domingo, 31 de enero de 2016

EL ALMINAR DE SAN JOSÉ



Todo el mundo quedó impresionado al contemplar  en la Tele cómo el campanario de la iglesia de Sant Pere de Rosselló (Lleida) se ha derrumbado este viernes por la mañana.
A mi me dio por pensar en unos monumentos granadinos que están al borde de la extremaunción: En septiembre del año pasado, un informe de la UNESCO dejaba al descubierto todos los incumplimientos que en materia de conservación se estaban registrando en Granada. En ese 'documento advertencia' se requería resolver «con rapidez» el expediente de la rehabilitación de la iglesia de San Nicolás, San Andrés, San Luis, Alminar de San José… ¿Estaremos esperando a que se desplomen…? Advierto que a algunos les falta muy poco.

El arco de herradura más antiguo de Granada

Y en estas estaba cuando me acordé de un trabajo-denuncia realizado recientemente por GranadaiMedia sobre el Alminar de San José.
El alminar de San José, en el Albaicín, lleva años cerrado al público. El deterioro de algunas zonas de la torre milenaria es evidente. Los vecinos, en su día, reclamaron sin éxito su restauración.
Quienes han accedido al interior de uno de los monumentos más antiguos de la Granada musulmana (lo han hecho Calleja y Miguel Ochando,  los chicos de GranadaiMedia), dicen que el alminar de San José, la torre, permanece cerrada al público desde hace años y su interior presenta un visible estado de deterioro.
Con al menos un milenio de historia, el singular alminar, situado en la calle de San José y declarado Bien de Interés Cultural, sirve hoy de refugio a las palomas que anidan en los escalones.



“El arqueólogo e historiador Manuel Gómez Moreno señalaba en su Guía de Granada que la torre, separada de la Iglesia, construida esta última sobre la desaparecida mezquita al-Murabitín (de los morabitos o ermitaños), pudo haber sido levantada antes del siglo X, en concreto alude a la existencia de elementos arquitectónicos que pueden pertenecer al siglo VIII, si bien el arquitecto Leopoldo Torres Balbás data la obra en su conjunto en el siglo XI, a excepción del campanario, la seña de identidad cristiana.

Vistas a la Alhambra. Obsévese "el campanazo" que en su día diera la pobre

Este último defiende que el alminar se construyó durante el reinado de los primeros monarcas de la dinastía zirí de Granada  (1016-1017) por “su semejanza con el de la mezquita mayor de la misma ciudad, desaparecido, cuyo aspecto se conoce por un antiguo grabado de Francisco Heylan”. Su teoría también se fundamenta en el uso del almohadillado de los sillares -mediante la técnica de soga y tizón-  que se utiliza en la construcción del alminar y que, en opinión de Torres Balbás, data de la época final del califato, en concreto del periodo de Almanzor; consideraciones que rescata el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Granada y doctor en Historia, Antonio Malpica Cuello, en su estudio sobre "La expansión de la ciudad de Granada en época Almohade"

Vistas a Torres Bermejas

Pero es Manuel Gómez Moreno quien describe con detalle el monumento (también lo he encontrado en la Guía de Gallego Burín): “El alminar está formado por grupos de lajas de La Malahá, dispuestos alternativamente de frente y canto, salvo su parte baja que es de sillares de pudinga. Sólo mide, incluyendo las paredes, 5,80 metros de lado, y en su centro hay un machón, en torno del cual se desarrolla la angosta escalera, alumbrada por ventanillos a modo de saeteras; tiene además la particularidad de que hacia la mitad de su altura, en el muro sur, se abre un arco de herradura, acaso el más antiguo en Granada, y enfrente, tallado en el machón, otro pequeñito sobre un nicho”. Y apostillaba: “nada absolutamente tiene por fuera que excite la curiosidad, porque un enlucido oculta su interesante fábrica”.

 Un San José, fundido sólo para ella

El campanario es la parte que se añade en época cristiana y que, a priori, se encuentra en peor estado si bien los muros exteriores sufren alguna que otra rozadura y tampoco se han salvado de las pintadas. Para llegar a la parte más elevada hay que subir un total de 50 escalones por la estrecha escalera a la que se refiere Gómez Moreno, que rodea una gran columna central encajada en el interior del edificio. Llama la atención los grafitos, más o menos contemporáneos, que dan cuenta del paso de visitantes por el lugar.

Caricias granainas

Pero sobre todo las vistas privilegiadas de la Alhambra, de su Alcazaba, y de las Torres Bermejas; panorámicas menos conocidas del monumento nazarí e igualmente atractivas.
No hace tantos años los vecinos del Albaicín solicitaron la restauración del alminar aprovechando el anuncio de Manuel Chaves referido a las actuaciones que su gobierno pretendía llevar a cabo para conmemorar el milenio de la fundación del reino de Granada, una efemérides que se celebraba precisamente ese año. Coincidió casi en el tiempo con la denuncia que los vecinos presentaron contra una empresa constructora por dañar el alminar con el paso de vehículos y que acabó archivándose por entender que los  hechos no constituían delito alguno.

La Alcazaba en pleno

El lugar desde donde se llamaba a la oración sigue a día de hoy manteniendo el tañido de dos de las tres campanas mediante un sistema electrónico que controla el repicar. En una esquina del campanario permanece arrinconado el badajo de la campana de mayor tamaño a la espera de que un día alguien le preste oídos y se restaure.

NITO



Video de GranadaiMedia

martes, 5 de enero de 2016

EL ORO DEL REY MAGO MELCHOR



«Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra».
Así recoge la Biblia (Evangelio de Mateo 2, 11) la adoración de los Reyes Magos de Oriente al niño Jesús, que había nacido en Belén en un pesebre. Cada uno de los presentes con los que obsequiaron al Mesías tiene una simbología particular.

Melchor llevó oro, reconociendo a Jesús como Rey de Reyes, pues este material está asociado desde tiempos inmemoriales con el poder; Gaspar hizo lo propio con el incienso, identificando a Jesús como Dios, ya que el incienso era un aroma que se ofrecía a la divinidad. Baltasar, por su parte, lo hizo con la mirra, quizás el regalo más misterioso y desconocido de los tres que recibió Jesús en su pesebre. La mirra representaba a Dios como hombre.
La mirra en realidad tiene poco de misterio, aunque quizás sus muchas utilidades propician la intriga que la rodea. Otras culturas la han utilizado a lo largo de los siglos. Sobre todo en la antigüedad, en África, Turquía o Arabia, lugares de donde es propio el Commiphora myrrha, el árbol que rezuma esta resina que es en realidad la mirra. Amarga y aromática, resultaba por entonces muy útil para elaborar perfumes, pero también ungüentos que aliviaban el dolor y ayudaba en el pasaje final de la vida.

Hasta aquí, la Santa Tradición, pero…¿dónde empieza la leyenda? (no olvides, oh lector amado, que estás en Granada).

Los tres regalos: Oro, incienso y mirra

Leyenda granadina para ser leída en la Noche de Reyes.-

Siempre ha mantenido “La Murga” la tesis de que Melchor era granadino, pero nunca explicó las razones ni aportó prueba alguna que condujeran a tal afirmación.
Hoy vamos a levantar solo un pico del velo que cubre este misterio.

Nos, hemos tenido la suerte y el privilegio de curiosear entre los legajos de fray Juan de Cava y que fueron atesorados por el ínclito Francisco Izquierdo que disfrazó tales galimatías históricos en los fingimientos granadinos.  
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Antiguo lavadero de oro en Cenes de la Vega (Granada)

“…El galimatías o amaño filológico sirve de coartada al parentesco filial de Granada con Sión (una taza más de caldo judío).
Melchor era venidero de David, y por tanto, de Salomón, el rey que mandó su flota  para importar oro del Ophir, pero no del Ophir oriental, como asegura el Libro de los Reyes, ni de la costa africana de Safala o de allende la India, “ni siquiera de Cádiz –afirma rotundamente el reverendísimo padre descalzo fray Juan de Cava- sino del término fértil de Granada, concretamente de Valparaiso... por donde fluye el Darro”. 




Resulta que siete siglos más tarde, Demetrio II de Siria, al devolver la independencia a los judíos, justamente en el año 143 a. de C., les restituyó la explotación de los yacimientos de Ophir, los granadinos, y envió a Daniel para que los administrara y continuara surtiendo “la fina púrpura de Casio” al imperio seleúcida. Daniel tomó asiento y casa en el Paseo de los Tristes, se casó con una iliberitana, o séase del Albaycín, y del matrimonio nació Melchor, biznieto de Judas Macabeo, el que fuera caudillo  judío y gobernador de Palestina. Al morir su padre Daniel, el futuro Rey Mago se convirtió en poncio del mercado exportador de oro, en riquísimo traficante.




Melchor, que había sido bien educado por los rabíes y sabios masoretas, estaba al cabo de las observaciones astronómicas de Hiparco de Nicea y, por supuesto, de las relaciones proféticas del Antiguo Testamento. Así que, entre una de cal muerta y otra de arena aurífera rentable, se aficionó a la astrología y llegó a ser un oráculo en la materia, es decir, un mago en la predicción.
El padre lector jubilado fray Juan de la Cava, citado anteriormente, explica que Melchor, descansando en la falda del cerro de la Silla del Moro, donde hoy se halla el Generalife, advirtió que un cometa cruzaba los cielos y exclamó alborozado: “¡Ahí está la Estrella del Rabo que conduce a Belén, donde acaba de nacer el Hijo de Dios!”
Ni corto ni perezoso, tomó las más puras y grandes pepitas de oro que guardaba en el almacén, las puso en una arqueta de madera cruda de ciprés, bellamente adornada con labores de taracea, infló el globo aerostático que tenía preparado al efecto y viajó directamente hasta Alejandría, lugar establecido de antemano para concentración del resto de los Magos. Los cuales, según los autores citados, eran seis en un caso y doce en otro. Reunidos, con Melchor a la cabeza por ser el más acaudalado, emprendieron caminata en dirección a Jerusalén.

Melchor entregó el oro del Darro al Niño-Dios y regresó a casa verdaderamente complacido, donde murió amasando oro a la par que predicaba la venida del Mesías, redentor de los pobres".



NITO