martes, 26 de mayo de 2015

HISTORIA DEL AEROPUERTO GRANADINO



Los tímidos comienzos de la aviación comercial

No estaba España para muchos vuelos, entre la falta de medios, aislamiento internacional y la contienda mundial. Por eso fue necesario esperar al 4 de mayo de 1946 para que se estableciera la línea directa de Madrid a Nueva York. Iberia quiso hacerlo solemnemente, con un cuatrimotor Súper Constellation recién comprado, pero “dificultades de última hora” lo hicieron imposible y el estupendo “Estrella de Madrid” tuvo que ser sustituido por un Douglas DC-9 de compañía americana TWA. En octubre del mismo 1946, Manolete viaja en avión a México, vía Lisboa, y al despegar de Barajas pudo ver el ruedo de las Ventas, donde se celebraba una novillada. Y el torero cordobés, que por cierto iba acompañado por su novia Lupe Sino, pensó que «el toro que lidié en la corrida de Beneficencia pudo lanzarme hasta la altura donde volaba el avión». Por cierto ¿saben cómo voló Manolete a México? Pues con Aero-Guest, una línea privada mexicana que se anunciaba como «la única compañía directa a México sin necesidad de cambiar de avión, en un vuelo de placer por la ruta del sol». La tal ruta incluía las escalas obligatorias en Lisboa, Azores, Bermuda, Miami y ¡por fin! México. Pero eso sí: era la «ruta del habla española».

Un delfín volador: El Super Constellation

El intento de CANA 
Comenzamos hoy con la interminable historia de nuestro aeropuerto. Nos vamos a ceñir a la década de los cuarenta que supuso todo un calvario para nuestra aviación comercial. Primero la CANA, luego Aviaco y finalmente la Gibraltar Aiswaiys. Fueron nuestro primeros intentos.
Granada se incorpora a la aviación comercial con un sigilo impropio de tan trascendente fecha.
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El Miles "Gémini" de C.A.N.A.

La prensa local no recoge la menor noticia hasta que el 27 de febrero de 1947 aparece un anuncio (pagado, por supuesto) para avisar en un tono oficialista absolutamente inadecuado, que la Compañía Auxiliar de Navegación Aérea, CANA, empieza a volar a Madrid desde el aeropuerto militar de Armilla. La espartana nota, digna de figurar entre los diez peores anuncios del siglo XX, dice así:
Se pone en conocimiento del público que hoy, día 27, saldrá de esta capital, con destino a Madrid, el primer avión de esta compañía, habiendo en disposición de los señores que lo deseen, plazas para el mismo. Para informes y reservas de plazas en Molygar, Gran Vía 18.

La parquedad informativa y lo tardío del anuncio ante un acontecimiento tan importante augura el poco éxito de CANA. Y muy pronto los vuelos fueron suspendidos, coincidiendo casualmente con la expulsión de España de la OACI (Organización Aviación Civil  Internacional) ya que el organismo aéreo mundial no podía reconocer a nuestro país hasta que España no formara parte de la ONU. La expulsión de España duró tres años, hasta 1950.

El Miles Aerovant de C.A.N.A

El intento de Aviaco
El fracaso de CANA hace que la recién fundada Aviaco se haga cargo del servicio, que fue reinaugurado el 15 de febrero de 1949. Los vuelos serán los martes a las 2:00 p.m. para Madrid y los miércoles, a las 12:20 para Sevilla. Los aparatos son Bristol ingleses, con capacidad para 32 pasajeros, y los precios están por las nubes, como los aviones: 358,10 pesetas a Madrid y 205,55 a Sevilla. Aviaco aguantó hasta  otoño. Se hicieron 23 vuelos a Madrid y 33 a Sevilla, hasta que la Compañía dijo adiós a Granada. La falta de acondicionamiento de  Armilla fue fundamental para este nuevo fracaso. Y las humildes peticiones de las autoridades locales tienen su contestación oficial por boca del general Vicente Roa, director general de Aeropuertos, ya que «el aeropuerto militar de Armilla, abierto al tráfico civil, tiene pista suficiente para un gran tráfico aéreo». Y, como no figura en los planes urgentes del gobierno, «es la ciudad la que debe  promover la construcción de los servicios necesarios; si Granada demuestra interés el gobierno responderá»…

El Bristol 170 Mk.31 de Aviaco

Intento gibraltareño
Dicen que Dios aprieta pero no ahoga. Por eso, un año después del parón de Aviaco, el 1 de octubre de 1950 viene a Granada Mr. Nalder, director de la Gibraltar Airways, para invitar a una copa en el Alhambra Palace y anunciar que el día 3 se inician los vuelos regulares Gibraltar-Málaga-Granada, tres días a la semana y con duración de vuelo de una hora y 40 minutos. Son aviones bimotor Oregón con 7 plazas y el precio del viaje a Gibraltar será de 280 pesetas, incluido el traslado hasta el aeropuerto que facilita Molygar S.L. desde sus locales de la Gran Vía. En el primer vuelo hubo casi lleno: 6 turistas británicos. El segundo nos trajo seis agentes de viaje, al cabo de un mes continuaba el servicio y ahí acaban mis investigaciones sobre esta nueva aventura aérea comercial en Granada.

En noviembre de 1950 la agencia Logos comunica el interés de Iberia por crear una línea regular Granada-Madrid, pero será necesario una tensa espera de cuatro años para que se haga realidad. Mientras tanto la batalla local por un aeropuerto digno en Granada ha iniciado. Durará exactamente 22 años.

El legendario Bristol 170

BIBLIOGRAFÍA.- "Granada: un siglo de anécdotas" de José Luis Entrala.

NITO

miércoles, 6 de mayo de 2015

LA PLAZA DE LAS TRES CRUCES DE ARMILLA



Más que un monumento, las Tres Cruces, son una fuente de leyendas en Armilla. No existe ningún dato sobre el origen de ellas que yo sepa. Las Tres Cruces están ahí desde muy antiguo. Siempre las conocimos...
Lo paradójico es que las Tres Cruces pertenecen al Arzobispado (algo debían de saber) y no al Ayuntamiento. Aunque ¿qué más da a quienes pertenezcan?: Ellas son del afecto y la devoción de todo un pueblo y ellas son las depositarias de varias dichas leyendas…

De todas ellas, la que más impacta a propios y extraños, es que el Cristo crucificado, en la antigüedad, sus pies no se encontraban separados, como hoy los podemos apreciar, sino juntos y uno encima del otro y atravesados por un solo clavo. Pero que en la Guerra Civil hizo un milagro, y desde entonces tomó la escultura la nueva forma que todos conocemos. Es curioso que muchos vecinos mayores conocen la historia y la creen, pero no recuerdan haber visto a Cristo con los pies juntos y atravesados por un clavo.

“Armilla es uno de esos pueblos que han crecido hasta juntarse con Granada siendo algunas veces difícil de saber dónde acaba y donde empieza la ciudad, pero no por ello ha dejado de ser un pueblo con una personalidad propia y una historia fascinante.
Cuentan los más viejos de Armilla que el lugar llamado de las Tres Cruces ha existido desde la conquista de Granada, no sabiendo explicar por qué esas tres cruces  de piedra están ubicadas allí ni a qué se debe su construcción, ni quien fue su autor, pero si se sabe de una leyenda.
Cuando el veinte de julio de 1936 entraron en Armilla los nacionales, casi todos los militantes republicanos huyeron del pueblo, abandonado así a sus familias y todo lo que tenían, unos temiendo represalias por sus ideologías políticas, otros por temor a ser detenidos y fusilados…


Cuando Armilla era todo vega y algún caserío.

Amén de otros hechos que ellos habían protagonizado anteriormente. El caso es que Enrique era un ideólogo acérrimo del partido comunista y cuando llegó la hora de salir por pies del pueblo, aguardó hasta última hora ya que estaba muy enamorado de su novia Juana y estaban a punto de casarse cuando sus planes se fueron al traste al estallar la guerra.
  
Lo cierto es que llegaba la hora de partir y después de haberse despedido de su novia, Enrique salió de su casa siendo aún de noche, antes del amanecer, filtrándose a través del portal trasero el que se adentraba en el corral de otro vecino de la calle Málaga.

Este conocido morador estaba perdidamente enamorado de Juana y sabía que Enrique era comunista de toda la vida así que cuando estalló la guerra y el frente nacional se hizo de Granada, dedujo que Enrique intentaría escapar en cuanto la ocasión se lo permitiera. Así que en el silencio de la noche cuando oyó el cerrojo de la puerta vecina, saltó de la cama y pensó que era la oportunidad de su vida para denunciarlo y tener vía libre para cortejar a Juana sin obstáculo alguno.

Después de seguirlo a pie durante un buen rato vio como se paraba en la plaza de las tres cruces, seguramente allí seria el punto de contacto para recogerlo y llevarlo a lugar seguro.

Conociendo como creía el punto de encuentro entre los militares "rojos", fue a denunciarlo a la junta de gobierno del pueblo aprovechando el momento, antes de que pudiera escapar.

Enrique ajeno a lo que tramaba su malvado vecino, estaba confiado esperando un coche Ford de pedales que le condujera hasta Almería y una vez desde ahí organizaría la salida también de Juana para reunirse con él.

Mientras hacía tiempo esperando el coche que lo llevaría lejos de allí, distraídamente observó las tres cruces de la bella plaza  y pensó en los tiempos que él como otros niños de Armilla habían jugado a mil y una aventura entre sus moles de piedra escondiéndose y refugiándose de los ficticios ataques de bandos opuestos que se organizaban entre ellos, ironías de la vida pensó.
Aquellos días eran de tranquilidad entre vecinos que en algunas ocasiones y aprovechando el buen tiempo practicaban la sana afición de encontrarse al pie de las cruces para contarse sus cosas.

Pasados algunos años y ya de mayor, fue en una de esas verbenas de los pueblos que los vecinos de Armilla organizaban al lado de las cruces donde conoció a Juana y se enamoro perdidamente de ella.

Enrique recordaba como aquel lugar había sido mudo testigo de sus encuentros de media tarde con su novia. ¡Cuántas palabras de amor había escuchado el Cristo de Piedra! ¡Cuántas promesas de enamorados se habían jurado sobre los pies del Cristo crucificado atravesados por el clavo de la incomprensión humana!

Aquel lugar le traía recuerdos dulces y cálidos en esa mañana fría de Enero de 1936, el coche se retrasaba y los nervios empezaron hacer mella en su espíritu y aunque no había amanecido todavía, había algo en el ambiente que le hacía recelar de esa aparente calma y apoyándose entre las cruces se lió un cigarro y así hizo la espera más llevadera.

Aunque él pertenecía al partido comunista, nunca había participado en ninguna de las reyertas que sus compañeros habían perpetrado contra la iglesia católica, el era más del diálogo y la tolerancia antes que de la violencia.


 Los quintos de 1945 entre las Tres Cruces. Archivo Pepe Morenilla.

Se encontraba sumido en sus pensamientos cuando vio aparecer por la carretera de Granada dos faros de un vehículo que se aproximaba muy despacio. En un primer momento quiso plantarse en medio de la carretera, pero después lo pensó mejor y decidió esconderse detrás del Cristo de Piedra y observar las maniobras del vehículo. No tardo mucho en comprobar cómo un Citroën C-7 paraba frente a él y se bajaban tres hombres, uno de ellos su vecino Juan dirigiéndose directamente hacia las tres cruces de piedra. Rápidamente, se escondió como pudo detrás de una de las cruces...pero no había mucho donde parapetarse.

- ¡Eh, tú, sal de ahí!-Le espeto uno de los uniformados.

A Enrique se le heló la sangre y se quedo paralizado de miedo- ¿Es que no me has oído?-Volvió a decirle el soldado. Mientras tanto su vecino como una cucaracha se escondía detrás de otro soldado. Lentamente Enrique salió de la Cruz de piedra y se puso delante de esta.¿Qué   ocurre? -Pregunto con un leve hilo de voz.

-¿Que qué ocurre…? -¡Tú sabrás, lo que haces aquí a estas horas! -Le respondieron.

-Yo solo estaba fumando un cigarrillo.

El otro soldado le preguntó a Juan que lo tenía detrás.

-¿Es este el que tú dices?

-¡Si, si, si...! ¡Este es el asqueroso comunista! -Gritó Juan.

-Así que tú eres comunista... ¿Y qué haces aquí entre cruces?

-Yo solo estaba rezando al Cristo de Piedra, antes de ir a trabajar.

-¡No os dejéis engañar... es un rojo ateo...!  -¡Es más fácil que el Cristo se desclave un pie de la cruz a creer que tú seas cristiano!

Enrique pensó que estaba perdido y que su vecino lo había delatado... Los soldados apuntaron los fusiles hacia la cabeza de Enrique encañonándole mientras uno de ellos decía....
-¡De esta no te salva ni Dios!

Enrique sintió el fin de sus días y entornando los ojos y como le había enseñado su madre se encomendó a la Virgen María y a su hijo Jesús. Extraño pensamiento para un comunista, pero hay situaciones donde lo más profundo del alma se agarra como una tabla de salvación a las creencias que nuestros padres nos enseñaron y mientras rezaba esperando el tiro de gracia, un silencio profundo y cerrado inundó aquella escena... El tiempo se petrificó y cuando abrió los ojos vio a sus verdugos de rodillas y mirando fijamente al Cristo de piedra que tenía detrás de él.

Juan con la cara desencajada salió corriendo como si lo persiguiera un demonio y nunca más volvió a verlo... se giró para ver lo que los soldados observaban tan detenidamente, y el también cayó de rodillas viendo al Cristo de Piedra que había soltado unos de sus pies graníticos y lo había puesto junto al otro, desenclavándolo.

Desde entonces nunca ha faltado un ramo de flores frescas en las Tres Cruces de piedra de Armilla”.



Nota.- Este relato esta tomado de  José Manuel Fernández Martín, de su libro "Las Leyendas de Nuestros Pueblos"



 NITO