viernes, 25 de abril de 2008

PARAISO CERRADO PARA MUCHOS...

... JARDÍN ABIERTO PARA POCOS.
¿Cómo debió ser aquel jardín de la Casa de los Mascarones cuando Soto la habitaba? Situado a las espaldas del edificio se encontraba el jardín, compuesto de siete paratas o mansiones según la orografía del terreno. La cuarta mansión, la más elevada, poseía un estanque cuya función, era la de repartir aguas, y del cual salía la gran acequia que iba a parar a la gruta existente en la primera mansión.
Todas estas mansiones configuraban un singular itinerario que se emprendía desde la primera situada junto a la entrada de la casa, y que seguía por las restantes, hasta acabar en la séptima. Dicho itinerario podríamos definirlo como circular o cerrado. Elementos comunes al jardín de Soto son la identificación con el Paraíso, la tradición clásica del arte topiaria, o recortar figuras en abrótano o mirto, el locus amoenus de aguas, plantas, árboles frutales, aire suave y pájaros cantores.
Guarda en su disposición el recuerdo del origen árabe de todo carmen, pero sabiamente enriquecido con los elementos prestigiosos del humanismo. De lo musulmán son sus cerradas tapias, sus postigos, sus arquitecturas de diferentes volúmenes, con paramentos decorados con yeserías y alicatados, sus pozos con brocales y surtidores al nivel del solado de azulejería.
Del Renacimiento proceden, en cambio, sus pérgolas y sus balaustradas, los órdenes clásicos de los porches y los cenadores, las pilas de piedra y mármol con carátulas y grutescos, los relieves historiados y las estatuas mitológicas, colocadas en nichos y pedestales. De planta asimétrica, adaptándose al terreno de distintos niveles, escalonándose en el quebrado paisaje del Albaicín, constituyen unidades recoletas en las que existe una continuidad del interior de la mansión y el jardín, de acuerdo con una mentalidad heredada del Islam, lo que, a veces, no excluye los efectos de perspectiva escenográfica de lo renacentista. .
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NITO
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Monocalco de Francisco Izquierdo

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