sábado, 5 de mayo de 2012

EL MONTE DE SANTA RITA DE CASIA

En la carrera del Darro, frente a la Casa de las Chirimías –hoy felizmente restaurada a iniciativa municipal-, se encuentra esta magnífica y vieja portada lateral del s. XVIII, de una de las antiguas capillas del edificio, donde tuvo sus primeras dependencias el primitivo Monte de Piedad de Santa Rita de Casia, fundado en Granada en 1740, a semejanza del impulsado en Madrid por el Padre Piquer.


Aquel Monte de Piedad nació fruto de las exigencias de su tiempo. Cortes Peña y Bernard Vicent, aludiendo a la época, subrayan que la ciudad, “como el resto de las andaluzas, presentaba una total ausencia de entidades bancarias o crediticias, que apoyasen las necesarias inversiones para un desarrollo de la economía armónico y con perspectivas de futuro”.

En tal momento, el agustino calzado Isidro Antonio Sánchez Jiménez, fervoroso devoto de Santa Rita de Casia, a cuyo culto había ya creado una congregación, puso en marcha un Monte de Piedad, que obviamente colocó bajo la advocación de la santa, abogada de los imposibles, no sólo con el propósito de propagar su devoción, entre otras motivaciones religiosas, sino también para “aliviar a los pobres en sus necesidades proporcionándoles un mecanismo de empeño de sus objetos que les librase de las garras de los usureros”, finalidad ésta muy acorde con el estado de extrema necesidad a que había llegado buena parte de la población .

El Monte granadino de Santa Rita de Casia nació con un ordenamiento estricto. Se impone citar a Manuel Titos: “Quedaba autorizado a dar préstamos por una cuantía mínima de 750 reales de vellón, por un periodo de cuatro meses y un día, tomando como garantía toda clase de alhajas y ropas de seda, ante y lino que estuviesen en buenas condiciones, de manera que se pudieran vender
fácilmente”.


La marcha del recién fundado organismo de crédito fue tan próspera, que 25 años después de su fundación ya veía pequeñas sus primeras instalaciones y, para mejorarlas y adecuarlas, acometía las obras de adaptación del edificio adquirido en la carrera del Darro en 1765. Dos años más tarde el flamante Monte de Piedad de Santa Rita de Casia, de Granada, estrenaba casa propia y en ella permanecería hasta que en 1866 desapareció, con escándalo y acusaciones de estafa incluidos, dando paso a la primera Caja de Ahorros. (*)

Gallego Burín en su Guía, define este edificio como “flanqueado por dos torres, teniendo bajo estas, en la planta inferior, portadas de piedra de Sierra Elvira, una de las cuales daba acceso a un oratorio –ya desaparecido- dedicado a Santa Rita”.



Más de un siglo de la historia económica de Granada están entre los muros de esta casa, restaurada a primeros del siglo pasado. Historia, no sólo crediticias, sino también historia de lo particular y anecdótico, casi siempre más interesante, amena e instructiva que la otra.



(*) No confundir ambas instituciones:
Véase nuestra entrada de 03/12/2011 “Antigua sede de la Caja de Ahorros”
Bibliofrafía consultada: Manuel Titos :::  Juan Bustos Rodríguez

NITO
.

4 comentarios:

Alberto Granados dijo...

Una pena que ambas portadas estén tapadas por unos mostrencos rótulos comerciales: el de la izquierda anunciando patés, quesos y ahumados y el de la derecha algo que debió ser un restaurante o bar llamado La Bóveda.
¿Cómo permiten semejantes tropelías hacia el patrimonio las autoridades locales?
Un saludo,

AG

Manuel Espadafor Caba dijo...

Esta entrada complementa efectivamente la del 3 del 12 de 2011 e ilustra la historia de una de las principales entidades de crédito granadinas, porque también había otras que no sé si se han tratado en “La Murga”, como Créditos “La Paz” o la Banca Rodríguez Acosta, por no mencionar a los típicos prestamistas, usureros mezquinos y ruines carroñeros que abundaban en nuestra ciudad para infelicidad de las pobres gentes angustiadas por la necesidad y la desesperación a los que agobiaban con sus abusivos intereses.

Manuel Espadafor Caba dijo...

Para completar mi comentario anterior; eran muy populares en Granada, sobre todo por su malafollá como no podía ser menos, los llamados “semaneros”. Eran los usureros prestamistas particulares o bien los encargados de cobrarles a estos, que puntualmente hacían la visita semanal a todo el se había visto obligado a pedirles un préstamo. Gracias Nito, nada más, o quizás sí, pues algún visitante de la Murga quizás sepa de alguna historia de estos personajes.

Anónimo dijo...

¡Buen partido le has sacado a las escasas fotos...!
Tengo entendido que, por dentro, el edificio presenta peculiaridades nunca descritas en las guías editadas.

Magnífico trabajo el tuyo, Nito, rescatando temas practicamente perdidos en la memoria del pueblo.

SANDIRA
.