miércoles, 11 de marzo de 2015

EL TIEMPO QUE SE DESVANECE


Esta noble y vieja casona palaciega en la calle Ballesteros –decía Juan Bustos en su “Laberinto de imágenes y recuerdos”, más parece paisaje de decoración teatral que finca verdadera. Interesante muestra de la arquitectura granadina de una época ya lejana.

“Solar del linaje de los Condes de Castillejo, el edificio –acaso levantado sobre una mansión musulmana que los Reyes Católicos donaron a algún vasallo distinguido que luego se ennobleciera-, debió de ser de los primeros de estilo renacentista que se hicieron en Granada.


Aunque sufrió transformaciones en siglos posteriores, de la construcción original se conserva bastante todavía. Por ejemplo la curiosa portada en esquina, con sillares de piedra arenisca formando ángulo con pilastras en las jambas, sobre las que se apoya un arco de medio punto, rehundido, para cobijar el escudo familiar entre dos elementos ornamentales en forma de las características bichas y las no menos frecuentes hojas. Sobre él, una cornisa moldurada en “pecho de paloma”  y un magnífico balcón en esquina, con columna corintia estriada muy interesante: En los dos extremos, pilastras profusamente decoradas con capiteles corintios.


Del primitivo edificio, se conserva también, en el interior, sótanos abovedados en piedra, artesonados con vigas talladas primorosamente, columnas de mármol blanco de Macael (en el patio), luciendo en sus capiteles el escudo de armas de los Condes.
Fue creencia extendida algún tiempo que diego de Siloe había sido el primer propietario de esta casa. Se llegó a tener por seguro que el gran escultor  y arquitecto, no solo había vivido en ella, sino que la había proyectado y construido. En alguna Guía se dijo que era “la casa de diego de Siloe” sin más pruebas que  el convencimiento del autor. Aquí sí estuvo en época reciente una academia. Ahora es residencia de un destacado poeta granadino.


El noble palacio, con la dulce pátina del tiempo dando a sus piedras el encanto melancólico  de lo viejo, es una grata sorpresa para el paseante de las calles del casco antiguo de la ciudad. Hay en esta casona nobiliaria de la calle Ballesteros, frente a la Plaza del Padre Suárez, a pocos metros del continuo tráfago del Realejo, una atmósfera, lo que en teatro se llama “un ambiente”. 


Cuadro de Valentín Barrecheguren, médico y pintor.- Cortesía de D. Santiago Oliveras. 

Cuando nos acercamos sentimos una manera sutil de emoción y se  hace en nuestra conciencia la certidumbre de que algo hay en este lugar que le da un carácter fundamentalmente distinto. El secreto está en esa fachada que nos mira, insinuante, evocadora. Azorín escribió acertadamente: “Hay que entender el lenguaje de las viejas mansiones, cuyas piedras nos dicen al cabo de los siglos lo que antes no podían decir: La tragedia del tiempo que se desvanece”.


Nuestra mirada hoy es de lo más inquietante: El aspecto de la casa en la década de los 80 (obsérvese la foto en blanco y negro), era limpio y cuidado, con visillos en sus ventanas y plantas en sus balcones. En la actualidad su aspecto es deplorable. Como vemos, su degradación va avanzando cada día que pasa. La Universidad de Granada iba a ubicar en él un edificio que funcionara como extensión del cercano Centro de Lenguas Modernas, pero por lo que se ve, el proyecto no ha llegado a cuajar, sumiendo al edificio en un lamentable abandono.
Mucho tiempo llevan ondeando las banderolas y carteles del grupo Fortuny anunciando su restauración, Ya podría el Ayuntamiento obligarles a no tener el edificio en tal estado de degradación, no apto ni para okupas siquiera.



NITO



1 comentario:

Manuel Espadafor Caba dijo...

Como siempre, La Murga es fina observadora de cualquier rincón olvidado pero de indudable interés. ¡Despertad autoridades, despertad, y no dejéis que se hundan los recuerdos de esta ciudad!