jueves, 27 de diciembre de 2012

LA CERCADA CRUZ DE LOS MÁRTIRES

 
A causa del cerco a la que se le tiene sometida: Tapias, altas cancelas, fincas particulares, enmarañada vegetación y otros inconvenientes, poco repara el “granadino actual” en una de las cruces monumentales más bellas de la ciudad.
Esta cruz, denominada de los Mártires, es poseedora, sin embargo, de una singular historia “…pues que en su día quiso ser tan alta que se viera iluminada desde el Atlas africano”.
Veamos su historia basándonos en el relato que, de este monumento, nos hace César Girón:

Proyecto para las altas cumbres de Sierra Nevada.

“La entrada del siglo XX supuso una fiebre por la organización de celebraciones religiosas y de toda índole en nuestra ciudad, muchas de las cuales tuvieron o pretendieron tener como escenario las cumbres de Sierra Nevada. En tal sentido el arzobispo de Granada José Moreno Mazón alentó la idea de conmemorar la entrada del nuevo siglo levantando una cruz de grandes proporciones en la cumbre más alta de la península, en el Mulhacén. El proyecto que fue realizado por el arquitecto Juan Montserrat y Pons, contemplaba la construcción de una cruz de más de treinta y tres metros de altura, con un coste de ejecución de más de ochenta y tres mil pesetas de la época y que se podría ver desde Granada”.

Ubicación final en la antigua colina del Abahul: El Hotel Alhambra Palace aún no existía.

Voces airadas se alzaron en la ciudad en contra de su erección en las alturas del Mulhacén. Dicen que por sensibilidad y respeto a la que fuera la tumba de uno de los más importantes reyes musulmanes, Muley Hacen. Dicen que por no mancillar nuestras altas cumbres. Quiero pensar que al final se impondría la cordura y la cruda realidad por el elevado presupuesto y la falta de tecnología. Basta una lectura al Defensor de Granada en su edición del 8 de Diciembre de 1889 para ver la fuerte reacción contra este enclave de la cruz. Es por ello que se pensó en otra cumbre importante, que no podía ser otra que el Veleta, que ofrecía las ventajas de abaratar el coste de la construcción por su mejor accesibilidad y presentar una mejor visión del monumento desde Granada.

En 1910 ambas siluetas se hicieron solidarias.

Al efecto, fue abierta una cuestación popular por las autoridades y el arzobispado granadinos con el fin de sufragar los gastos del proyecto. Sin embargo –siempre se ha dicho, que no es lo mismo predicar que dar trigo-, el alto costo del mismo unido a las dificultades técnicas de la ejecución en tal altura (por no hablar de que aún no existía ni carretera), hicieron abandonar pronto la idea de un proyecto tan costoso en el Veleta, de modo que fue buscado como lugar más idóneo la colina de los Mártires en Granada, alentándose esta ubicación desde El Defensor en numerosos artículos periodísticos publicados entre finales de diciembre de 1889 y el 22 de enero de 1900.
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Cuando sea primavera, ni esto podrá ser observado.

“La monumental Cruz de los Mártires, se levanta sobre un gran basamento que sirve para ganar altura. De barrocas formas, rodeada de alta cancela de hierro y sobre otro poderoso basamento concebido como altar, la Cruz podía verse a gran distancia a pesar de que vio reducida su altura en un tercio del proyecto original. Asimismo, se decidió elevar en este sitio un recuerdo de los cristianos que aquí sufrieron cautiverio y martirio durante el tiempo de de los musulmanes. En este pedestal de la Cruz existen varias inscripciones, de las que solo pueden ser leídas tres desde el paseo de los Mártires, pues la de su lado Sur solo puede leerse desde el interior de uno de los cármenes de la Antequeruela.

Como al buen pagador no le duelen prendas y rectificar es de justicia, tenemos que afirmar que sus actuales dueños nos han dado todo tipo de facilidades para culminar felizmente este artículo.
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A la cruz le falta hoy, el medallón con la efigie de la Virgen en su crucero.

 En las inscripciones de la Cruz puede leerse lo siguiente, situándonos desde el paseo de los Mártires:
Frente.- “JHS. Se erigió esta Cruz monumental como homenaje a Jesucristo nuestro Redentor para conmemorar la entrada del siglo XX por iniciativa del Exmo. Sr. D. José Moreno Mazón arzobispo de Granada a expensas suyas y de varios fieles de Granada y de España en testimonio de su fe Católica”.
Izquierda.- “Inaugurose el 8 de Diciembre de 1903 festividad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Laus Deo Deiparaeque”.
Derecha.- Eligiose este memorable lugar llamado de los Mártires, para la erección del presente monumento, por haber sido martirizados en él por los sarracenos, muchos cristianos”.
Detrás.- "Se bendijo la primera piedra de este monumento por dicho Sr. Arzobispo en 8 de Junio de 1902 con asistencia de las dignas autoridades y gran concurso de pueblo"


 

NITO
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miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA RUINA DE LA CASA DE LA LONA


Ó LA CASA DEL GALLO DE VIENTO


El aspecto tan desolador que todos conocemos de la llamada “Casa de la Lona”, nos lo presentan estas tristes fotografías, que parecen sacadas de una obra de Pier Paolo Pasolini.
Había sido uno de los edificios más característicos de la ciudad, en la plaza de San Miguel el Bajo, en los tiempos de su consentida ruina que acabaría con su lamentable demolición a comienzos de los años 1970.
Esta antigua y notable finca se había levantado sobre un primitivo palacio que los reyes musulmanes ocuparon hasta que hicieron la Alhambra. Podéis imaginaros la riqueza e importancia del edificio. Pero en la más vieja memoria de la ciudad se conservó mucho tiempo el curioso nombre con que fue generalmente conocida aquella residencia real: “La casa del Gallo de Viento”.


¿Os imagináis nombre más bello y tan cargado de resonancias medievales…?
Al parecer, y a modo de veleta, en una de las torrecillas del recinto, había habido un jinete árabe armado para la guerra a lomos de un brioso corcel.
Ibn al Jatib, que conoció el palacio, dijo que “no admitía comparación con ningún otro en tierra de moros ni de infieles”. El mismo observador y testigo directo, se refería a la curiosa veleta con estas palabras: “Es un gallo de cobre con cabeza de caballo, montado por un caballero armado de lanza y adarga. Cuando el viento cambia, cambia también de dirección el caballero”.



Hasta aquí, la simple historia. Que una veleta, con forma de gallo ó jinete en un caballo con cabeza de gallo señalara la dirección del viento, entra dentro de lo lógico, para eso son las veletas. Lo principal no se ha dicho todavía:
“Cuando este autómata con apariencia de fiero jinete cincelado en bronce, se volvía loco girando sobre su eje, emitiendo un grave ulular, Granada temblaba de miedo. Un conjuro (no olvidemos que estamos en Granada) y un misterioso mecanismo de bolas metálicas adosadas hacían que este jinete señalara con su lanza la dirección del enemigo cristiano que acaba de aparecer por cualquier punto cardinal de su horizonte“.
"Torre heptagonal en piedra de Egipto..."

Según cuentan las tradiciones, este mágico talismán, que a modo de veleta centinela, lucía la siguiente inscripción arábiga:
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Calet el Bedici Aben Habuz
Quidat ehahet Lindabuz.
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(Dice el sabio Aben Habuz
Que así se defiende el al-Ándalus).



El Palacio estaba ya bastante transformado cuando los Reyes Católicos conquistaron la ciudad: Poco a poco fueron desapareciendo los últimos rasgos ziríes.
Según una tradición poco contrastada –al decir de Barrios Rozúa- buena parte del edificio se dedicó a fábrica de lonas para las velas de los barcos. Lo que sí es cierto es que en un extremo del solar se construyó en el siglo XVI una casa morisca estructurada en torno a una alberca.
Tras un desgraciado incendio en 1639, se procedió convertirla en una corrala de vecinos en torno a un gran patio rectangular, con un aljibe construido sobre la alberca de la antigua casa morisca.


En el primer tercio del siglo XIX el edificio se convirtió en fábrica de tejidos de cáñamo, llegando a albergar hasta trescientos telares. De ahí derivaría, más que del supuesto anterior, el nombre de la Casa de la Lona.
La fotografía es una cruda denuncia, porque este estado tan degradante de la vieja y noble Casa de la Lona pudo evitarse garantizando al patrimonio ambiental de la ciudad, la supervivencia de una construcción representativa de la arquitectura de una época.
“A pesar de las denuncias de muchos ilusos -nos confiesa Eladio Fernández Nieto- , los primeros años 70 vieron cómo echaron por tierra aquel corral de vecinos, que conservaba aún en sus entrañas muros del siglo XV de metro y medio de anchura y en el que, alguna vez, y en alguna altiva torre heptágonal, giró loca la mágica Veleta del Gallo de Viento.
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NITO
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sábado, 1 de diciembre de 2012

LA VERDAD DE UNAS CUENTAS


Hace ahora cuatro años (miércoles 3 de Diciembre de 2008), narrábamos algo sobre la figura del Gran Capitán y sus famosas cuentas.
Hoy, que su nombre vuelve a sonar gracias a la exitosa serie de TVE, nos gustaría añadir algo poco conocido sobre el recio carácter del Capitán y sus dichosas cuentas.
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Tratamiento literario
El tratamiento literario del hecho se debe a una recomposición que comienza rimada y que habrá de considerarse popular, puesto que más que del original o de otro autor conocido provendría de sucesivos añadidos:
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Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.
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Más de un siglo más tarde, parte de la divulgación del tópico se debe a una obra de teatro homónima, de Lope de Vega.

Libro de cuentas de don Gonzalo con su firma en la página izquierda

Los hechos y su significado
Una interpretación del hecho supone que, tras la muerte de Isabel la Católica en 1504, viendo su viudo Fernando el Católico que la Guerra de Italia estaba siendo enormemente costosa, pidió a Gonzalo Fernández de Córdoba que le presentara cuentas justificadas de tales gastos. Parece ser que los enemigos políticos del Gran Capitán querían aprovechar la muerte de la reina, hasta entonces valedora del militar castellano.
Una narración clásica, que se no se priva de aplaudir el desplante castizo del Gran Capitán, se encuentra en la biografía del Gran Capitán obra de Luis María de Lojendio:
En la tarea de revisión administrativa a que se aplicaba don Fernando llegó su turno al obligado descargo de la gestión económica. El Rey, que vivía en constante forcejeo con la penuria de medios que le ahogaba, concedía a este capítulo una gran importancia. Entre sus contadores figuraba Juan Bautista Spinelli, que había cultivado en el ánimo del Monarca los grandes recelos sobre el despilfarro del Gran Capitán, «así como aquel que sagacísimamente buscaba las cuentas de los gastado y de todo lo recibido, y mostró cómo no había dejado cosa alguna en el fisco, a fin que dando desordenadamente viniese a ganar nombre de liberalísimo» (Paulo Jovio, pg. 540).

El Duque de Nemours vencido

Al decir de la crónica manuscrita, este Spinelli se mostraba ahora arrogante con Gonzalo. Se había crecido, confiando en la protección de don Fernando. Llegó a comportarse en público con notoria falta de respeto. Y en cierta ocasión en que se manifestó así ante don Gonzalo y su acompañamiento, «aunque el Gran Capitán era el hombre más sufrido del mundo y que de mejor voluntad perdonaba las injurias, visto que todos aquellos caballeros habían mirado en ello y a él díjo: Venid acá un momento, Juan Baptista. Solíades vos pasar por delante de mi con tanto desacato. Y antes que respondiese, le tomó por los cabellos y le dio dos bofetadas, de manera que le hinchó la boca de sangre» (Crónica manuscrita pg. 445).
Este pudo ser, muy bien, el estado de ánimo en que Gonzalo de Córdoba fue llamado a rendir cuentas de su administración. De todos es conocida la leyenda famosa. Casi con las mismas palabras consignan el incidente de la crónica general (pg. 224 y 225), la manuscrita (pg. 443) y Paulo Jovio (542 y 543):
«Había Gonzalo Fernández en aquellos días burlado la diligencia y curiosidad de los tesoreros envidiosos, y a él enojados y al Rey poco honrosos, que siendo llamado como a juicio para que diese cuenta de lo gastado en la guerra y del recibo asentado en la tesorería y mostrando ser muy mayor la entrada que no era lo gastado, respondió muy severamente que él traería otra escritura muy más auténtica que ninguna de aquéllas, por lo cual mostraría, clara y patentemente que, había mucho más gastado que recibido y que quería que le pagasen todo el alcance de aquella cuenta como deuda que le debía la Cámara Real.
El día siguiente presentó un librillo y con un título muy arrogante con que puso silencio a los tesoreros y al Rey y todos mucha risa. En el primer capítulo asentó que había gastado en frailes y sacerdotes, religiosos, en pobres y monjas, los cuales continuamente estaban en oración rogando a Nuestro Señor Jesucristo, y a todos los santos y santas que le diesen victoria, doscientos mil y setecientos treinta y seis ducados y nueve reales.
La segunda partida asentó setecientos mil y cuatrocientos y noventa y cuatro ducados a las espías de los cuales había entendido los designios de los enemigos y ganado muchas victorias, y finalmente, la libre posesión de tan gran reino.



Entendida del Rey la argucia mandó poner silencio, porque quien sería aquél si no fue algún ingrato o verdaderamente de baja y vil condición que buscase los deudores y quisiese saber el número de los dineros dados secretamente de un tan excelente capitán» (Crónica general, pgs. 244 y 245).
Esta es una de las anécdotas de que más ha gustado la fantasía española, porque el gesto de Gonzalo, con cuanto tiene de arrogancia y desplante, de fino humor y amarga ironía, encaja plenamente en la psicología de su pueblo. Y como ocurre en España con todos los relatos ingeniosos, la fantasía, cuando se apoderó de él, lo fue completando. Las partidas de esa cuenta famosa se ampliaron. Ya no se trataba tan sólo de esos dos asientos iniciales que consignan las crónicas. Surgieron los diez mil ducados de guantes perfumados, los ciento setenta mil por reponer campanas gastadas a fuerza de repicar victorias, los cien millones por la paciencia en escuchar al Rey que pedía cuentas al que le regaló un Reino...


La anécdota pasaba a ser tema de leyenda. ¿Qué pudo haber de realidad en el gesto inicial? Don Antonio Rodríguez Villa, que con su investigación fecunda y competente tanta luz proyectó sobre la figura del Gran Capitán, ha dejado bien centrado el alcance de este problema:
«Puede a este propósito decirse -escribe en informe dirigido a la Real Academia de la Historia- que si el hecho no fue cierto y oficial, mereció serlo, y lo fue, en nuestra opinión, de una manera oficiosa. Porque, enojado y resentido aquel invicto caudillo de que los codiciosos tesoreros de S. A., acaso incitados por ella, le apremiasen continuamente a dar cuenta de los gastos hechos en la segunda conquista de Nápoles, les presentó o refirió de palabra aquellas irónicas, y graciosas partidas de descargo, que tanto se celebraron entonces y perduran todavía ahora en nuestra memoria».
No hay razones que obliguen a dudar: de la certeza de este incidente en su alcance concreto, tal como lo refieren las crónicas. Gonzalo, por su temperamento, por su noble desinterés y generosidad, no podía admitir una mezquina discusión de cuentas con gentes de la traza de un Spinelli. Se sentía ofendido, no sólo por, el desconsiderado acoso de los tesoreros, sino también por la actitud del Monarca, que, cuando menos, lo toleraba. Desahogó su amargura envolviéndola en ingenio e ironía. Cuando se enteró el Rey Católico de las partidas fantásticas de aquella rendición de cuentas, apreció en su justa medida cuán ruin y ridículo resultaba este forcejeo.

Espada del Gran Capitán

NITO

domingo, 25 de noviembre de 2012

PERIPLO POR VALENCIA


Acabamos de llegar después de una semanita en la Comunidad Valenciana, entre girones de historia ibera, romana, morisca, arroces y cosas de la mar marinera. Los viehos, como siempre: Duros y correosos con los que no hay quien pueda. Subieron endemoniadas cuestas para visitar viejos castillos o ruinas romanas, después de meterse entre pecho y espalda un apetitoso almuerzo de los de alto bordo.

El programa, bien. Dentro de la línea a la que nos tienen acostumbrados. Luego cada uno se busca su complemento y alimenta sus pasiones como puede y Dios le de a entender.  ¿Y si te dijera que la sorpresa oculta y principal de este viaje para mi ha sido el poder recabar documentación sobre "el quillat", (tipo de barca de vela latina de bastante porte y de mucha historia...?



El quillat era mayor que el laúd ( ó "llagut", el tipo de barco más usado en el levante español). Con roda recta que le confería unas extraordinarias condiciones marineras y la cualidad de ceñir hasta las cinco cuartas. Tal salió de marinero, que se llegó a utilizar como guardacostas armándolo con un cañón del 12; como escampavías en vigilancia fiscal –contrabando-, en la pesca y en el tráfico costero.

Entrando a puerto en el catamarán

No solo fue esta la única sorpresa "fuera de programa": También cuenta un paseo en catamarán (con derecho a mejillones y copa) por el puerto y su alrededores, dando vista a la playa de La Malvarrosa; el encuentro con el bergantín-goleta "Estrella Polar" donde se rueda la serie de TV "El Barco"; el encuentro con los bellísimos Celeríferos en el Museo de las Ciencias "Príncipe Felipe" o el impresionante Mirage F-III que tienen colgado del techo.

El celerífero

Aparte quedan los nuevos amigos, los monasterios e iglesias, museos e industrias del mosaico, las ciudades cercanas (Onda, Segorbe, Sagunto, Tarragona...) y la grata sorpresa  -y con envidia lo digo- de ver a Valen-Bisi luchando con buena salud desde 2010, inundando la ciudad con cerca de 3.000 bicis de alquiler por entre sus carriles. ¡Un gozo para los amantes del pedal y de las ciudades biosaludables...!


NITO

sábado, 17 de noviembre de 2012

LAS POSTALES DE RAFAEL SEÑAN Y GONZÁLEZ



Parece que os ha interesado –y sabido a poco- la historia y la misma existencia de Señán. Eso es bueno y, además, nos sentimos orgullosos de habéroslo traído a este  Blog.
Baste decir de este pionero que Señán inaugura una época en la fotografía andaluza. Uno de los primeros en establecer un negocio fotográfico, y que dedicó gran parte de su obra a documentar los principales monumentos andaluces. Así son famosas sus instantáneas de la Mezquita cordobesa, la Alhambra granadina o escenas de la Sevilla de finales del XIX.
Rafael Señán González fue un excepcional fotógrafo que nació en Ciudad Real en 1864 aunque se trasladó muy joven a Granada. En la ciudad de la Alhambra se formó como profesional junto a fotógrafos de la talla de Escudero y Garzón. Con este último creó un singular estudio especializado en la fotografía turística. En su negocio ofrecía a los visitantes de la Alhambra todo tipo de souvenirs fotográficos de los principales monumentos andaluces, así como postales y el genuino retrato árabe, en el que los turistas se disfrazaban ante la cámara como el propio Boabdil.

 El pionero de los pioneros

El éxito de esta fórmula le llevó a instalarse también en Córdoba en la plaza del Triunfo junto a la Mezquita, galería que dirigirá su esposa Nicasia Aldeondo. En 1911 fallece en Granada a los 49 años y su familia se traslada definitivamente a Córdoba, ciudad donde su hija María continuó con la profesión paterna hasta que la Guerra Civil arruinó el futuro del turismo durante décadas y de este modelo fotográfico.
Señán es conocido principalmente por su faceta de postalista, llegando a editar cientos de postales diferentes de Andalucía con sus instantáneas más conocidas que en la actualidad gozan de gran difusión.


Una mera observación de sus variados trabajos nos permite apreciar la calidad de este gran fotógrafo andaluz, opinión que ratifican las numerosas distinciones logradas por sus fotografías:
Premio de la exposición de El Cairo de 1895, en conmemoración de la construcción del Canal de Suez; el diploma de honor en la exposición de Granada de 1905; la medalla al mérito de la Sociedad Científica Europea; el primer premio de la exposición de Santander de 1906, en la sección de monumentos por su trabajo “Granada-Sevilla-Córdoba” o la concesión del título de fotógrafo de cámara de Alfonso XIII en 1904, honor que le permitía incluir el escudo de la Casa Real en los cartones de sus retratos.



EL ÉXITO DE LAS PRIMERAS POSTALES
De la importancia que en su día tuvo la tarjeta postal, digamos que hoy, en pleno auge del video y del DVD, son incontables los coleccionistas que aún quedan de viejas postales. Esta modalidad alcanzó la fase culminante de su difusión a comienzos del pasado siglo y hasta bien entrados los años 30.
Melchor Almagro en sus “Memorias” recuerda que, en su infancia, las tarjetas postales iniciaban su auge. “En Granada –escribía- se vendían en la librería de Dámaso Santaló o en la de Sabatel”. Obviamente, y dadas las finalidades comerciales de aquellas fotografías, Granada figuró entre las ciudades españolas más reproducidas en las populares “tiras” de tarjetas postales.
La foto-tarjeta hizo furor. Llegándose a reproducir colecciones en cantidades ingentes, gracias a las modernas técnicas de reproducción.


NITO
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domingo, 11 de noviembre de 2012

CHARADA del RETRATISTA

Nueva foto 

PRESENTACIÓN Y DESARROLLO DE LA CHARADA

Que esto es pura ruina, ya se está viendo.
Pero si echas la vista cien años atrás,
un estudio fotográfico postinero era este lugar
(y de lo más chic y concurrido por cierto),
que campaba refulgente en toda Granada.
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Dime tú, que te precias de ser tan listo,
que presumes de saberte al dedillo tu ciudad
(si es que acaso a tu sesera alcanza),
el nombre de este brillante fotógrafo genial
y el lugar exacto de aquella razón social,
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Ya sabes que Granada, aparte de los maestros fotógrafos pioneros extranjeros como Carles Gliford, Jean Laurent  ó King Tenison, fue cuna de retratistas muy renombrados, que pasearon sus placas y cristales por todos los rincones del mundo dando a conocer a nuestra singular ciudad.
Ellos consiguieron dar una nueva dimensión a los retratos y a la tarjeta postal que compraban con profusión los turistas. Es curiosa la moda en la Granada de finales del XIX  de retratarse vestido de "moro".

Iremos dando pistas si acaso el enigma se encona.

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PISTAS.-

1/ ¡Ánimo, murgueros...!
Ya van cuatro los medios acertantes. Y digo medios pues ninguno dío con la razón social o nombre del empresario. Si acertaron, en cambio, con la ubicación: ¡Ah, esos paseos románticos...!
Como nueva pista añadiremos el siguiente quinteto:

Y si al lugar tu pretendes llegar,
una sola cosa (y sólo a ti te diré):
Tendrás que subir unas cuestas;
pero yerras del tó si acaso piensas
que a lo alto del Albaicín llegarás.
 
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Es curiosa la moda en la Granada de finales del XIX de retratarse vestido de "moro".

POR LO MENOS DESCUBRE EL LUGAR

2/ ¡Vamos, que no se diga…!
Por lo menos descubramos el lugar, mira que te lo estoy poniendo en bandeja. Ya que el nombre del fotógrafo se encona, te diré de él que fue el precursor de la fotografía turística y muy conocido particularmente en España por su faceta postalística, teniendo que abrir sucursales –ante la demanda- en Sevilla, Málaga y Córdoba.
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Tampoco te pierdas en el Realejo:
Huye pues del llano y de la ciudad.
Antes la gente usaba “la cremallera”,
pero no te precipites, oh murguero,
que tampoco por el Caidero está.


¡CÓMO AFINÁIS, MURGUEROS! 

3/ Ya sois una docena larga los que contestais a la mitad de la cuestión -EL LUGAR-
Confieso que dos habéis tenido un olfato especial con respecto al fotógrafo buscado, pero... -Sí, hay un pero.
Por eso añado una quintilla más (¿quintilla...? ) y una foto aclaratoria singular.
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Si el que la persigue, la consigue,
y solo triunfa el que más persevera,
ánimo, muy cerquita del lugar ya estás:
¿Aromas otoñales de los bosques
y sombras románticas de hoteles?

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Según reza su propio folleto anunciador, el ínclito R. Garzón se estableció en la calle Alhambra, nº 24.
Era vecino, y más tarde socio por algún tiempo, del personaje que buscamos.

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SE ACABARON LAS PISTAS.-

4/ Y con este último empujoncito doy por finalizadas las pistas. Dos lectores más “medio-acertantes”, y con ellos suman catorce, son los que se han aventurado a opinar, pero sigue incognito el nombre del personaje.

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¡Y ahí, está…! Más, nueva pista doy:
Sírvate de referente los merlones
que en esta nueva foto te mando.
Ellos, y no otros, a mí me guiaron.
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Los merlones o almenas constituyen la verdadera pista de este enigma, si se tiene la suerte (como la tuve yo)  de tener delante la siguiente foto que a continuación inserto.


A mí me sirvió –cuanto menos- para estudiar a este genio del retrato, del que nada sabía y del que, ignoro la razón, en Granada  no sea tan conocido como Ayola, Garzón, Linares o Torres García, Juzga tú mismo la calidad de la placa de esta pareja de gitanos.


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COROLARIO.-

Breve reseña del personaje buscado.-

Lo que fue y lo que queda

Vamos con el corolario de la cuestión que ya va siendo hora (que alguno está impaciente mordiéndose las uñas):
Es decir, la consecuencia que no necesita demostración, la constituye la imagen que insertamos a continuación (ampliar todo lo posible y ver el pié de foto). Con ella ponemos punto final a esta charada, con la que he disfrutado mucho -espero que vosotros también- y para la que me he tenido incluso que vestir de "moro" (gracias al Photoshop de las narices). Agradeceros vuestra participación y hasta el próximo enigma.


Rafael Señán González (1864-1911), fue un excepcional fotógrafo que nació en Ciudad Real, aunque se trasladó muy joven a Granada. En la ciudad de la Alhambra se formó como profesional junto a fotógrafos de la talla de Escudero y Garzón. En su negocio ofrecía a los visitantes de la Alhambra todo tipo de souvenirs fotográficos de los principales monumentos andaluces, así como postales y el genuino retrato árabe, en el que los turistas se disfrazaban ante la cámara como el propio Boabdil.


Don Rafael Señán y González, fotógrafo de cámara de Alfonso XIII desde 1904


NITO

domingo, 4 de noviembre de 2012

BUÑUELOS DE VIENTO


Recuerdo que cuando era pequeño en casa de mis padres, en el Día de Todos los Santos, mi madre elaboraba una serie de recetas como los buñuelos de viento “rellenos o sin rellenar” (según anduvieran las cosas por la despensa), torrijas, cañas fritas y pestiños. A veces hacía las barretas de garbanzos o el “Cagadillo” (caramelo con frutos secos), que desaparecían incluso antes de servirlos en la mesa…
Como quiera que sea, no hacía más que seguir la tradición familiar. No sería lógico pensar que yo me la iba a saltar a la torera.


Pero muchas veces me pregunto sobre el origen de esta tradición, especialmente la de los buñuelos:
La historia de los buñuelos parece que no es tan antigua como podamos pensar, aún así, no se conoce con exactitud el origen de este dulce que en esta época adquiere mayor espacio en nuestra mesa.
Hay quien piensa que los buñuelos derivan de la palabra “puñuelo”, una especie de bola que los romanos amasaban con sus puños, otros piensan que la palabra proviene del francés “beignet”. Pero como sabemos que buena parte de los dulces de tradición tienen origen árabe, podemos quedarnos con esta procedencia en la historia de los buñuelos.

Se conoce que en España se encuentran recetas de buñuelos desde el siglo XVI y se dice que uno de los postres favoritos de los árabes que estaban aposentados en Granada, eran los buñuelos de agua miel, una masa que se freía en aceite y posteriormente se bañaba en miel hirviendo.


Hay infinidad de recetas, muy parecidas entre sí. En la web puedes encontrar cientos de ellas, por eso, ni la incluyo hoy en el blog. Sólo decirte que se puede pasar una buena tarde lluviosa y tristona como la de  hoy en la cocina, a condición de que tengas buenos ayudantes, pues yo bastante liado estaba dirigiendo el protocolo histórico, cámara en ristre…
 
Actualmente se pueden elaborar buñuelos de distintas formas y con distintas variantes, se aromatizan con limón, canela, vainilla… se rellenan de crema, frutas o simplemente los infla el viento. A mí me gustan especialmente estos: Los llenos solo de viento, muy calientes y una tacita de chocolate hirviendo.

Para ti, murguero que me soportas. Se que andas de régimen pero...

NITO

domingo, 28 de octubre de 2012

LA CASA DE LA PERRA GORDA


Un inmueble señero
El inmueble, ubicado en el número 23 de Gran Vía, tiene sin duda un gran valor arquitectónico y está muy unido a varias generaciones de granadinos que en el mismo, tramitaron sus prestaciones en la Seguridad Social. El proyecto data de 1925 y  pertenece al arquitecto José Fernández Fígares, pero hay que decir que hubo varios más que trabajaron en él. Uno de ellos fue Leopoldo Torres Balbás. Su inicio se llevó a cabo por la Caja de Previsión de Andalucía Oriental, de ahí los tres escudos que aparecen en la fachada (Granada, Almería y Málaga) y se inauguró en el año 1932.
Es importante, así mismo, destacar la intervención en su interior del artista Hermenegildo Lanz realizada en los primeros años de la década de los treinta y de la que sólo permanecen algunos elementos originales como la escalera de acceso al patio de operaciones, en curva y situada en una de las esquinas.
Originariamente el edificio estuvo coronado con una escultura alegórica representando a la Previsión Social, obra del escultor Pedro Loyzaga y que fue eliminada en 1980.

También teníamos la "Perra Chica" ó cinco céntimos

Es, por tanto, uno de los muchos edificios que merecen nuestro especial interés en esta controvertida avenida y que han llegado hasta nuestro tiempo. Ésta edificación, es conocidísima por toda la ciudad con el nombre de “Casa de la perra gorda”, apodo que le sobrevino por su vinculación a la naciente Seguridad Social, que empezaba a implantarse, lenta y pobremente, en la alterada España de los años 20 y 30 del siglo XX.
Año 1931: Aún faltaba un año para la "entrega de llaves"

Coincidió aquella época con la del mayor esplendor y carácter de las edificaciones de la discutida calle. Ángel Isac define muy bien el episodio:
“Iniciada por arquitectos y maestros de obras formados en el ambiente del academicismo, como Juan de Montserrat, Modesto Cendoya, Wihelmi, Giménez Arévalo o Díez Alonso, la arquitectura de la Gran Vía se prolongaría, en proyectos de Ángel Casas, Pascual Bravo o José Fernández Fígares, con versiones sintomáticas del panorama arquitectónico contemporáneo, hasta finalizar la década de los años 20”.
José Fernández Fígares fue el arquitecto de la popular “Casa de la perra gorda”. Un edificio singular de carácter monumentalista, que recuerda a otro del mismo autor, en la plaza de la Trinidad esquina a la calle de las Tablas. En la “Casa de la perra gorda”, destacan los elementos clásicos aumentados de escala y utilizados en forma decorativa, simétrica. Con la intención de impresionar, el arquitecto adopta tecnologías constructivas modernas y elementos formales vanguardista que compone con los clasicistas, pervirtiéndolos.
Ménsulas que no sostienen nada, incluso placas recortadas de la tradición barroca canesca (una suerte de cogollo vegetal que se distingue de las tradicionales hojas de acanto y de las guirnaldas y sartas de frutas habituales en el barroco del Seiscientos).


En los bajos de la “Casa de la perra gorda”, la sede del Instituto Nacional de la Seguridad Social, una excelente obra decorativa -que ha sufrido alteraciones hasta hoy-, realizada en su mejor momento de capacidad creativa por el pintor vanguardista Hermenegildo Lanz. El artista vio premiado su proyecto en un concurso. Un proyecto diseñado sobre la base de una avanzada e importante ornamentación funcional, denominada por unos “Art Decó” y por otros cubista, en la que destacan los espacios redondos y el uso integrado de la luz y de materias y formas muy modernos.


El arquitecto José Fernández Fígares, poco después de ver ejecutado su proyecto de la “Casa de la perra gorda”, se convertiría en hombre decisivo para la realización de una iniciativa de la Caja de Previsión Social de Andalucía Oriental, entidad dispuesta a construir en Granada una de aquellas “ciudades jardín”, que tanto se prodigaron en España durante la Dictadura y, con menor abundancia luego, en los revueltos años de la República.
La obra de José Fernández Figares para este proyecto fue la de los Hoteles de Belén.


La rehabilitación.-
Lo que quizás no sea tan de dominio público es que la Administración de la Seguridad Social y el Ayuntamiento de Granada discutieron la rehabilitación del inmueble durante cuatro larguísimos años, desde 1999 a 2003, tras lo cual acordaron las condiciones en que se había de efectuar la misma y que pasaban por el respeto al valor singular del edificio. Las obras comenzaron a principios de 2003 y terminaron en 2007 : Otros cuatro años.
Durante la ejecución de los trabajos fue preciso prorrogar hasta en seis veces el plazo, como consecuencia de los retrasos provocados por las obras de urbanización de Gran Vía puesto que éstas impedían el acceso de materiales y equipos auxiliares al edificio.
Con respecto a las modificaciones que ha sufrido el proyecto, éstas fueron consecuencia de la aparición de factores imprevistos en la estructura del edificio que, según lo dispuesto por la Comisión de Cultura, era preciso conservar cuando inicialmente estaba prevista su demolición
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Bibliografía utilizada:
Miguel Allende: Ideal
Miguel Sangüesa: Alzada  Nº 72
Juan Bustos: Granada

NITO
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