miércoles, 28 de diciembre de 2016

LA VIEJA CASONA NOBILIARIA


Toquemos madera. Así comenzaba el cronista Juan Bustos el presente trabajo, dado el escepticismo  y el desencanto que le producían los encargados de velar por nuestro patrimonio monumental:  

“Toquemos madera. Aires de desinterés, vencimiento y semiabandono, rondan últimamente por este interesantísimo edificio en la calle o cuesta de Horno de la Merced, entre la plaza de ese nombre y la calle de Elvira. No exageramos sin incluimos esta vieja y noble casona en la cada vez más menguada lista de casas castizas que aún pueden verse en Granada.



En el libro de María Angustias Moreno Olmedo dedicado a la “Heráldica y Genealogía granadina”, se consigna la finca como solar de dos ilustres familias: los Muguera Cattaña y los Barreda o Barrera, quienes, por cierto, adoptaron está arrogante leyenda para su linaje:

“Entrepeñas y tormentos soy lanzado,
jamás de vencimiento so juzgado”.


Los dos escudos que campean sobre la puerta, recuerdan aquellos primeros lejanos propietarios. Entre ambos escudos un interesante bajorrelieve de caracteres geométricos y debajo otro escudo más pequeño, el de la Santa Inquisición. Todo ello en piedra de Sierra Elvira. De admirar también las excelentes rejas que se abren a la fachada, con buenos hierros carceleros de forja, dos en los ventanales grandes y otra en el inferior, más pequeño.



En el cuerpo superior de la casa, una galería con arcos de medio punto, sin duda con antiguo uso como tendedero o depósito de frutos. El tejado, de teja curva árabe, arranca de una cornisa sostenida por canecillos de madera. Un amplio zaguán abre el interior del edificio, con empedrado antiguo y en el lateral un apeadero o poyo hecho para bajarse más fácilmente del caballo.


El patio, con columnas en piedra de Sierra Elvira, tiene una galería con pilastras, y canecillos de madera tallados según la tradición morisca. En la parte posterior, un pequeño patio de servicio y un jardín de dimensiones reducidas. Buenos elementos los de esa antigua noble casona, cuyo destino ojalá no esté pronto a consumarse. Pero los síntomas, amigos, son preocupantes”.

El antiguo tendedero o almacén ha sido transformado en este cálido salón.


Afortunadamente, ya ve mi querido cronista de la ciudad, no se cumplieron, esta vez, sus pesimistas prejuicios. La vieja casona nobiliaria sigue en pié, yo la ví y la toqué, remozada y gozando de buena salud. Pero también añadiré que está en venta. ¡Toquemos madera…!



NITO