lunes, 29 de junio de 2015

EL ALCÁZAR GENIL, PALACIO DEL DUQUE DE GOR


La estación Alcázar Genil, nuevo punto turístico.-

Precisamente durante esta última semana el Ayuntamiento hace visitables los restos de la alberca almohade, que albergó una naumaquia en el siglo XIII y que era un espacio destinado a recrear batallas navales a escala casi real para distracción de los reyes, con una interpretación o musealización de la época y el contexto urbano y agrícola en que se construyó el palacete de Alcázar Genil, del que formaba parte la alberca de riego encontrada en las excavaciones.

La futura estación del metro que hoy visitamos.

La visita se realiza sobre una pasarela de cristal que permite la completa visualización de los restos encontrados, recorrido que estará apoyado por una aplicación móvil de descarga gratuita, con contenidos explicativos del contexto histórico, así como una audioguía narrada en inglés y en español.

El proyecto ofrece también, en el vestíbulo de la estación, una recreación virtual de gran formato del conjunto histórico del Alcázar Genil, mostrando una interpretación del edificio medieval, el morabito de San Sebastián y el gran albercón almohade completo. En este espacio el público podrá ampliar la información en un tótem táctil.

En los cimientos del puente sobre el Genil. El metro pasará por debajo del río.

Historia del Alcázar Genil.-

Nos cuenta el cronista de la ciudad Juan Bustos que al embajador de la Serenísima República de Venecia cerca del Emperador Carlos V, Andrea Navagiero, que estuvo en Granada entre mayo y diciembre 1526, le debemos esta breve y admirable mención del Alcázar Genil: “Pasado el puente, y mucho más a la izquierda que los otros palacios de la ciudad, existe uno, conservado en mucha parte, con un bello jardín y bastantes mirtos, que se llama el huerto de Reina, lugar también delicioso”.
 Mucho antes —lo que confirma la mayor antigüedad del edificio— el poeta musulmán Ibn Zamrak también había expresado en sus versos la admiración que producían el bello recinto y sus jardines, por los que gustaba pasear el mismísimo Rey de la Alhambra.

Maqueta del Alcázar y el albercón. (www.tallermaquetas.com)

La histórica y placentera finca a la entrada del camino de Armilla, había sido propiedad de la madre del último soberano nazarí de Granada. Los parajes circundantes abundaban en vergeles de recreo parecidos. Luego, con la conquista cristiana, la antigua familia reinante había perdido o puesto en venta sus anteriores pertenencias.
 Entre ellas este Alcázar Genil, que fue enajenado a un opulento judio, quien, tiempo después, se desprendería también de la propiedad. Sus nuevos dueños serían los antecesores del duque de Gor, quienes, a la postre y ya en tiempos cercanos, llevaron a cabo en el antiguo palacio restauraciones. El arquitecto conservador de Alhambra, Rafael Contreras, el autor de esta restauración del primitivo Alcázar Genil, por encargo del duque de Gor.

No hace tantos años, el panorama era este.

Pero no fue esta la única reforma del histórico edificio. “Sufrió una torpe restauración posterior en la que se sustituyó por losas de mármol su pavimento de ladrillo y piezas triangulares y cuadradas, vidriadas en azul y blanco y se le añadió un templete ante la puerta de entrada”, dice Gallego Burín.
A esa época, sin duda, corresponde la postal en blanco y negro que ilustra este comentario. El Alcázar Genil fue durante tiempo “palacio de verano» de los duques de Gor.


Al final, los duques también habían vendido el viejo Alcázar Genil a la familia Sánchez Montes. Marino Antequera refería en su libro «Unos días en Granada»: “En la huerta que rodea al Alcázar se han conservado hasta hace poco importantes restos: dos albercas de argamasa, una cuadrada y enorme y la otra redonda”. Muchos granadinos recordarán este escenario antes de que los destrozara el trazado del Camino de Ronda.


La mayor de aquellas albercas se aseguraba que, en la antigüedad, había servido para juegos navales. Quién sabe si desde la torre del viejo Alcázar, que fue de los elementos originales de la primitiva construcción a salvo de las  sucesivas reformas, la sultana madre de Boabdil se entretuvo alguna vez con los juegos del gran estanque, buscando alejar de su imaginación los trágicos presentimientos  del infausto final de su hijo y de su dinastía.

La maqueta: El Alcázar en las manos


NITO


jueves, 11 de junio de 2015

ROMANCE AZUL


ROMANCE AZUL

(1)
Azul, como el mar azul,
azul cielo, azules olas,
el aire sopla en el mar,
cae la nieve en la montaña.
Con la sombra de tus ojos
ella sueña en su ventana,
azul lirio, flor azul.
Bajo la luna plateada,
su luz la envuelve, la mira
y ella no puede mirarla.

(2)
Azul, como el mar azul.
Sigue la noche estrellada
con millones de luceros
que se pierden al alba.
Los árboles hablan al viento
cuando pasa por sus ramas
y el camino se ilumina
con estrellitas de escarcha.
¿Y ella? –Ella sigue en su ventana
azul como el mar azul,
soñando en su agua amarga.

(3)
¡Ay! Mi barquito que boga.
¡Ay! Compañero del alma.
No me abandones ahora
que no veré la mañana,
que la estrella que me guía
se ha perdido en tu mesana.
(4)
Azul, como el mar azul,
azul, viene la alborada,
negros nubarrones surgen.
¡Qué negros presagios cantan!
Ya te hundes tú y mi cuerpo.
Ya nunca volverás a casa.
Ha luchado toda la noche
el mar azul con mi alma.

(5)
Azul, como el mar azul.
Hace tiempo se fue en barco.
Mar azul, en cielo azul,
una mañana temprano
vi marcharse a mi amor
y aquí le sigo esperando.
Azul, como el mar azul,
Azul, viene la alborada
azul en su manto azul,
azul morado de mortaja.


ENCARNITA LABELLA MONTES