higiene pública”, al que tan aficionados fueron los españoles del siglo XIX. Sin olvidar la consolidación y mejora del antiguo Convento de San Francisco “convertido luego en el actual Parador” donde la II República instalará una residencia de artistas




En 1935, cuando Torres Balbás decidió suprimir la cúpula de sabor bizantino del Patio de los Leones, colocada casi un siglo antes, se verá envuelto en una de las polémicas más violentas, borrascosas y agresivas de la historia de nuestro siglo xx. Se levantó enseguida un clamor de indignación popular que dejó estupefacto al propio arquitecto conservador, convencido de haber tomado una determinación correcta en escenario tan importante. “No fue una intervención irreflexiva  –dice Carlos Vilches-, sino adoptada con un profundo conocimiento de las artes musulmanas, mientras que el intento de Pugnaire había carecido de cualquier garantía científica”. Pero ningún razonamiento científico –y los hubo semejantes en aquel momento- bastó para calmar la tensión de la polémica. 


Se trataba de haber devuelto al célebre patio su imagen auténtica, sin añadidos de más que dudosa propiedad. Y eso era lo que había hecho Balbás. Ningún razonamiento fue admitido. Los granadinos, hábilmente trabajados por los adversarios del arquitecto, se mostraban iracundos por haber perdido la imagen pintoresca y exótica de aquella cupulilla de escamas vidriadas, “que era la de siempre”, la que habían visto ellos y sus padres toda la vida. En 1934 y 1935, los años de la discutida reforma, empezó una escandalosa operación “anti Torres Balbás”, en un necio empeño de descalificar su más que probada autoridad científica y de acusarle de desinterés por la Alhambra, puesto que la compartía con funciones docentes en Madrid. Como separada por una profundísima la zanja –que ya apuntaba otra zanja mortal muy cercana-, Granada se dividió en dos. Contra lo ejecutado por Torres Balbás se alzaban las voces de los sectores inmovilistas de siempre. “Será la Granada pseudointelectual, la que provoque una de los mayores daños morales y profesionales a Torres Balbás cuando desmonta la cúpula del templete oriental del Patio de los Leones”, dice Vílchez.


 A favor de la reforma realizada estaban los hombres relevantes del arte y de la cultura de la época, Gallego Burín, García Gómez, Prieto Moreno. En el fragor del estruendoso enfrentamiento, hasta Manuel de Falla tomó partido y se pronunció a favor de lo hecho por el arquitecto conservador. Pero el músico, asustado del encono y hostilidades personales que avivara la hoguera permanente de los periódicos, tertulias y reuniones, se retiró prudentemente de la refriega. Gallego Burín y su grupo, siguieron ponderando aquella transformación que había devuelto al famoso Patio de los Leones su auténtica fisonomía.
Todo esto, absolutamente indigno porque enmascaró turbiedades muy propias de la política de aquellos azarosos años, inició el declive de Torres Balbás en Granada. Vilches denuncia lo acontecido: “ El largo episodio que condujo al rechazo de la labor realizada por Torres Balbás en la Alhambra desde 1923 a 1936, es sólo parte de la manifestación de desagradecimiento de nuestra sociedad granadina, que tantas veces ha sabido, y sale, de las cavernas de la conspiración tanto política como cultural”.



La guerra incivil, un año después de la polémica, hizo lo demás.  Torres Balbás fue sustituido en sus funciones. Viviría hasta 1954, realizando lo mejor del resto de su obra en la recuperación de la Alcazaba de Málaga, que hubiera desaparecido a no ser por su intervención. Aquel profundísimo conocedor de las artes hispano musulmanes y del Norte de África, no volvió a poner su mano en la Alhambra.



 NITO

viernes, 23 de junio de 2017

UN DÍA DE OBISPO EN EL "CLUB GRANADA"

Juan Fernando, murguero y piloto
El pasado día 21, con un día espléndido, de los que llamamos en el argot aeromodelístico como “día de obispo”, celebramos en nuestro Club de Aeromodelismo “Granada” el ya tradicional concurso navideño tipo FUN-FLY, que es tanto como decir: Pasar un rato divertido y de convivencia entre participantes y mirones.
Al final, y tras la entrega de premios y sorteo de regalos (los hubo hasta para los que no participamos, el Club obsequió a todos con unas cervezas y entremeses variados, destacando de manera especial, los suculentos platos de jamón serrano autóctono, divinamente cortado en aromáticas y traslúcidas lonchas.
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Motor eléctrico: Potencia y limpieza
Un año más, nuestros pilotos demostraron su finísimo tacto, destacando de entre ellos, varios elementos muy jóvenes que ya vienen pisando fuerte en el panorama nacional.
Se observaron en la pista numerosos aviones con motor eléctrico que destacan por su potencia y limpieza, cosa impensable hace apenas unos años.
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Soberbia maqueta de Stuka que acabó accidentada.

NITO

domingo, 18 de junio de 2017

Y LA CAROCA GANADORA ES...?


Lo veníamos anunciendo y los pronósticos se han cumplido: La caroca ganadora de este Corpus de 2017, viene de la mano de “Chorrojumo”. Muestra a una representación de Dios en los cielos, con gesto sonriente, mientras recibe de una mano femenina un barquillo con helado bajo el rótulo "Ahora sí que puedo afirmar con rotundidad que vivo en el lugar más dulce del universo".

El homenaje a la matriarca de Los Italianos, establecimiento del centro de la ciudad por el que es habitual que pasen visitas ilustres, como la del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, o la esposa del anterior presidente de Estados Unidos, Michelle Obama, es la quintilla que ha resultado ganadora de todas las que se han presentado al concurso de este año.

Forma parte de las dos decenas que, alusivas a temas de actualidad granadinos como la llegada del AVE o la capitalidad judicial, quedaban expuestas estos días en la plaza de BibRambla.



La caroca ganadora, de la mano de Chorrojumo

No es la primera vez que ¨”La Murga” traía a colación al genial rapsoda “Chorrojumo”,  Manuel Mateo. Pero ¿quién este novísimo Chorrojumo…?

"Venía con mi padre a Bib-Rambla con 7 años y ya me paraba a leer esas quintillas que son reflejo de lo que pasa en la ciudad" así recordaba Manuel Mateo, el ganador del concurso municipal de Carocas 2017, su primer contacto con esta tradición granadina. Natural del barrio de La Chana se considera un amante de la semana grande de la ciudad que siendo niño, cuando se hallaba esta en el Paseo del Salón, ya disfrutaba paseándose en los caballos de madera.



Pese a ser 'novato' en la creación de estas piezas, que combinan arte y literatura tan características de la festividad del Corpus, Mateo entró por la puerta grande convirtiéndose en el ganador de quintillas de este año. En total presentó 5 pero fue la dedicada a Cecilia de Rocco, dueña de la famosa heladería granadina Los Italianos, que falleció el pasado abril, la que resultó victoriosa. "No ha sido una quintilla fácil porque casi siempre son de contenido satírico o irónico pero en este caso es tierna, es un pequeño homenaje hecho desde el respeto ya que se trataba de una persona muy querida".

 Así explicaba Manuel el motivo de la creación de la quintilla que lo ha hecho protagonista esta edición. Él mismo concluía con " y es que no hay nada más 'granaíno' que comerse un helado en Los Italianos".

La relación de Manuel Mateo con el mundo de las artes, sin embargo, se remonta años atrás en los que su gusto por la literatura y la tradición oral le llevó a interesarse por distintas disciplinas profesionales. Durante 23 años fue integrante de un grupo de música Folk llamado Los Vargas. Especialmente destaca su relación con la quintilla, verso sobre el que improvisaban los troveros, la cual le ha acompañado en su trayectoria logrando exprimir al máximo su creatividad.

Puedes buscar tu mismo mas You Tube de Chorrojumo en Internet

La Alhambra se adivina Aquí Lorca se adivina, que contiene adivinanzas sobre la obra del poeta, son la culminación de su carrera como escritor de acertijos.

Pero lo más enigmático de Mateo y que muchos desconocen, es su vinculación directa con el personaje de Chorrojumo, ya que Mateo es ahora quien se convierte en aquel príncipe de los gitanos que contaba historias sobre la Alhambra a los visitantes del monumento. Durante todas las tardes de la semana grande los niños han disfrutado de estas representaciones en Bib-Rambla. Por eso, para mi, más que un  rapsoda es un aeda.



NITO





sábado, 3 de junio de 2017

LOS HELADOS DE “LOS ITALIANOS”



Un texto poético sobre la propietaria de la heladería Los Italianos gana las Quintillas

También es casualidad y tino, el que yo estuviera preparando un artículo sobre la heladería “Ios italianos” y la muerte de su dueña, cuando me sale al paso un anuncio de prensa de esta semana declarando vencedora una quintilla para las Carocas del Corpus de este año, que hace referencia  a esta entidad.


  “El concurso de Quintillas del Corpus se falló ayer y la estrofa ganadora rinde homenaje a Cecilia de Rocco Pieruz, propietaria de la heladería de Los Italianos, fallecida el pasado mes de abril a los 86 años. El autor de los versos es Manuel Miguel Mateo Sánchez. La selección de los textos da el pistoletazo de salida a los preparativos de la Feria, que se celebra del 10 al 17 de junio”.
“Este año se han presentado 377 quintillas, de las que sólo 20 se expondrán junto a sus carocas (ilustraciones) en la plaza de Bib-Rambla durante la semana de las Fiestas del Corpus. Las 20 quintillas seleccionadas serán premiadas con 90 euros cada una de ellas y la vencedora recibirá otros 90 euros adicionales y será conservada, una vez ilustrada, como propiedad municipal.
El ilustrador Mesamadero será el encargado de dar vida gráfica a los poemas caroqueños, con ironía y gracia como de costumbre, para que luego carocas y quintillas sean expuestas en la plaza de Bib-Rambla con el propósito de arrancar la sonrisa o la identitaria malafollá de los paseantes”.



La pequeña historia de Paolo di Rocco y los helados de “Los Italianos”.
Pero, ¿cuáles fueron los orígenes de “La Veneciana” (que así se llamaba en origen a “Los Italianos”), ¿quién era Cecilia de Rocco para Granada…?

En la alegre década de los años 20 Paolo di Rocco Vivía en la Vall Zoldano, un pequeño pueblo alpino del Véneto italiano, cerca de la frontera austriaca. Estaba felizmente casado con Italia Pieruz, tenían dos hijas Benita y Cecilia, y se ganaba la vida, como todos los del pueblo, vendiendo sus propios helados con un carro ambulante por todo el norte de Italia.


 Una vida dura y una competencia feroz en un país en donde todo el mundo hace helados. Por eso, cuando Paolo heredó la mitad de la casa paterna decidió quemar sus naves. Se la vendió a un hermano y, con el dinero fresco en el bolsillo, se decidió a emprender la gran aventura: Montar un establecimiento de su propiedad en algún lugar de Europa. Pudo ser Alemania, pero ya estaba llena de paisanos, y finalmente eligió España.

Lo intentó primero en Oviedo y en Málaga hasta que un día, que estaba limpiándose los zapatos en la calle Larios, pensó en Granada aunque sólo la conocía de nombre. Dicho y hecho. En un autobús de Alsina llegó a la ciudad y desde Puerta Real vio las nieves que blanqueaban la sierra. Se le cayó el mundo encima. Venía desde Italia a las nieves granadinas ¡para vender helados! Soltó un sonoro taco en italiano y se fue a la Virgen de las Angustias para solicitar asesoramiento divino. Parece ser que recibió un consejo tan bueno que desde ese momento no dejó ni un solo día de hacerle una visita a la Virgen.


 Michelle Obama
Todo eso lo recuerda Cecilia di Rocco, que llegó a Granada con siete años y aquí se quedó en la heladería que fundó su padre para vender a los granadinos unos helados buenísimos “que no tienen otro secreto que utilizar ingredientes de la mejor calidad y en la cantidad necesaria como esas carísimas barras enteras de vainilla que vienen desde Tahití”.

Paolo di Rocco invirtió todos sus ahorros para montar un local en la Gran Vía 4, previo traspaso del estanco que allí existía. Compró una máquina vienesa de segunda mano a un paisano de Valencia y contrató cuatro dependientas que no necesitaba, porque “miseria llama a miseria” y, aunque no tenía para malgastar y las ventas no eran tan grandes, mi padre busco las niñas más bonicas para el mostrador.

Los helados italianos, sobre todo la cassata que “desde 1936 sigue siendo la especialidad más vendida y exactamente igual a aquella que mi padre aprendió en Italia”. En aquellos tiempos Granada sólo conocía los helados valencianos de Monerris, en la calle Reyes Católicos, por quienes el signore Rocco sentía un gran respeto ya que “hacía muy bien el helado de turrón”. Y, además del turrón, La Veneciana, que así se llamaba realmente lo que todos hemos conocido siempre por Los Italianos, incorporó la elaboración de variedades como la crema tostada y el bombón helado “que nosotros no sabíamos lo que era y yo lo compraba en Monerris  cuando iba al Cine Regio, sin que mi padre se enterara, naturalmente”.

Llevaba dos meses escasos abierta la heladería de Paolo di Rocco cuando estalló la guerra civil española. La cosa no estaba para helados y don Pablo se desesperaba al ver sus ahorros en peligro, además de sufrir la separación de su familia. Por eso Doña Italia se lio la manta a la cabeza y, en cuanto pudo, se vino con sus hijas a esta España convulsionada. Vivía la familia en el altillo de la parte trasera del establecimiento donde “mi tío Hugo, que era muy alto, tenía la cabeza llena de chichones por los porrazos que se daba”.

A Cecilia di Rocco se le aguan los ojos cuando recuerda aquellos días y, sobre todo, cuando aflora la figura de su madre que “se levantaba a las cinco de la mañana para trabajar en el obrador y aún tenía tiempo para obsequiar con un café a los taxistas de la calle Almireceros”. Unos taxistas que veneraban a Doña Italia y no querían cobrarle a Cecilia porque era su hija. De su padre recuerda Cecilia que hablaba con las eses, “como si fuera de Valladolid” y que, como le gustaba darle al tinto en las bodegas de la calle Elvira, a veces se pasaba de dosis y “le daba por cantar óperas de Verdi, lo del vino que tiene Asunción y remataba el concierto, Asturias patria querida”.


 Cuatro hijos tuvieron Italia y Paolo pero solo una de ellas, Valentina, ha tenido descendencia para continuar la saga y el negocio. Don Paolo murió en 1970 de un tumor en del esófago y se quedó para siempre en Granada. Tuvo un entierro multitudinario donde se puso de manifiesto el cariño de los granadinos hacia su persona y hacia el negocio que fundó en mayo de 1936 para endulzar y enfriar las gargantas de sus clientes locales y los millones de turistas que han pasado por los italianos en tantos años de existencia.

No queda huérfana  la heladería más querida de Granada, que queda en buenas manos: la receta maestra de los postres ideados por Paolo de Rocco pasa ya por la cuarta generación. Y seguirá escuchándose en nuestras calles aquello de "ya es primavera, ha abierto Los Italianos".



NITO

BIBLIOGRAFÍA.-

Prensa Ideal de Granada
Granada: Un siglo de anécdotas de José Luis Entrala

sábado, 6 de mayo de 2017

LEYENDA DE LA BRUJA DEL CHARCÓN Y EL TRANVÍA DE LA SIERRA

Acuarela del autor (copia de un original de Valenzuela)  

El tranvía de Sierra Nevada fue un formidable procedimiento romántico de penetración en la Sierra y en sus vagones llevaron y trajeron sus ilusiones los montañeros granadinos durante casi cincuenta años. En 1973, sin embargo, la compañía explotadora elevó al Gobierno la propuesta de cierre; como era inminente la construcción del embalse de Canales, que inundaría más de cinco kilómetros de trazado, el Consejo de Ministros del 7 de diciembre de 1983 acordó el cierre de la línea. El último viaje se realizó el 19 de enero de 1974.

Parte del material fue vendido como chatarra y otra parte permaneció durante años en las viejas cocheras del Paseo de la Bomba; las vías y el tendido eléctrico fueron desmantelados; las estaciones, aún en pie, fueron abandonadas. La plataforma por donde discurrían las vías sirvió para ensanchar algún tramo de la carretera de la Sierra y, desde Maitena, para construir un estrecho camino que aún hoy permite llegar en coche hasta el Barranco de San Juan.

Obsérvese el atrevido trazado del tranvía sobre el pantano

El tranvía de Sierra Nevada, ese fascinante objeto de nostalgia.

No es la primera vez que “La Murga” trae a sus páginas el tema del Tranvía de la Sierra y espero que  no sea la última vez (véase 8 ABR 2012 y 14 ABR 2014).
 El 19 de enero de 1974, el tranvía entre Granada y Sierra Nevada dejó de existir y ese mismo día, ya se le empezó a echar de menos. No es una forma de hablar. El reportaje que al día siguiente publicaba IDEAL relataba que "Granada ha sentido muy hondo la desaparición de los deleites naturalísticos que el tranvía nos ofrecía" y que "a lo largo del último trayecto hubo aplausos. No hubo nada extraordinario, solo ese acudir en masa del público granadino para decirle adiós al vehículo que tantas ocasiones de felicidad le había proporcionado".


Algo más de 41 años después, el tranvía se ha convertido en una leyenda que las generaciones mayores les cuentan a los jóvenes cuando hacen senderismo por Güéjar y se acercan a los restos de aquella infraestructura.

Pero, ¿qué es lo que provoca que la mención a esta línea de transporte genere tanta fascinación? Para los que se montaron en el tranvía, probablemente sea la asociación de emociones con los fines de semana que se pasaban en Maitena o el Charcón con solo subirse al tren. Para los que nunca lo cogieron, quizá sea la visión romántica de un tipo de transporte que atravesaba increíbles paisajes y enclaves espectaculares, como el mismo pantano de Canales, cuya crecida fue la causa oficial del cierre del tranvía. En cualquier caso, no deja de sorprender la falta de visión que se tuvo en aquel momento para no dejar parte de su trayecto intacto pensando en lo que podía servir para el turismo o, simplemente, para las familias que lo quisieran coger algún fin de semana. Ahora, solo nos queda la nostalgia. Nuestro deber es propagarlas, incluso soñarlas…

El Púlpito de Canales. Acuarela de Villar Yebra


 Así, referiremos hoy las que nos cuenta J. Manuel Fernández en “Leyendas de nuestros pueblos”:

“Antes de que se cometiera la torpeza enorme de destruir la vía ferroviaria del Tranvía de la Sierra y dejar morir una visión del futuro, el tranvía subía sueños, anhelos y alegrías y cuando bajaba iba lleno de emociones, recuerdos y satisfacciones conseguidas con un recorrido de ensueño  asombroso, punto de encuentro de historias románticas, aventureras o mágicas.
Fue en la parada del Charcón donde se fraguó el destino de Felipe un hombre joven y poco atractivo que por culpa de un accidente laboral quedo con la cara marcada por una terrible quemadura que trataba de ocultar con su gorra roja de maquinista del tranvía de la Sierra Y no por ello dejaba de tener siempre una frase amable y una sonrisa para con sus viajeros, buscando siempre el estar entretenido limpiando su único amor en esta vida terrenal.

Maqueta de papel del tranvía por Maestro-ciruelo

Después de aquel fatídico accidente que le dejó marcado para siempre, había sido difícil encontrar pareja y Felipe a pesar de su Juventud permanecía soltero. Una mañana de abril llegó a la parada del charcón una preciosa muchacha de piel blanca como la nieve, cabello negro como la pizarra y ojos verdes como la serpentina de las canteras de mármol .Su cuerpo esbelto y garboso lo cubría con un vestido ceñido a  la cintura de color marrón y de una capa con capucha azul cielo sujeta al cuello con un broche en forma de abeja y colgado del brazo llevaba una cesta con varios tarros de miel de los cerros de Güejar Sierra.
-Seguramente acaba de vender en el hotel del Duque”, - pensó Felipe, ya que era ese un lugar donde la gente de poderío se hospedaba durante largas estancias al abrigo de los aires saludables la sierra. La muchacha saludo a Felipe con una sonrisa que le dejó atravesado el corazón y ardiendo su alma, pero Felipe sabía perfectamente que la bella joven sólo pretendía ser cortés con él, así que le respondió de igual manera a su saludo.

Otra genial maqueta de la unidad Nº 2

Partió el tranvía hacia Granada y en la estación de Maitena subieron al vagón procedente del hotel tres muchachos “de bien”, vestidos con ropas que indicaban sus acaudalados orígenes deseosos de continuar la juerga en Granada. Al poco tiempo las cosas se complicaron en cuanto los jóvenes vieron a la bella muchacha sola y así empezaron a hacerle bromas pesadas, intentando propasarse con ella. Felipe como responsable del tranvía tuvo que intervenir en más de una ocasión para que los jóvenes mantuvieran la compostura… Hasta que uno de ellos se enfrentó directamente a él y le amenazó con echarlo de la compañía ferroviaria ya que su padre era un potente inversor de la misma. Felipe intentó dialogar con él y lo tranquilizó pues no quería problemas, pero al pasar por el Tajo de la Paloma los muchachos retomaron sus actos y quisieron besar a la muchacha que, huyendo de tanto desaprensivo, se refugió junto a Felipe.

Estación del Charcón

Harto ya de los muchachos, Felipe se enfrentó a ellos, dándole un puñetazo al que le había amenazado que a consecuencia del impacto, cayó al suelo como un saco de patatas. Los otros dos viendo la fuerza física de su contrincante decidieron replegarse al fondo del vagón sin rechistar hasta que llegaron a la estación de Pinos Genil donde se les apeó, pero el que recibió el puñetazo amenazó diciendo:
-Mañana tendrás noticias mías, cara quemada. –Y se fue con el ojo hinchado y el orgullo roto.

Una vez que el tranvía llegó a Granada, Felipe reflexionó pues seguramente después de aquello le despedirían. Toda su vida había sido el tranvía y sin poderlo remediar se echó a llorar pensando qué sería de él sin su tranvía…
La muchacha se acercó a Felipe y secando sus lágrimas con un pañuelo de fino lino, le sorprendió al darle un beso en la mejilla quemada y le dijo: -Eres valiente y honrado, Felipe, y tú corazón es en limpio como el agua del Genil que baja de la Sierra, no te preocupes pues lo que hoy has hecho por mí, mañana lo haré yo por ti.
Y cuando la muchacha se iba Felipe le preguntó su nombre. –Estrella, mi nombre es Estrella.

Maqueta del interior

Cruzó por el puente Verde y desapareció de su vista hacia el paseo del Salón.
A la mañana siguiente, cuando había hecho ya tres viajes desde Granada al Charcón, al pasar por el túnel de la Cueva del Diablo, una ráfaga de viento de la sierra le hizo estremecer y sintió como si una mano le acariciara la cara, notando una sensación de bienestar y tranquilidad difícil  de describir.
Cuando llegó a la estación de Maitena un numeroso grupo de hombres muy bien vestidos le estaba esperando y junto ellos los muchachos con los que había  tenido el tropiezo, a uno de los cuales lo conoció al momento por tener el ojo morado.
-Este es mi fin… -Pensó Felipe.

Un vagón reconstruido

En cuanto paró la máquina todos se subieron al vagón, primero el del ojo morado que lo miró y sin dirigirle la palabra empezó a buscar y registrar compartimentos del tranvía, después otro con semblante serio y largo bigote le dijo a Felipe que eran directivos de la compañía ferroviaria, que buscaban al conductor de la cara quemada. Felipe se quedó de piedra… ¡Pero sí lo tenían delante suya…!

Y así, al volver a pasar el ofendido delante de Felipe, le dijo al del bigote largo: –Este no es, no tiene la cara quemada, seguro que se ha despedido después de lo que me hizo ayer.
Se fueron todos de allí dejando a Felipe tieso como una estatua. Cuando reaccionó se miró al espejo retrovisor y comprobó que su cara estaba perfecta sin el menor rasguño de quemaduras. ¡Había sido un milagro!
Felipe se mantuvo de maquinista del Tranvía hasta que se jubiló, manteniéndose soltero hasta su muerte y siempre llevó atado al cuello el pañuelo de lino con que Estrella le secó las lágrimas.

El Nº 2 a su paso por Cenes

Dicen, los que vivieron en aquel tiempo, que a los pocos días se presentó una anciana en el hotel del Duque vestida con una capa azul y un broche con forma de abeja llevando una cesta con rica miel de tomillo y dirigiéndose al empresario del bigote le ofreció la miel para hacer más dulce la maldición y le dijo: -Fue el tranvía una bonita ilusión de un hombre que supo soñar, más… los mediocres no la supisteis aprovechar y hoy te digo que a la cincuentena no ha de llegar.

Efectivamente, el 19 de Enero de 1974 se cerró para siempre la vía del tranvía de la Sierra, no llegando a cumplir los 50 años de funcionamiento. Quizás algo tuvo que ver Estrella… ¡Para eso están las leyendas…!  Y de lo que no hay ninguna duda es que los mediocres siguen existiendo”.

En la estación-apeadero de Canales


NITO




sábado, 4 de marzo de 2017

EL LAVADERO DE LA PUERTA DEL SOL



Lavadero de la Puerta del Sol: ¡Nada más, pero nada menos…!  Probablemente este sea uno de los sitios más fascinantes de Granada, con una de las mejores vistas de la ciudad, y sin duda uno de los lugares más desconocidos no sólo para el visitante foráneo sino para los propios habitantes de la ciudad.
Este espacio que aparece en las guías turísticas de Granada, carece de cualquier tipo de señalización que haga posible a los visitantes llegar hasta él y disfrutar de unas espectaculares vistas de la ciudad. Te recomendamos, oh, viajero, que cuando subas al lavadero de la Puerta del Sol lo hagas acompañado y con la geolocalización apuntada en el teléfono móvil, para no perderte por las intrincadas callejuelas del Realejo.


Las vistas desde este lugar son hermosas, destacando la torre inacabada de la Catedral, el Realejo y la Sierra; afortunadamente el entorno sigue más o menos como hace 100 años. A grandes rasgos, podríamos decir que sigue respetándose la arquitectura y el paisaje.

El Lavadero es de origen Judío del siglo XVII y estuvo funcionando hasta el año 1965, dotado con canalizaciones públicas al carecer antiguamente las casas de agua corriente. Desgraciadamente este es el único de los lavaderos de esta clase que ha llegado en pie hasta nuestros días.




Justo en este lugar estaba ubicada la antigua puerta de la muralla árabe conocida como Puerta del Sol, de Oriente o del Mauror, (Beb-Mawrur) y que fue demolida en 1867. Este trozo de Muralla partía desde Torres Bermejas y llegaba a lo que actualmente es el palacio de Bibataubín, es decir la Diputación.



¡AY, AQUELLA GRANADA DE LAVADEROS Y ALJIBES…!

El número de lavaderos, como el de aljibes, fue tan numeroso como lo demuestran  los nombres de algunas calles de nuestra ciudad:  Lavadero de San Agustín (desde la placeta de este nombre a la calle de San Jerónimo), Lavadero de las Manchegas (desde la calle del Correo Viejo a la Cuesta de Marañas), Lavadero de las  Méndez (por la Cuesta de la Alhacaba), Lavadero de la Cruz (entre la calle del Boquerón y la calle de San Juan de Dios), Lavadero de Zafra (desde la placeta del Azúcar a la calle de Navarrete) o Lavadero de Santa Inés (que sube desde la Carrera del Darro), acreditan, entre otros, la abundancia de este tipo de servicios públicos de limpieza e higiene en la Granada de tiempos pasados.


En la “Gacetilla Curiosa, o semanero granadino, noticioso y útil para el bien común”, del fraile trinitario Antonio de la Chica Benavides - uno dos primeros periódicos aparecidos en nuestra capital-, pueden leerse en el número de abril de 1764, que “en el Labadero de Santa Inés, Diego Bueno de Nación Francés, bufca amó para fervir de lacayo”. En el mes de mayo del mismo año y en la misma publicación se anuncia el arriendo de un Molino de Pan en el lugar de Jun. “Quien lo quiera, fe verá con Don Pedro Valverde, en la calle del Lavadero de Zafra, en el Boquerón del Darro”.


Hoy, en la placenta Puerta del Sol, aún se conserva este bello y grácil ejemplar de lavadero público del siglo XVII, muy interesante, con columnas toscanas, todo en piedra de Sierra Elvira incluidos los lavaderos originales, con canales de evacuación de las aguas residuales. Sobre las columnas una airosa armadura de madera y cubierta de tejas árabes.

El lavadero en cuestión fue muy bien restaurado no hace muchos años y es, desde luego, un elemento importante del mobiliario urbano idílico que ha llegado -afortunada y casi milagrosamente- hasta nosotros. Es el único que queda en  la ciudad de los muchos que anteriormente hubo, dispuestos por las autoridades para las necesidades del vecindario. Digna de atención la correcta integración del viejo lavadero en la pintoresca placeta donde se conserva.



NITO

Bibliografía.-
“Guía de Granada” de Gallego Burín

“Un Siglo que se va” de Juan Bustos

sábado, 21 de enero de 2017

EL ALCORÁN MORISCO DE LAS ESCUELAS PÍAS


La Biblioteca de las Escuelas Pías de Granada, hoy una de las más importantes de la ciudad, que se encuentra situada en el antiguo Convento de San Basilio Magno, cedido junto con su huerta a los Padres Escolapios por los Duques de Gor en 1860 para el establecimiento en él de su Colegio, guarda entre sus muchos tesoros no menos dignos de mención, un precioso alcorán morisco que había  sido hasta ahora ignorado por los arabistas de esta ciudad.

No es un hecho aislado, lógicamente. Hallazgos similares, ya en nuestros días, al restaurar la Aljafería de Zaragoza, ocultos en el artesonado, aparecieron dos Coranes, uno en pergamino y otro en papel. En Calanda (Teruel), en Aitona (Lérida, 1961), en Ocaña (Toledo, 1969) o en Morata del Jalón (Zaragoza, 1993), o el encontrado en Cútar (Málaga). Y esto sólo por mencionar algunos.



NOTICIA DE SU HALLAZGO Y POSIBLE ORIGEN

El manuscrito pertenece a la Biblioteca del colegio de los Padres Escolapios de Granada, cuyo antiguo sello ostenta en sus  folios en los que puede leerse:
“AD MAJUS PIETATIS INCREMENTUM
*JLLIBERIS* MPӨ ”

 y consta su existencia en ella al menos desde el año 1911 según noticia de la Guía de Granada que se publicó en ocasión del III Congreso de la Asociación Española para el progreso de las ciencias.
Durante mucho tiempo se trató de ampliar estos escuetos datos consultando otras guías de Granada como la de Don Manuel Gómez Moreno, que se publicó en el año 1892,  o la de Don Luis Seco de Lucena Escalada, que lo fue en el 1909 en la que para nada se habla de este alcorán. Sí se le cita sin embargo, es la guía de Don Antonio Gallego y Burín, cuya primera edición se publicó entre los años 1936 y 1944, aunque sus datos, que parecen proceder de la guía de 1911, no  aportan nada nuevo. Dice así:

“Así como un interesante Korán encontrado en unas excavaciones”

Esta breve  noticia resulta tan vaga que da la sensación de que en realidad el autor no tenía información precisa de su origen. En principio llama la atención que el techo se sitúe en el Albaicín, sin dar ninguna otra precisión, pero lo que sin duda resulta más inverosímil es que el manuscrito se encontrase en una excavación que, en el justo sentido de la palabra, ha de hacerse bajo tierra, donde el papel no se conserva.
Es por esto por lo que adjuntamos la posibilidad, que nos parece mucho más creíble, de que se encontrara en un derribo, escondido en la alacena tapiada de un muro de cualquiera de los muchos edificios que en esta época se destruyeron en la ciudad, y que en su mayor parte afectaron a la apertura de la Gran Vía. Esta forma de hallazgo ha sido siempre bastante corriente, y aún en nuestros días no resulta rara, aunque el hallazgo suele ser múltiple, presentándose varios libros y documentos, que en este caso pudieron destruirse o dispersarse.



DESCRIPCIÓN DEL MANUSCRITO

Trascribimos de Ángel C. López (“El alcorán morisco de la Biblioteca de las Escuelas Pías de Granada”) de la Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino:

<< La encuadernación es original, en cartera de cuero marrón, con adornos repujados y refuerzo interior en arpillera. Consta el volumen de XI cuadernillos de cinco pliegos cada uno, el último de ellos completo, que hacen un total de 108 folios sin numerar de papel grueso y de buena calidad.

La conservación del cosido original y de las tapas es bastante deplorable, pero la del papel es excelente, excepción hecha del folio primero y de los dos últimos, que están sueltos y algo mareados, así como de algunas manchas de humedad en los bordes.
Sus dimensiones son 200 x 190 mm., las de papel, y de 170x120 mm., las de la caja de escritura, con hasta trece líneas por página. La escritura, en tinta negra, es magrebí, de traza andalusí y de tipo mabsūt, grande, muy clara y cuidada en la puntuación y con vocalización en rojo, siguiendo los títulos en letra cursiva, simple e irregular, de color ocre, sin puntuar ni vocalizar. Todo está escrito de una misma mano, excepto alguna que otra nota marginal que aparece accidentalmente.
Dos notas repetidas dicen:

 “ Así exterminará Dios a los infieles”
 “ No hay obstáculo para el ciego, ni tropiezo para el cojo, ni para el enfermo herida”

Tiene al comienzo (folio primero) una sencilla orla que envuelve al primer título, y una viñeta en círculo al margen derecho, decorada con motivos geométricos, la cual se repite periódicamente con diferente decoración a lo largo de todo el texto para indicar la división de este con los 60 hizb, todo ello en colores verde, rojo, ocre y negros. Hay además otra división menor que se indica con una serie de mojoncitos de color ocre intercalados en el texto.



IDENTIFICACIÓN DE LA OBRA

Se trata, pues,  de un alcorán morisco que debió constar originalmente de tres  volúmenes y del que sólo se conserva el tercero de ellos, que es el que aquí analizamos, y que comprende desde la azora XXXVIII hasta la CXIV y última, ambas inclusive, completas y sin lagunas. El texto  carece de cualquier tipo de indicación que pudiera hacer referencia al lugar, fecha un hombre del copista, datos que quizás se encontraban consignados en el primer volumen de la obra o en alguna de las hojas del último cuadernillo que faltan en nuestro códice. Con todo y basándonos en sus características formales, parece razonable ficharlo al menos en el siglo IX de la hégira/XV de la era cristiana, es decir en los años inmediatamente anteriores o posteriores a la toma de Granada.

Como suele ser habitual los títulos de las azoras coránicas difieren en algunos casos de los que hoy se dan en las ediciones más autorizadas. Vg. Es de notar que la azora XXXVIII, la primera del manuscrito, es llamada en éste “Azora de David”, cuando en las ediciones actuales se le suele llamar “Sād.
Hay también diferencias importantes que afectan a los usos ortográficos, que en general tienden en el manuscrito a restablecer algunas vocales largas, con la particularidad de que utiliza la damma tanwin y la kasra tanwin a principio y mitad de palabra, lo que puede ser indicio de una pronunciación dialectal.
Igualmente hemos observado diferencias que afectan al recuento de las aleyas de cada azora.


Sí bien es verdad que la importancia de cualquier códice reside ante todo en la obra que en él se contienen, no lo es menos el que existen otra serie de hechos que contribuyen a acrecer o a mermar el valor del mismo, y que en ocasiones son los que más nos interesan.

Hay en primer lugar un indudable valor paleográfico al que se añade el filológico y el exegético, pero en este caso queremos que priva sobre todos el valor histórico y sentimental, pues nos hallamos ante un alcorán morisco granadino de cierta calidad, lo cual no suele ser muy frecuente. Recordemos que la gran mayoría de los libros religiosos, de la ciudad fueron dados a las llamas en la plaza Bibarrambla por orden del Cardenal Cisneros. Ante esto hemos de lamentar que la obra no esté completa y que no se nos hayan conservado los dos volúmenes anteriores>>.


NITO